🤎; 49

473 68 19
                                    

Horas más tarde...

—¿Estás listo Huening? —preguntó sonriente mientras lo veía.

—suspiró—Lo estoy Soobinie.

Luego de mucho tiempo, Soobin dejó un corto beso sobre sus labios sorprendiendo a Huening quien trataba de contenerse. Soobin puso en marcha la camioneta para ir hacia el bosque al cual habían ido la primera vez, en donde Huening le dió su primera mamada, en donde por primera vez Soobin se sintió cómodo y fue sincero con alguien soltando algo que le pesaba mucho cargar.

—Sabes...si yo hubiera sido tu primer novio en lugar de Yeonjun, éste hubiera sido el primer lugar al que te hubiera traído —dijo Soobin sin verlo.

—lo miró—¿Porque?

—Porque es muy hermoso. Antes solía venir con mi familia pero...—apretó sus labios, tomando la mano de Huening— se separaron y no había regresado desde entonces.

—¿Por qué se separaron?

—Mis padres discutían todo el tiempo, tenía que distraer a mi hermana llevándola al parque o simplemente salir a caminar con ella.

—Oh...

Soobin realmente amaba a Huening solo que no había demostrado su amor por la promesa que le hizo cuando se volvieron novios, cualquier mínimo roce que le diera sabía que era mucho así que mejor lo dejaba, incluso si besaba su mejilla se sentía mal por eso. Quiso decírselo a Huening, pero sabía que este le diría que no importaba, que podía seguir haciéndolo, pero se sentía mal por eso y no quería decirlo ni hacerlo.

En el camino ambos escuchaban música alegre la cual se reproducía en el estéreo del auto las cuales Huening tarareaba moviendo su cabeza de un lado a otro ligeramente. Estaba muy nervioso por lo que fuera a pasar en el bosque, había hecho un plan con su madre el cual deseaba con todo su corazón que funcionara para poder liberarse y que Soobin fuera a la cárcel, pero intentaría que no fuera por mucho tiempo ya que lo amaba y quería seguir saliendo con el.

Horas más tarde llegaron al bosque. El sol se había ocultado y en el cielo decoraban hermosas y brillantes estrellas. Soobin estaciono la camioneta en el mismo lugar que la primera vez, apagó la camioneta para luego soltar un gran suspiro.

—Bueno...hemos llegado —dijo Soobin con la vista hacia el frente.

—Si...¿Vamos a coger?, pregunta seria.

—ríe ligeramente—Si tu quieres podemos hacerlo —dijo sonriente para luego verlo—. Aunque primero debo confesarte algo.

—De acuerdo, dime.

—Y-yo...—tartamudeo ligeramente cabizbajo—. La razón por la cual ya no te demuestro mi amor como antes es porque...prometí...me prometí no hacerlo.

—¿Por qué?

—lo miró—Porque te amo Huening, y no quiero aprovecharme más de ti.

Sus mejillas ardieron y pronto sus ojos se llenaron de lágrimas. Creía que ya no lo amaba, creía que solamente lo utilizaba, que era un juguete para el, que era un saco el cual sacaba del armario solo cuando lo necesitaba recordando así su hermosa confesión bajo la hermosa luna blanca.

—Te amo Hueningkai —repitió subiendo a la banca junto a él, haciendo que este retrocediera un poco—. Me gustas desde el primer momento en que te vi, tu forma de ser me enamora cada día más. Adoro cada cosa de ti por más mínima que sea no solo tu delicioso aroma a chocolate, si nó también por tu lindo cabello, por tus tiernos cachetitos, tus lindas manos, tu pequeña nariz, tus delicados y deliciosos labios...incluso cuando pintas eres hermoso, me haces muy feliz Hueningkai.

Ahora se había arrepentido de haberle mandado ese mensaje a su madre, quería advertir por lo que se aproximaba pero sus lágrimas no lo dejaban pensar, gruesas lágrimas caían por sus mejillas recorriendo sus cachetes hasta su barbilla y caer. Lo había entendido, ahora sabía porque ya no demostraba su amor sintiendo como su corazón latía con fuerza, tal vez porque estaba asustado, o tal vez porque estaba feliz.

—Si tan solo supieras que no soy un simple secuestrador...que me importas, de verdad me importas, que cada vez que sonríes mi corazón se acelera y cada risa tuya es una sinfonía hermosa la cual podría escuchar todo el día. Si supieras que entre tantas personas en este mundo te amo más que a cualquiera y eres la que más me importa. Si supieras que te admiro por quien eres y como eres. Si supieras...que tan especial eres para mi.

Miró hacia el frente tragando en seco. Soobin no entendía porque lloraba de esa forma, jamás lo había hecho llorar tanto, ni siquiera las pocas veces que lo golpeó o la última vez que cogió con él lo había visto llorar tanto. Preocupado, tomó su mano queriendo entrelazar sus dedos pero este la quito recorriéndose hacia la orilla para abrazarse a sí mismo.

