"Vive"

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Mamá no daba crédito, se quedó paralizada en la puerta observando a Kate con algo de odio. Quise acercarme pero mi madre retiró la mirada enfocando la en Samantha. Kate sin embargo al igual que mi madre estaba pálida mirándome asustada, como si realmente hubiéramos hecho algo malo, algo extremadamente malo que traería muchas consecuencias.

—Mama.
Mi madre puso la mano en alto para que me callara. —Mama, por favor, hablemos.

—No, estoy harta, harta de que hagas lo que te da la gana, harta de que manipules, harta de ti...

Se le cristalizaron los ojos al instante, igual que a mí. Samantha nos miraba sorprendida en los brazos de su abuela, no daba crédito a esta conversación, porque hacía mucho que no discutíamos, pero aqui estabamos de nuevo, en ese momento turbio, en ese momento cuya comprensión pasaba desapercibida para enfocarse, simplemente en el ahora.

Mamá se apoyó en la puerta. —No he querido decir eso, pero pase lo de Elisabeth porque eres mi hija y te quiero, y ahora... Kate...

Kate se alejó de nosotras para irse a la cocina y quizás no escuchar, aunque sería complicado.

—Hija. ¿Que te pasa? ¿Amas a Elisabeth? O a ¿Kate? —Agaché la mirada para no enfrentarla. —Es que ya no se qué pensar, te he ayudado en todo lo que he podido, en lo bueno y en lo malo y no hay manera de que, no se, te centres en algo.

Mamá tenía razón, y me hacía dudar de si realmente quería a Kate, esos ocho meses atrás la había echado muchísimo de menos, pero, es cierto que había aprendido a vivir sin ella, a simplemente dejarme llevar, aunque nadie llegó.

No sé si estaba confundiendo las cosas lo que si tenía claro, es que quería hablar con ella, quería explicarle lo que me hacía sentir Kate, quizás ella lo entendería mejor que yo, además debía explicarme ciertas cosas, como por ejemplo; Elisabeth, si debía volver o no por la niña, la herencia de mi hermana que fue escrita a puño y letra por ella en cuanto nació Samantha y sobretodo si mamá me quería en casa o no.

Cogí a Samantha de los brazos de mamá, fui hasta la cocina observando como Kate estaba completamente sumergida en sus pensamientos, pero en cuanto me escucho, esos pensamientos se le disiparon para ubicar en mi toda la atención y mostrarme su mejor sonrisa.

—Necesito que te quedes un momento con Samantha. —Kate asintió, cogió a la pequeña y empezó a hablar con ella.

Yo me fui hasta el despacho de mi madre, la metí dentro y cerré la puerta. Mamá se apoyó en la mesa de madera de roble oscuro que le regaló a Susan el día de su cumpleaños. Mientras que yo me senté en el sofá de pelo sintético que le habíamos regaló Sam y yo.

Sabía que convencer a mamá de algo sería complicado, pero no quería convencerla solo que lo entendiera me apoyara y fin, aunque sería complicado, ya sabemos todos como es su carácter estricto y dominante.

—Sabía que Kate no sería una buena opción como psicóloga. —Cruzó los brazos. —Es una mujer preciosa, y sabía perfectamente que acabarías debajo de su falda.

—¡MAMÁ!
Mi madre levantó los brazos. —Kate nunca hizo nada en la consulta, al contrario.

—Pero es una mujer increíble, en muchos de los sentidos y sabía perfectamente que acabaríais así, mi ilusión era creer que quizás ella pondría freno, o que saldría Elisabeth de fondo y tú te alejarias pero no.

—Mama, basta, se lo que intentas y no cuela. —Apoye mis manos en sus brazos cruzados. —No se que es lo que me hace Kate, pero provoca que no quiera respirar, que no quiera llorar, que no quiera sufrir, que no tenga miedo...

—No me cuentes más... —Sonaba enfadada y desafiante. —¿Te contó lo que dijo Elisabeth? —Asentí. —¿Que opinas?

—Me da igual. —Mi madre río con cierta sorna. —¿Mamá que haremos con Samantha?

Levantò una ceja. —¿Haremos? No, hija no, haré, Samantha es mi responsabilidad no la tuya, cometí el error de cargarte a ti con esto, pero no esta vez. —Respiró profundamente dejando salir todo. —Hija, porque no vas conociendo a Kate, vais viendo cómo estáis, y cuando llegue el momento vivís en pareja.

Aquelló me sorprendió, y esperaba que Kate no pudiera escuchar nada, o al menos lo menos posible, porque si escuchaba probablemente huiría, estaba acostumbrada a eso, a que huyeran cuando yo pensaba ir más allá, a eso me acostumbro Elisabeth, eso hizo de mi, y provoco que no dijera mis pensamientos ni sentimientos por miedo a lo que pudiera pasar.

—Mama no quiero estar lejos de Samantha.

Mi madre negó. —Nadie dice eso, pero eres muy joven y tienes que vivir, no puedes estar agarrada a una niña que no es tuya.

—Y... ¿Elisabeth?

Mi madre se tensó, acaricio la madera y se resignó. —Elisabeth... Bueno, estuvimos hablando de Samantha, y quiere estar con ella, así que hablamos con Gema la mujer de los servicios sociales y... Tendremos la custodia compartida.

—Y... ¿Yo?

—¿Tú?... Tú, vives.

ℬℯ𝒻ℴ𝓇ℯ𝓁𝒾𝒻ℯDonde viven las historias. Descúbrelo ahora