37. Favorito

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Cecil fue a la capilla buscando a Dorian, lo vio cerca del altar de rezo encendiendo unas velas, pero no estaba solo, había un soldado muy cerca de él, que se acercaba con sigilo por entre las filas de bancos. Al ver la extraña actitud del soldado, Cecil posó la mano en la empuñadura de la espada listo para defender a Dorian, comenzó a desenvainar en silencio, hasta que escuchó la temblorosa voz del joven.

—¿Puedo hablar algo con usted... —Y se corrigió, según Fray a Dorian no le gustaba que lo trataran como a un Señor— ¿Contigo?

Cecil retrajo la espada y se ocultó tras una columna. Dorian se dio la vuelta y observó al soldado, que parecía asustado, o nervioso ¿tal vez?

—Sí, Félix, ¿qué ocurre?

—Si soy muy irrespetuoso lo siento, p-p-pe-ero no lo puedo ocultar más... ¡A mí...

—¿Ocurrió algo malo?

—¡Me gustas, Dorian! Eres amable, bello, talentoso, bondadoso...

Era la primera vez que alguien le decía algo de ese estilo, Dorian no sabía qué responder, o si debía responder algo, continuó mirándolo. Félix esperaba una contestación.

Balbuceó una respuesta, que quedó inconclusa, enseguida lo pensó mejor, bajó la mirada y dijo: —Félix... —No sabía cómo hacer para no hacerlo sufrir—. No puedo corresponderte, ya tengo alguien a quien quiero...

—No es necesario que lo hagas, solo quería decirlo, tú eres genial, espero que seas realmente feliz co-co-con esa persona —Félix apretó la boca evitando hacer alguna mueca antes del llanto y le dio espalda, comenzó a caminar con prisa, no podía llorar frente a Dorian, al llegar al final de los bancos corrió, ya sus ojos le ardían por las lágrimas que no pudo detener.

Cecil seguía oculto y lo vio correr a la salida. Deseó tener mejor suerte al momento en que decidiera confesarse, pero eso... ¿cuándo lo haría? ¿Hasta cuándo seguiría perdiendo el tiempo y desaprovechando la oportunidad que tenía con Dorian?

Momentos después caminó con pasos lentos y se acercó por entre las filas de bancos, Dorian encendía más velas y no lo vio llegar, se detuvo justo cuando él se giraba con un incienso encendido en la mano, el humo se esparcía dándole un aura etérea y aromatizando su ropa y cabello, todo el aroma llegó a Cecil.

—Necesito tu ayuda...

Dorian le dio la espalda y colocó el incienso en un porta incienso, mientras se giraba de nuevo hacia él habló: —¿Mi ayuda? ¿En qué puedo ser útil sin sufrir daños? —dijo, mirándolo a los ojos al final y sonriéndole con sarcasmo.

Cecil dio algunos pasos hacia él.

—No digas eso...

Dorian se sentó en el banco de la primera fila, entonces Cecil dejó de avanzar y se sentó una fila detrás.

—La reina me encargó enviar un mensaje al reino del Norte. No puedo usar la magia. Nunca aprendí un truco para eso.

«Cecil, con los aires de saberlo todo, ¿no puede enviar un simple mensaje a otro castillo?»

—¿Nunca te enseñó a hacerlo tu maestro? —Dorian quiso regocijarse porque Cecil necesitaba su ayuda.

—No.

—¿Y si me rehúso?

—Puedes decir que no... le diré a la reina que no pude hacerlo —Posó las manos en el respaldo del banco de Dorian y movió los dedos queriendo sostener algunos de sus mechones, estiró la mano y le tocó el cabello, sostuvo un mechón por un momento, pero Dorian movió la cabeza para mirarlo y sus cabellos se alejaron.

El mago del color y el alquimista con pisadas de oro [BL] (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora