Cuando Piensas en Pokemon...

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*Porotos: Sinónimo de "judías"

Antes de salir del pueblo, Ruby y sus amigos aprovecharon que la gente no los reconocía para ir a comprar algo de ropa y comida, pues por tantas peleas las prendas que les había comprado en Ciudad Portual estaban hechas harapos. Solo después de eso se marcharon a la ruta 114, sin prisas.

Se sentían desconfiados de la carta y quien la hubiera escrito, alertas a cualquier emboscada que apareciera, excepto Ruby. Para él, si algo venía, venía, y lo combatirían en el momento, pero no tenía sentido ponerse nervioso antes que sucediera. Era una linda mañana, estaban los seis juntos ¿Qué podía salir mal?

Para tranquilizarlos, los invitó a asaltar personas que se encontraran en el camino. De esa forma se distrajeron un rato. Luego atravesaron un puente de madera para llegar al extremo sur de la ruta. Pero antes de llegar al final del puente, Birdy se dio cuenta de una casa a un lado del camino, muy cerca de la orilla del río.

—¿Será esa la casa de Aredia?— supuso.

—Me imagino que sí— se aventuró Ruby— Nunca está de más preguntar.

—Ten cuidado— le indicó Kitten.

—Sí, mejor quédate detrás de nosotros— sugirió Brainy.

—Vaya, sí que están alarmados. Pues entonces hagamos un escaneo de la zona. Birdy, vuela alrededor de la casa para detectar posibles francotiradores. Brainy, inspecciona los alrededores para detectar emociones hostiles. Smoky, ve con Brainy por si acaso. Fiercy y Kitten, rastreen algún posible agresor con sus oídos.

Todos se marcharon a hacer sus labores, excepto las últimas. Fiercy miró hacia atrás, a un lugar al otro lado del puente. Era muy lejos, pero de todas formas sabía que "esa persona" estaba ahí.

—No te preocupes de eso— la calmó Ruby— Me refiero a que busques personas que nos estuvieran tendiendo una emboscada.

—¿No te preocupa que nos haya seguido hasta acá?— le preguntó de vuelta.

—¿Quién nos ha seguido?— inquirió Kitten.

—Nadie, solo es un saco de arena.

Ruby se sentó un rato, escondido de la vista de quien estuviera dentro de la casa, y esperó a sus pokemon. Le parecía divertido que intentaran jugar a los guardaespalas. El primero en aparecer, por supuesto, fue Birdy.

—¿Y cómo te fue?— le preguntó su entrenador.

—No vi nada, solo unos entrenadores buscando pelea más al sur— contestó, aunque se veía bastante agitado. Ruby observó unas ramitas entre sus plumas, y se extrañó.

—¿Qué te pasó? ¿Te caíste?— inquirió.

—¿Qué? No ¿Cómo me voy a caer?— Birdy intentó evitar la mirada de Ruby, como si hubiera hecho algo malo— Estaba volando cuando... cuando no ocurrió nada.

Ruby lo miró un rato antes de suponer que desconfiar de la palabra de su pokemon era lo peor que podría hacer, por lo que le restó importancia al asunto.

Birdy se fue a sentar a la orilla del río, y ahí se quedó pensativo y en silencio.

—¿Qué le pasa?— se preguntó el muchacho.

Pero pronto llegaron los demás para reportar que no habían visto nada sospechoso, además de los entrenadores al sur.

—¿Lo ven? Vamos, no tenemos nada qué perder— alegó un confiado Ruby.

Todos se pusieron en marcha, pero Birdy se quedó atrás, caminando lenta y distraídamente. Smoky se acercó a Ruby, algo preocupado.

—¿Qué le ocurre a Birdy?

Esclavos de HoennDonde viven las historias. Descúbrelo ahora