—¿Huening?...¿qué te ocurre?—le preguntó preocupado.

—¿Porque...no me lo dijiste antes?—lo miró.

—Porque pensé que te daría igual, que me dejarás tocarte y-

—¿Tienes idea de lo que hice?!

—¿Qué hiciste Huening?

—Te amo, ¿de acuerdo?, me enamoré de ti por lo bien que me tratas, por tus hermosas palabras, por tus caricias, ¡por todo! —decía entre lágrimas, molesto—. Mi madre me llamó enfermo, pero no me importó, se que no estoy enfermo, el síndrome de Estocolmo le podría dar a cualquiera y yo soy una de esas personas.

—E-espera —se sentó derecho, volteando hacia él—. ¿Qué tu mamá que?

—¡Me llamó enfermo!

—¿Cuando lo hizo?, la última vez que la viste supo-

—Soobin...—tragó en seco— vamos a coger.

—¿Eh?

—¡Vamos a coger con un carajo!

Soobin pasó hacia la parte de atrás al igual que Huening pero antes de hacerlo sonó el claxon lo cual resaltó a Soobin quien se confundió pero luego le dió igual sin saber que ese sonido había avisado a la madre de Huening y la policía donde se encontraban. Huening acostó a Soobin para comenzar a besarlo mientras desabrochaba su pantalón al igual que Soobin posicionando su pene en la entrada de Huening para tomarlo de la cadera y bajarlo haciendo que este gimiera de dolor entre sus besos lo cual le excitaba.

—Duele Soobin —gimió Huening.

—Haz que la camioneta se sacuda.

Este se sentó derecho sintiendo como el pene lo penetraba aún más gimiendo con fuerza para comenzar a dar pequeños brinquitos los cuales le dolían como el infierno pero había aprendido del mejor demonio soportando ese dolor el cual se convirtió pronto en placer.

—S-soobin...ah~...duele...

—Estoy por venirme.

—Hazme tuyo una vez más Soobin —se inclinó hacia enfrente ligeramente apoyándose en su pecho para mover su cadera.

Este comenzó a gemir para luego venirse teniendo un ligero orgasmo. Tomaba grandes bocanadas de aire, Huening abrió de piernas a Soobin para penetrarlo de una haciendo que este soltara un grito de dolor para comenzar a moverse con rapidez, no sabía cuando tiempo le quedaba, quería hacerlo suyo una segunda vez.

—Soobin...—dijo entre lágrimas— eres mío cariño...e-eres mío.

—Huening ¿porque lloras? —preguntó agitado.

—Porque eres mío...—se inclinó hacia adelante para abrazarlo sin dejar de moverse— y lo serás siempre mi querido algodón.

—¿A-algodón?

Sabía que lo decía por su aroma ya que varias personas le habían dicho que olía a algodón de azúcar pero Huening jamás lo hizo, y que lo hiciera hizo que su corazón doliera sintiendo asco por todo lo que le había hecho. Se preocupó aún más cuando este dejó de moverse comenzando a llorar el su hombro para salir de él.

—Lo siento tanto Soobin.

—¿Lo sientes?...

—Perdón por todo, perdón por ser un idiota, perdón por haber hecho que te enamoraras de mi, p-perdón por...por esto.

Del bolsillo de su sudadera sacó un trapo con Rohypnol poniéndolo sobre su nariz y boca haciendo que respirara el olor de aquel líquido. Soobin intentaba quitarlo pero era imposible, pareciera como si Huening fuera más fuerte que él haciendo que se quedara sin fuerzas pero no tuvo más remedio que golpearlo, haciendo que cayera a su costado.

—¡Idiota! —dijo Soobin molesto.

—¡No hay mucho tiempo!

—¿Qué fue lo que hiciste?!

Pronto se escuchó el sonido de varias patrullas a lo lejos, el corazón de Soobin se detuvo por un momento al saber que era lo que se acercaba. Miró a Huening con los ojos abiertos como platos, quien se encontraba llorando.

—Huening...¿que hiciste?

—Lo siento Soobin.

—Y-yo...—se estiró hacia una caja para abrirla, sacando una caja más pequeña— q-quería...—murmuró—...pedirte que-

—Lo siento Soobin —dijo para ponerse en pie y salir de ahí—. Pero me hiciste mucho daño.

—¿Huening a donde vas? —preguntó con lágrimas en sus ojos.

—Hasta nunca...mi querido algodón.

Saló de la camioneta dejando la puerta abierta para ponerse sus pantalones y ropa interior de nuevo. Soobin perdía sus fuerzas cada vez más, había olido una buena cantidad la cual comenzaba a hacer efecto.

—¡Hueningkai! —gritó entre lágrimas—. ¡No me abandones!










Penúltimo TT

Chocolate - SooKaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora