"Quiero estar contigo"

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Él padre de Kate la miró de forma que entendí que querían estar a solas, Kate asintió con resignación cogió a su padre de la mano y se lo llevó a su despacho.

Estaba bien y estaba feliz, pero ver a su padre así me despertó cierta inseguridad, quizás estábamos metiendo la pata, quizás no era el momento, pero también pensaba que si, que el destino nos unió, porque de todas las casas que podía ver, fue la suya, podría haber sido cualquier otra, y sim embargo fue ella, fue ella quien abrió la puerta, fue ella quien necesito mi ayuda. Fue, simplemente, ella.

Quería irme, en cierto modo porque escuchaba como se estaban gritando, y como Kate estaba comenzando a llorar, y encima yo, no podía hacer nada, no podía subir y rescatarla, no de su padre.

Al final me senté en el sofá esperando ya que mi ropa, Kate la había metido en la lavadora junto con la suya y su pijama, y necesitaba que me prestara algo, así que estaba atrapada, me puse la televisión para desconectar de sus gritos y de la voz de Kate completamente rota, me rompió escucharla así.

Escuché un portazo y unos pasos que caminaban rápido por la madera, después como esos mismos pues golpeaban las escaleras y al final al padre de Kate marcharse muy enfadado, ahí, entonces aproveché para subir las escaleras y ver como estaba Kate.

Me la encontré apoyada en su mesa de espaldas a la puerta, por lo que no me vio, estaba llorando y temblando, cuando hace un momento estaba feliz, ese hombre era bueno, lo que no entendía es porque se comportaba así con su hija, si me había dicho que la quería más que a nada. Me acerqué despacio hasta que su cuerpo estuvo lo suficientemente cerca, quise abrazarla pero no quería asustarla por lo que muy despacio, deslice mi brazo por su abdomen, bese su espalda y simplemente deje que sacará todo lo que llevaba dentro.

En ningún momento hablé, porque sabía perfectamente que no era el momento, ella se acurrucó en mi como si me fuese a ir. Giró su cuerpo hasta que estuvimos cara a cara, limpie sus lágrimas y la abrace haciéndonos una bolita en el suelo.

—Quiero estar contigo Selene.
Dijo besándome. —Mi padre ha sido muy cruel. —Limpié sus lágrimas. —Ha dicho que en cuanto Elisabeth vuelva a tu vida, tú te irás.

Comenzó a llorar. —No, Kate. —Hice que me mirara. —No, de verdad que no, de hecho vamos a ir a mi casa ahora, juntas.

Kate negó, pero yo asentí segura, la ayude a levantarse del suelo. Le dije que me dejara algo de ropa y que se vistiera, veía la duda reflejada en su rostro, pero accedió. Ambas nos vestimos, nos metimos en la camioneta y puse rumbo a mi casa sin saber exactamente cómo decírselo a mi madre.

—¿Que le dirás?
Estábamos en un semáforo.

—Confia en mi. Vamos coño... —Kate me dió en la pierna por hablar mal. —Son muy lentos y yo me desespero.

—No, estás nerviosa por eso estás así.

—No me psicoanalices. —Kate se giró para mirar por la ventanilla.

Miré la puesta de mi propia casa como si fuese un abismo a punto de absorber me, sabía que mamá no se lo tomaría extremadamente mal, pero sabía a la perfección lo que pensaba, lo de Elisabeth la dejó bastante descolocada, y aquel día abrí mi corazón para que me madre entendiera el porque quería eso, explicarle que esta vez era diferente, iba a ser bastante complicado. Di el primer paso por las escaleras de piedra que daban a la entrada con algo de miedo, y Kate lo sabía, sabía perfectamente cómo me sentía porque apretaba mi mano en señal de apoyo. Como si algo malo fuese a pasar, respirar se me olvidó, y escuché de nuevo aquella conversación tan íntima que tuvimos.

—¿Te acuerdas cuando Susan trajo a sam? No le querías y sin embargo, luego se convirtió en todo para ti.

Convencí a mi madre para que entendiera que Elisabeth era adecuada para mí, porque yo realmente lo creía así, ahora, visto desde fuera, visto lejos de ese encanto, comencé a entender meses atrás, que solo estaba encantada con ella, pero nada fuera de lo normal, que solo la quería cerca por hacerme sentir bien, pero no viva. De hecho a veces estar con Elisabeth, era estar en el abismo y saber perfectamente, que ella, jamás tendería su mano para salvarme.

Abrí la puerta dando paso a Kate primero, luego entre yo, mamá estaba en el despacho de mi hermana, se la escuchaba hablar y moverse de un lado a otro. Le dije a Kate que se sentará en el sofá para yo irme a abrazar a la pequeñaja que me decía hola con sus manitas mientras jugaba con sus juguetes.

—¿Sabes? Lo mejor de ser madres es que el amor que sientes es tan especial e único, que nadie te lo puede arrebatar.

Mi hermana sonreía a Samantha como si hubiese visto un ángel caer del cielo, un ser que le daba vida y que al mismo tiempo le mostraba todo con tan solo respirar.

—Es muy pequeña. —Mi hermana la puso en mis brazos con una seguridad que yo temí. —Se me va a caer.

Tenía tanto miedo de hacerle daño, o que le pasara algo que apenas me movía.

—Que va, serás una tía estupenda, y algún día tendrás uno igual.

Así miré a Samantha recordando ese momento, nuestro primer encuentro, nuestra primera mirada de ojos que acabo con un ceño fruncido y al final sonriendo, regalándome algo mágico.

Kate nos miraba con una sonrisa que identifique a la perfección, se acercó y saludo a Samantha dándole la mano, la pequeña le lanzó un beso, y ella para seguirle el juego, lo cogió y se lo puso en el corazón.

—¿Ves? Nadie puede odiarte.
La bese. —Es imposible odiarte. —La volví a besar hasta que escuche un golpe.

Al alzar la vista mi madre nos estaba mirando, una mirada que conocía del pasado, una mirada que atravesaba hasta el alma.

Muchas gracias gente a ver qué os parece este capítulo !!! Deciros también que para esas tardes aburridas os paséis por/

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ℬℯ𝒻ℴ𝓇ℯ𝓁𝒾𝒻ℯDonde viven las historias. Descúbrelo ahora