51. Jugando con fuego

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El trinido de las aves afuera fue lentamente despertando a Dorian. Algunos reflejos de los rayos del sol comenzaban a iluminar la habitación, él no había despertado del todo aún, se mantuvo unos instantes abriendo y cerrando los ojos queriendo despertar y recordar en dónde estaba y cómo se había dormido la noche anterior. ¿Qué era esa calidez contra su cuerpo? ¿Esos brazos que lo envolvían? ¿Y ese aliento que golpeaba contra su cabello? Quiso girarse, pero los brazos lo apretaron más.

Por supuesto que enseguida lo recordó todo, cómo había desafiado a la sirvienta, se había desnudado frente a ella y Cecil. Cecil había hecho lo que le decía, luego Fray había traído ese aceite y Cecil después notó para qué era, y cuando ambos habían convenido en no utilizarlo aún, Cecil lo había besado demasiado bien. Y fue por ese beso tan provocador que cambió de idea sin pensarlo. Y no pudieron hacer nada, porque el sub general los interrumpió.

Luego Dorian se había tirado a la cama sin pensar en ponerse la ropa. Quiso recordar cuáles habían sido sus razones para hacerlo. ¿Dejar la provocación hacia Cecil cuando regresara? ¿O simplemente pereza, y que quería dormirse cuanto antes?

Ahora, Cecil lo sostenía y abrazaba por la espalda. Dorian movió la mano para tocarle el brazo, acariciando sobre la ropa, sintiéndose querido y valorado como ser humano. No como un artista, no como una persona a ser admirada como una posesión material, no como un príncipe del bosque con poderes, no como un pedazo de carne, sino que creía en las palabras sinceras de Cecil y se sentía apreciado de verdad.

Sonrió con dicha y ronroneó por la confortable sensación de compartir la cama con la persona que tanto quería y estiró la pierna, rozándola contra las de Cecil, tocándolo con su pie. La tela suave y limpia cubría todo su cuerpo, menos sus pies, que podían tocar la otra piel. Aprovechó para jugar un poco hasta que Cecil despertara o dijera algo, ya que Dorian no estaba seguro de que estuviera durmiendo.

Movió el pie hasta tocar el de Cecil y lo acarició sin recibir respuesta, luego fue deslizándolo hacia arriba, colándose dentro del pantalón desde abajo, tocando con la planta de su pie la pierna de Cecil. Con la mano hizo algo similar, en el brazo de Cecil metió los dedos entre la manga de la camisa, estiró la tela y coló la mano, sintiéndole la piel.

Cecil estaba despierto desde antes, retuvo todo sonido y se mantuvo tan quieto como pudo. Deseaba medir hasta dónde llegaría Dorian con esas incursiones sobre su cuerpo.

Y continuó. Dorian cerró la mano en el antebrazo de Cecil, aferrándose al hombre mientras con su pie seguía frotándole la pierna. No pensaba en lo que hacía ni provocaba. ¿Realmente deseaba despertarlo así? Estaba jugando con fuego.

La mano de Cecil se movió deteniendo la que Dorian tenía dentro de la manga de su camisa, y la pierna retuvo la de Dorian, apretándolo en su movimiento, impidiendo que lo siguiera frotando. Luego se giró presionándolo contra la cama. Le apartó el cabello de la nuca y lo besó allí, apartó la boca de la piel de Dorian y movió la cadera presionando con toda la intención en la espalda baja de Dorian. 

Sus viejos hábitos de buscar burlarse de algún modo del artista no se habían ido tan fácil después de todo. Le satisfacía molestarlo, aunque ahora sus sentimientos eran más nobles que los de antes.

—¿A qué juegas, Dorian? —Le respiró en la oreja.

—¿Estás despierto?

—No deberías despertarme de ese modo... es peligroso... ¿decidiste qué es lo que quieres?

—Cecil... —dijo, queriendo zafarse bajo el cuerpo del otro. Dorian olvidaba su poder y que si hubiera querido podría apartarlo con un solo movimiento.

—¿Hhmm? —Cecil le acarició el cabello colocándoselo tras la oreja para poder ver ese rostro hermoso desde atrás. Dorian no podía verlo a los ojos, pero podía sentir el hambre en él.

El mago del color y el alquimista con pisadas de oro [BL] (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora