41. Alta traición

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Advertencia similar a las anteriores.

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Mientras Cecil se preguntaba con qué fin Dorian caminaba directo a él, en el campo de batalla Cithria también había visto al artista actuar y matar. En ese momento ella peleaba al lado de Bonduelle, y cerca de ellos, porque la batalla los había ido acercando, también el general y Fray. Los cuatro habían mirado hacia el lugar en el que había salido ese enorme árbol de la nada, y al pintor, que no se había quedado en la habitación donde debería de estar, presenciaron a Dorian usar magia y rebelarse con odio hacia todos en su entorno sin conocer el desencadenante de todo aquello, el que Félix hubiera muerto salvándolo.

El general miró a Fray y miró a Dorian, para él todo estaba mal, todo al revés, y por primera vez en su vida, Ellis Patricio no supo qué hacer. Había estado en un gran número de batallas, había sido herido y hasta secuestrado, su mando se había tambaleado frente a quienes no lo querían ahí, pero de todo eso él había podido liberarse y triunfar, solamente que en ese momento todo le parecía irreal y se preguntaba el por qué peleaba realmente.

Siempre le había sido leal a la reina sin cuestionamientos, aunque ahora también lo hacía para demostrarles su valía a los que lo querían quitar de la Guardia Real y a los que buscaban destruir su autoestima con críticas y burlas. «Si hasta el artista favorito es capaz de salir de su comodidad para adentrarse en un campo sangriento por la reina... ¿Hasta qué punto llega la lealtad que Cithria despierta en su gente?», pensó, sin saber que Dorian no había ido únicamente por ella.

La mirada del general se cruzó con la de Fray y tuvo que preguntar.

—¿Lo sabías?

—Lo supe ayer, no pensé que... —«Dorian fuera a ser capaz de matar». Fray miró a lo lejos a Dorian y vio en la dirección a la que iba, directo a Cecil— Él no es así.

Tuvieron que dejar de hablar y continuaron combatiendo.

Para sorpresa del general, Fray había sido muy capaz con la lanza y el escudo, el joven no dudaba al momento de defenderse y mantenía a los enemigos siempre lejos de su cuerpo, se movía rápido y esquivaba valientemente cada ataque. Aprendía rápido, y solo con ver al general imitaba sus movimientos, aunque comenzó a hacer los propios muy pronto, ya que notó que el general se movía a otro nivel. Si hubiera podido se hubiera detenido a admirar sus pasos y el modo en que movía su brazo izquierdo para atacar. Su semblante siempre inexpresivo continuaba así a pesar de que ya se había deshecho de decenas de oponentes y su rostro se había manchado de sangre, incluso así el general Patricio no se había inmutado.

Fray reaccionó a tiempo para repeler con su escudo el hachazo rabioso de un Oestino que llegó a él, era el primero que lo atacaba tan directamente y con tanta furia en sus ojos, parecía algo personal. Abrió los ojos con atención y tuvo miedo, porque el escudo se resquebrajó. No podía dudar o quedarse quieto frente al brutal ataque, su vida dependía de ello, de él mismo.

El Oestino se mantuvo golpeando la grieta en el escudo hasta que lo partió en dos y Fray tuvo que dejarlo caer al suelo, entonces se aferró a su arma de confianza, la lanza, pero no detendría el hacha con eso. No sabía cómo. Para su fortuna, un soldado de Artgotia salió al encuentro de ese enemigo y entonces Fray se vio liberado del hombre del hacha, pero otro lo interceptó, así que con la punta de la lanza dirigida a ese se defendió. La hizo hacia adelante, hacia el abdomen inflado del hombre que lo atacaba y que se dirigía a él con un mangual en la mano. Con este también recibió ayuda, pero por casualidad, un caballo golpeó al rival en la espalda e hizo que acabara dando pasos involuntarios directo al filo de la lanza. 

El rostro confundido del enemigo no dejaba de acercarse a Fray, incluso con la lanza clavándolo. Dejó caer el mangual y desenvainó una espada. Fray se preguntaba si no notaba que había sido atravesado por el filo del arma, parecía que no le importaba. El enemigo caminó hacia adelante provocando que la lanza se hundiera más en su piel y atravesara su cuerpo saliéndole luego por la espalda.

El mago del color y el alquimista con pisadas de oro [BL] (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora