Pokeperversión

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—Dormí mucho tiempo en el camino— se quejó Ruby.

Cuando llegó a Ciudad Malvalona ya era medianoche.

Se masajeó las muñecas. Después de su encuentro con Zafiro había logrado destrozar las esposas, pero eso le había dejado heridas molestas.

—¿Dónde está el matadero, a todo esto?

Comenzó a buscar por la ciudad, hasta que, poco tiempo más tarde, se dio cuenta de que los mataderos no suelen encontrarse dentro de las ciudades.

—¡Rayos! ¡Soy un tonto!— exclamó— Cuando me dijeron dónde estaban, simplemente me imaginé que iría a ser esta ciudad.

Miró por todos lados, buscando a alguien que lo pudiera ayudar a ubicarse.

—¡Juajuajuajua!— escuchó la risa de un hombre a su espalda

Ruby se giró, alterado, y se encontró con un anciano de aspecto alegre y un poco panzón.

—Te ves aproblemado, muchacho— le espetó el anciano.

—Lo estoy ¿Me puede decir dónde está el matadero de Hoenn, señor?

Ruby podía ser un criminal, pero no iba a olvidar los modales que su madre le había enseñado.

—¡Claro! Está hacia el oeste, cerca de Pueblo Verdegal— indicó la dirección con su dedo— Simplemente sigue el camino hacia allá. Luego encontrarás un gran edificio en medio de la nada, muy feo y hediondo como mis calcetines.

—¿Está muy lejos?

—No, solo unos 100 kilómetros, más o menos.

—Gracias.

Ruby se marchó corriendo, dejando al anciano con un par de preguntas en la boca.

—No importa— se dijo el viejo. Luego sacó su pokenav y marcó un nombre— ¡Juajuajuajua! ¡Soy yo!

—¿Qué quieres?— inquirió la persona al otro lado de la línea

—Solo quería devolverte ese favor que te debo. Adivina quién se dirige a dónde.

—/—/—/—/—/—

Mientras corría, se le ocurrió un plan para llegar rápido al matadero. Buscó un poco por las calles, hasta que encontró una tienda de utensilios. Ahí rompió la vitrina de una patada, y entró y salió con un cuchillo grande de cocina antes que la policía llegara.

Varias calles más al oeste, pidió un taxi. Los policías le habían quitado su billetera con todo su dinero, por lo que necesitaba otra forma de convencer al taxista de que lo llevara.

—¿A dónde va, joven?— le preguntó el conductor, cuando el pasajero se sentó detrás de él.

—Al matadero

—¿Al matadero?— repitió como si no hubiera oído bien— No voy tan lejos. Bájese.

Ruby se temió que le pidiera eso, por lo que tuvo que dejar el plan A y pasar al plan B: Rápidamente sacó su cuchillo de su capa, y rodeó el cuello del taxista con su filo.

—Llévame al matadero.

El tipo dudó un momento. Luego sonrió.

—Niño, este tipo de bromas te puede meter en problemas.

—No bromeo. Llévame al matadero, y no preguntes.

El taxista suspiró, y finalmente accedió.

—Solo no me mates ¿OK? Tranquilízate... respira...— le pidió con voz temblorosa, mientras echaba a andar el auto

Esclavos de HoennDonde viven las historias. Descúbrelo ahora