"Cecil y sus aventuras en Magicalandia" 2
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Cecil y Dorian conversaban entre sí, bajo las ramas de los árboles y sobre las hojas caídas. Caminaron por ese bosque monocromático hasta que el sol se escondió tras el horizonte, y cuando lo hizo, desde el otro extremo se levantó otro, pero de color rojo, que iluminó todo de granate, regresándole algo del color al bosque, y bajo esa luz nuevos seres podían ser vistos. Eran pequeñas criaturas parecidas a ardillas y conejos, que se escondían asustadas de los dos hombres que invadían su hábitat.
—Este bosque se pone cada vez más extraño —dijo Dorian, al ver a esos seres escabulléndose bajo la tierra y tras los árboles.
—Él ya sabe que estamos aquí.
—¿Cómo puede saberlo?
—Abrió el hueco en la tierra para guiarnos, controla lo rastrero, las raíces y enredaderas, los ogros que querían aplastarnos con los árboles son nativos del bosque oscuro, pero el mago se aisló de ellos con este bosque, que es gris por el día, y rojo por las noches. Si no quiere que llegues hasta él no lo harás.
—¿Entonces ya lo decidió? ¿Es seguro que nos dará la cura?
—Eso no lo sé, pero de lo que estoy seguro, es de que pedirá algo como retorno... por eso es que insisto en que no le hables, la decisión de buscarlo fue mía, no hagas ni digas nada... para que no pueda hallar el modo de herirte o debilitarte... No puede leer mentes ni saber sentimientos, pero es muy astuto. La magia que utiliza no permite lo que la magia blanca sí... Los magos blancos puros pueden percibir sentimientos, pero ellos jamás lo usarían para dañar, solo para entender lo que las palabras ocultan.
—Ahh... ¿Entonces, podemos mentirle? —dijo Dorian, pensando en todas las variantes de lo que podría encontrarse cuando estuvieran frente a ese mago.
Dorian parecía querer obviar el peligro al que se enfrentarían.
Cecil no le permitió lugar a reproche al decir: —¡Pero tú no le hablarás! —Al decirlo así tal vez se excedió y gritó un poco.
Ante esta advertencia la calma se acabó, el cielo pareció partirse a la mitad, un trueno estalló en el aire y otra vez los árboles se mecieron, las miles de hojas se frotaban unas contra las otras, muchas se desprendían y se elevaban para después caer al suelo y elevarse otra vez.
El cielo era gris, tal como los ojos de Cecil, que observaban el alterado estado en el que Dorian estaba sumido, él tenía miedo, pero no lo decía. Centelleos luminosos y luego relámpagos iluminaban el aire, cada tanto se desprendían de las nubes gruesas gotas de la lluvia inminente. Tiritando, Dorian se acercó al tronco de un árbol, sus manos temblaban, el aire era gélido y el aliento que salía de su boca se congelaba. No podía mantener la boca cerrada porque el frío le hacía castañetear los dientes, movía la cabeza negando ante el desastre a su alrededor. Se abrazó a sí mismo, creyendo, que de esa manera se podría guarecer.
Enseguida, Cecil se acercó y lo protegió contra el árbol, presionó sus cuerpos, queriéndolo apartar de ese caos y mantenerlo caliente. Sabía que quedarse bajo el aguacero y la tempestad no sería bueno, el peligro de ser aplastados por los árboles o que un rayo los golpeara no se podía negar. Sin previo aviso, Dorian lo empujó, se asustó de su cercanía, y por el rechazo dado Cecil dio dos pasos atrás.
A Dorian le costaba mantener abiertos los ojos con el viento que movía pequeñas semillas que dolían como si fueran piedras, parpadeó sin entender por qué Cecil se estaba alejando, él le hablaba, pero Dorian apenas podía oír lo que le decía, el vendaval que agitaba los árboles y el tronido del cielo no lo dejaban. Dorian le miró los labios, intentando descifrar las palabras que salían de él. Vio el destello y luego el rayo, que golpeó la copa de ese árbol, el crujido sobre ellos lo hizo mirar hacia arriba, por impulso llegó hasta Cecil y movió sus brazos, atrayéndolo en un abrazo apretado. Le cubrió la cabeza con las manos justo cuando una rama gruesa caía sobre él.
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El mago del color y el alquimista con pisadas de oro [BL] (COMPLETA)
FantasiaDorian es el mejor pintor del reino, él tiene el favor de la reina, una guerrera cruel con los enemigos pero compasiva con sus artistas escogidos, en cambio, no con Cecil, que cada año es rechazado e ignorado. Tomar el lugar de Dorian en el palacio...