4. Quebranto

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Quebranto: pérdida o daño importante. Aflicción, dolor o pena grande.

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La vertiginosa correntada los llevó ligeramente y en turbulentos remolinos hasta que el agua pútrida comenzó a limpiarse, tornándose más cristalina y fría al mezclarse con la del río.

Dorian tragó y expulsó mucha agua; y Cecil también, batalló por mantenerse a flote y no ser succionado por la masa acuática pero sus fuerzas estaban agotadas para ese entonces, usar magia cuando el guardia atacó a Dorian había sido una imprudencia. En su mente no se quería rendir, pero su cuerpo no estaba de acuerdo, le era imposible luchar contra el agua, estaba agotado y sin energías.

«¿En qué pensé cuando ideé tirarme a ese hoyo?» Se entristeció al saber que su vida acabaría así, incapaz de devolver a Dorian a salvo al palacio, incapaz de ser reconocido por lo que podía hacer. Ese era su fin. Desaparecería para todos.

Quiso ver a Dorian, saber si estaba asustado como en las mazmorras, o si ya se había ahogado ya que él no podía ayudarlo. En un momento fugaz lo avistó, algo inexplicable lo ayudaba a mantenerse en la superficie, se pensó con los sentidos confundidos y entonces... demasiado cansado como para mantener los ojos abiertos o hacer algún otro movimiento, Cecil cerró los ojos y se comenzó a hundir.

Y Dorian lo vio todo; Cecil, el hombre con los ojos grises y la boca con palabras molestas ya no lo estaba mirando, tenía los ojos cerrados y se hundía hacia el fondo del río. Para la percepción de Dorian el tiempo comenzó a ralentizarse, y en su mente se fijó un único propósito, no dejar ir a Cecil.

Dorian estiró la mano y lo sostuvo de la camisa, aferrándose a esa ropa con tenacidad, y comenzó a nadar. Movió el agua con su mano libre y sus piernas, con esfuerzo y estando al límite de quedarse sin aire mientras luchaba para llegar al otro lado. Cecil pensó que ya estaba muerto y que eso era el tránsito de un mundo al otro, donde una hermosa ninfa del agua acudía para llevarlo, además, se sentía rodeado de suaves y dulces fragancias.

Sin disminuir su empeño y objetivo de llegar al otro lado, Dorian nadó sin descanso tirando de Cecil, incluso cuando llegó a la mitad del río y el agua dejó de ser turbulenta no se detuvo. Se obligó a no dejarse llevar por el miedo y la imagen de que Cecil estuviera muerto para siempre, no era momento para llorar.

La orilla comenzó a hacerse visible, estaba cada vez más cerca de ellos, Dorian nadó hasta que sus pies se posaron en el fango, y cuando lo hizo apenas recuperó el aliento mientras arrastraba a Cecil fuera del agua. Luego se desplomó allí, esperando a que se levantara y comenzara a molestarlo y burlarse, pero nada de eso ocurrió, seguía igual de inmóvil.

Dorian de inmediato se sentó. Lo observó de cerca y notó que su pecho estaba quieto, Cecil no respiraba. Se inclinó sobre él para oír sus respiraciones, todo era silencio en ese cuerpo. Luego lo movió de los hombros y lo dejó quieto, pero Cecil no respondió. Entonces Dorian le dio la vuelta para que el agua saliera por su boca, pero eso no funcionaba así. Cecil no respiró.

Dorian lo pensó mejor queriendo recordar lo que se hacía en esos casos, era lo único que le quedaba por hacer, darle respiración boca a boca. Volvió a poner a Cecil boca arriba y acercó su rostro al suyo, tragó saliva antes de disculparse de antemano.

—Es solo para que vuelvas a respirar —dijo deseando que si Cecil despertaba en ese momento no se enojara.

Dorian lo sostuvo de un hombro y al acercarse su cabello mojado goteó agua fría sobre el rostro de Cecil, sin tardar demasiado se arrimó más, inclinándose sobre él.

Su boca casi tocó la de Cecil, pero estando a una escasa distancia de hacerlo, él recobró el conocimiento, y junto con eso expulsó una bocanada de agua que mojó todo el rostro de Dorian.

El mago del color y el alquimista con pisadas de oro [BL] (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora