"Cuando te tomo de la mano tengo todas las llaves del mundo"
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Pero el cierre no bajaba. El tiempo corría y mi respiración me estaba traicionando. Mis manos rozaban la piel de Lena, su espalda tan cálida y también, como lo recordaba, su piel tan suave; hizo su cabello a un lado antes, en sus manos ya no llevaba ningún anillo... Mi mirada iba y venía entre el cierre y su espalda, tal vez mi respiración se estaba haciendo más pesada, tal vez en cualquier momento comenzaría a hiperventilar si no lograba bajarlo.
—Ya casi lo tengo... —dije entre mi concentración falsa. Mi movimiento no era brusco, pero ejercí demasiada presión, solo se escuchó un sonido hueco después...—, Oh...
—¿Todo bien? —preguntó Lena volteando.
No contesté. En mi mano tenía el pedazo metálico del cierre, lo había roto sin querer.
—Oh, my...
Lena soltó una pequeña risa ruborizada.
—!Lo arreglaré! —dije de inmediato—. Solo... déjame acomodarlo —Hice que se girara pero su espalda ya estaba descubierta—. Mejor no...
Cubrí mis ojos sin poder evitar que la sangre me corriera por las mejillas y volví a escuchar su risa.
—Está bien, Kara... No pasa nada.
—¡No vi nada, lo juro!
Incluso, a pesar de lo comprometidas que estábamos en lo nuestro, no tenía control sobre los nervios que me causaba verla con algún tipo de escote.
—Me quedaré aquí ... no veré nada... —volví a decir.Quería reírme de mi propia desgracia, aunque en realidad no lo era, era más bien una fortuna que fuera yo a quien le estuviera sucediendo esto. Era yo la que estaba en este pequeño avión con la mujer más bella del planeta...
Ella no le dio mayor importancia. Escuché cómo buscó entre las bolsas sus prendas, estaba cambiando su atuendo mientras yo moría de la vergüenza con mis ojos cubiertos y aun con el pedazo metálico en mi mano.
—¿Porqué estas cosas siempre me suceden a mí, Lena?
—¿Qué cosas?... ¿Hablas sobre verme sin ropa?
—No.. Es solo que... no sé qué puedo hacer y qué no...—dije aun con mis ojos cubiertos—. Sabes... no quiero decir algo que no deba decir, no quiero verte de alguna forma en la que no deba, no quiero arruinar nada de esto... Mírame, ya rompí el cierre de tu vestido...
Sabía que aunque no la miraba ella estaba sonriendo, sabía que algo en mí le causaba cierta gracia al verme en estas situaciones sin salida.
—Tú no eres la única nerviosa aquí...—dijo.Al rato puso sus manos en las mías para bajarlas. Tenía puesto un pijama idéntico al mío pero en color magenta. La miré a los ojos sin saber qué decirle.
—Lo arreglaremos después... —dijo tranquila. Me dio una sonrisa nueva, se quitó los aretes aun mirándome, sus anillos y el collar, después tomó mi mano y la subió a su mejilla—, no creo que alguna vez me hagas algún daño, y sé que si lo haces, no será tu intención... Quédate tranquila por lo accidentes materiales... mientras no te me rompas tú, todo esta bien.
Le sonreí.
—Me apaciguas el alma...
Nos quedamos ahí viéndonos. Quise guardar este momento para siempre. En realidad quería guardarlos todos para siempre, y que lo que viniera entre las dos durara muchos años, y entonces yo le contaría al mundo cómo fue conocerla.
—Abramos el Montelena... —dijo trayéndome de vuelta.
—Claro...
Me apresuré al mini-bar y tomé dos copas, ella tomó la botella y comenzó a abrirla.Verla ahora así, me hacía caer en cuenta de que por fin construiríamos algo, de que por fin conocería sus momentos más simples y casuales fuera de todo el drama que habíamos vivido. Pero también pensaba, pensaba en ciertos temas que no habíamos tocado, y ella lo notó enseguida.
—Quieres decirme algo... —dijo amable—, desde que estábamos en el parque, tienes algo...
Me le quedé mirando.
—Todo está más que perfecto, Lena...
—¿Pero?
Me detuve un momento. ¿Cómo es posible que me conozca tan bien en tan poco tiempo?
—Yo... Yo creo que deberíamos hablar de...
—Yo también.