59. Impaciente

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¡Advertencia! Algunas escenas sexuales más.

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Dorian sostuvo la mano de Cecil y lo arrastró hacia dentro de la habitación.

—Quiero mostrarte algo.

—¿Qué es?

Dorian caminó hacia el sitio donde estaba su biblioteca y tocó el lomo de sus libros.

—Libros —dijo.

Cecil se acercó y también los tocó, deslizó el índice por el lomo de varios y eligió uno. Lo abrió.

—La leyenda del astuto caracol y el ingenuo camaleón. ¿Lo has leído?

—Sí.

—¡Igual yo! Ese caracol nunca me gustó... —Cecil vio la portada de otro y lo abrió— ¿También tienes uno sobre flores?

—Sí, además tengo un jardín con flores y plantas.

—¿Lo tienes? ¿Dónde?

—Por allí —Dorian señaló una puerta al final de la habitación. Cecil ladeó el rostro notando la similitud, él también tenía uno—. Igual que tú —dijo Dorian sabiendo lo que pensaba.

—Ya veo, ¿qué otros libros tienes? —Cecil retiró tres libros más y los abrió sobre una mesa— Estos también los leí —Regresó a la biblioteca y retiró algunos más. Fue así que descubrieron que muchos de esos ambos los habían leído. Cecil se interesó por los títulos de otros que no conocía y dijo que quería leerlos más adelante.

—Puedes leerlos cuando desees.

—Quisiera quedarme a hablar más... pero debo ir a ver a los heridos.

—Entiendo, ve a hacer tu trabajo, Cecil, yo también haré el mío, iré a pintar.

Dorian recogió los libros y comenzó a devolverlos a la biblioteca, pero Cecil no lo dejaría solo tan pronto. También sostuvo los libros y los devolvió a sus respectivos estantes. Cuando acabó posó la mano sobre la de Dorian que guardaba el último libro.

—¿Qué ocurre? —Dorian alzó la vista y lo observó.

—¿Crees que me iría sin antes besarte?

Dorian mantuvo la mirada en la de Cecil y le sostuvo el rostro acariciándole la mejilla con lentitud.

—¡No me besarás! —dijo sonriendo y aferrándose a la nueva camisa de Cecil, lo presionó contra la biblioteca.

—Espera, Dorian, no la rasgues, me gusta esta vestimenta que escogiste para mí.

La mano de Dorian se aflojó y tan solo la posó en el pecho de Cecil. Se acercó a su garganta inhalando el aroma corporal de Cecil, resoplando y enviando una brisa caliente que le hizo estremecer la piel. Cecil lo sostuvo, sus dedos se cerraban en torno a los lados de Dorian mientras se dejaba besar la garganta. Dorian lo movió y lo llevó hacia la mesa, Cecil se sentó y sostuvo a Dorian contra sí mismo, recostándose ambos.

Y Dorian habló: —Te besaré —anunció y así lo hizo. Se acomodaron sobre la mesa, unas hojas de pergamino, varias plumas y un cuenco con tinta se precipitaron al suelo mientras se besaban, también cayó una pequeña caja con algunos anillos, que rodaron por la alfombra. Dorian sostuvo el cabello de Cecil mientras lo besaba, absorbiendo sus leves gemidos y deseando por oír más de sus sonidos.

Cecil lo alejó para hablarle: —Si quieres podemos hacerlo otra vez...

Dorian ya asentía cuando fuertes golpes en la puerta de la habitación los hicieron detenerse.

El mago del color y el alquimista con pisadas de oro [BL] (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora