"Dorian y sus aventuras en Fantasilandia" 6
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Dorian debía decidir rápido, tenían que huir cuanto antes; estaba en medio de los caballos, indeciso de su proceder, y pensaba: «Si le digo que no, ¿cuáles serán las razones si preguntan? Pero si le digo que sí, si tomo la mano ofrecida sé que no estaré cómodo, solo con Cecil quiero tener esa cercanía».
—¡Dorian irá conmigo! —dijo Cecil, mirándolo fijamente—. Toma mi mano —Y sus manos se tocaron, juntándose para que Dorian montara tras él.
El general no se inmutó e hizo que Ganímedes comenzara a trotar. Anduvieron hasta que se alejaron del palacio y los primeros rayos de sol asomaron. Dorian se había dormido con la cabeza apoyada en la espalda de Cecil, brindándole una calidez agradable. Ya los antiguos rencores hacia Dorian se habían ido desvaneciendo a medida que compartían su destino caótico, sus pensamientos y miedos, tal como las gotas de agua de esa mañana, que eran entibiadas y disipadas por el sol. Fue entonces cuando el general anunció que podían tomarse unos momentos para descansar, ninguno sabía cuánto tiempo eran "unos momentos", pero agradecieron y aprovecharon el respiro.
Cuando el general estuvo lo suficientemente alejado, ya que se había apartado para recoger algunas ramas para agregar al fuego, Cecil le preguntó a Dorian: —¿Quién es Fray?
Dorian se había sentado frente al fuego y estaba calentando sus manos cuando escuchó la pregunta. Ignoraba el oculto motivo de esa interrogante.
—Mi amigo. Es sirviente en el palacio... —dijo y apoyó su caliente mano en su propia mejilla para calentarla, mirando distraídamente al hombre que se acercaba. «La clase de físico que a Fray le gusta, ¿cómo es que nunca lo oí hablar de alguien como el general? Fray no pudo haber sido tan ciego como para no conocerlo antes, ¿o es que se cree indigno de alguien de su estatus? Ojalá Fray se encuentre bien», pensó Dorian en una sucesión de pensamientos que vinieron y se fueron enseguida.
Cecil no pudo seguir preguntando porque el general llegó hasta ellos, llegó con las manos vacías, las ramas recogidas cayeron al suelo cuando percibió la inquietud de Ganímedes.
—Debemos irnos —dijo montándose.
Cecil comenzó a apagar el fuego mientras Dorian se acercaba al caballo.
—No hay tiempo para eso —dijo el general—. Sube al caballo. ¡Rápido!
Cecil abandonó la idea y corrió hacia Traidor, pero Dorian ya estaba montado, lo miró desde lo alto con una leve sonrisa y le dijo: —Sube.
No tenían tiempo que perder, Cecil montó tras Dorian sin objetar. Dorian sabía dirigir un caballo, lo había aprendido en el castillo de los aprendices, no tenía los mismos años de práctica que Cecil, pero sabía hacerlo. Se sujetó a las riendas y respiró hondo varias veces, manteniendo la calma por la difícil situación a la que se enfrentaban, y porque Cecil estaba muy cerca. Hacía mucho tiempo que sentía algo por él, sin saber definir qué, desde que vivía en el castillo de los aprendices. Él había visto a Cecil, admirándolo desde entonces, porque podía hacer muchas cosas; era fuerte y hábil con la espada, montaba a caballo y entendía las ciencias, era determinado y tenaz, en definitiva, no le temía a nada. Cecil tenía una personalidad que a Dorian le parecía cautivante, se interesó en ese muchacho mayor que él, tan amable y divertido que siempre estaba dispuesto a ayudar a quien lo necesitara.
En los dos años que convivieron en el castillo de los aprendices, Cecil había ayudado a Dorian dos veces, pero él no lo recordaba. En cambio, Dorian nunca iba a olvidar el día en que Cecil lo chocó por error y lo acompañó a los baños, ya que Dorian se había perdido. Meses después fue la segunda vez que lo ayudó, se escondía de los otros aprendices que lo perseguían para molestarlo, Cecil apareció justo para llamarlos a entrenar y aprender a montar a caballo. Dorian no sobresalía porque no quería, fingía no saber mover el caballo para que no lo miraran, pero fácilmente podía entender al animal solo mirando sus ojos.
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El mago del color y el alquimista con pisadas de oro [BL] (COMPLETA)
FantasyDorian es el mejor pintor del reino, él tiene el favor de la reina, una guerrera cruel con los enemigos pero compasiva con sus artistas escogidos, en cambio, no con Cecil, que cada año es rechazado e ignorado. Tomar el lugar de Dorian en el palacio...