—Kara! Qué haces aquí? Te he estado...—Lena! No cierres la puerta! —Grité pero esta se cerró rápidamente detrás de ella.
Ella se giró volteando a ver y después regresó conmigo.
—No...
—Oh, Dios...
—No. Kara, no me digas que...
Tomó la perilla introduciéndola en la ranura otra vez intentado moverla con fuerza pero fue inútil, no giraba. Lena comenzó empujarla sin obtener ningún resultado...
Recargué mi frente sobre la ventana... Y no pude evitar soltar una pequeña risa...
—Esto no puede estar pasando... —Dije.
Lena no dijo nada.
Voltee a verla nuevamente y ella hizo lo mismo que yo... Me vio de arriba a abajo y solo me mostró una pequeña sonrisa incapaz de creer lo que estaba pasando.
—Entonces... Estamos atrapadas aquí?... —Dijo al fin.
—Así es...
Se recargó en la puerta y solo se llevó las manos a la cabeza. Yo me volví a girar hacia la ventana sin saber qué hacer...
—Ningún celular?... —Preguntó.
—Ninguno... Ya intenté de todo para abrirla... Con suerte si volvemos a golpear el tubo de ventilación alguien nos escuche...
Estábamos, ahora no solo yo, si no Lena y yo, atrapadas en una bodega, sin saber cómo salir de ahí, con cierto pasado imprudente que se me venía a la mente cada que la miraba a los ojos...
Ninguna de las dos sabía qué decir.El abrazo en el elevador... Extraño.
Volví a sentarme a un lado del ducto para gritar a través de él mientras Lena golpeaba con fuerza haciendo sonar el metal... Pero los minutos se fueron... Nadie llegaba. Había sido bastante cansado... Ademas, nos esforzamos demasiado por pretender que no estábamos compartiendo el encierro la una con la otra... No nos dirigimos la palabra mientras estuvimos gritando por ayuda.
Después de eso, cada una volvió a sus respectivo lugar, los tres metros y medio de distancia que tenia aquella bodega...
Intenté distraerme viendo hacia el callejón aunque estuviera oscuro y nadie pasara pero después de un rato en silencio, ella rompió el hielo.
—Qué le sucedió al piano?...
Me giré a verla, señaló el Steinway...
—Se deterioró...
—Es triste verlo así...
—Supongo que todo en algún momento se desmorona...
Me dio una mirada molesta por mi comentario. Y aunque sabía exactamente a qué me refería lo ignoró completamente.
—Supongo que te debo por ese traje... —Dijo señalando mi traje nuevo. —Te queda muy bien el azul...
Fue inútil tratar de esconder mi sonrisa.
—Gracias... Te queda muy bien el rojo... también...
Ella sonrió.Lena se sentó en el suelo y yo hice lo mismo, el único asiento que había era el banco del piano, pero compartirlo significaba estar a menos de 5 cm de distancia...
Estábamos frente a frente, ella descansando recargada sobre la puerta y yo en la pared bajo la ventana, lo único que impedía que cruzáramos miradas era nuestro propio nerviosismo...