Enemigos Ancestrales (1/2)

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Sunny y su equipo entraron a la guarida Magma apenas descubrieron la entrada. Corrieron por las salas y pasillos, derribando soldados apenas los veían, no tenían tiempo para entretenerse con pequeñeces. Recorrieron toda la cueva volcánica, hasta que finalmente llegaron a la sala principal: unas cuantas plataformas sostenidas sobre una enorme piscina de magma ardiente. Sobre una de las plataformas del centro, justo en la orilla, se encontraba una mujer sosteniendo el orbe azul. Sunny lo reconoció enseguida, pero los separaban cientos de metros y decenas de soldados del equipo Magma.

Desde donde estaba, Sunny solo alcanzó a apuntar al orbe con su dedo y gritar una orden.

—¡Quítenle esa esfera azul!

Sin embargo, en ese momento el orbe comenzó a brillar, con una luz intensa, y el suelo que pisaban tembló con furia indomable. Ya había comenzado.

De súbito, en el centro de la piscina ardiente surgió una columna de lava, que creció y creció hasta más o menos la altura del orbe. Luego la lava se disipó, revelando a un pokemon en la cima, sostenido por dos enormes pilares de roca que antes no estaban ahí. Era grande y robusto, con un lomo de color rojo vivo, ojos amarillos y líneas negras que cubrían su cuerpo en extraños patrones.

Groudon miró a la mujer que sostenía el orbe azul. Esta se quitó la capucha que traía, revelando una gran cabellera rojiza atada en un moño.

—¿Groudon?— preguntó ella, con voz autoritaria.

El aludido se limitó a mirarla por un par de segundos más, luego se giró hacia el este, como un Skitty asustadizo cuando oye un sonido extraño. Así se mantuvo por casi un minuto, hasta que despejó su mente.

Repentinamente pegó un salto hasta Flannery, y para su sorpresa, la agarró de la cintura con su enorme garra. Medía más del doble que ella.

—Espera ¿Qué vas a hacer?— preguntó la comandante del equipo Magma.

Pero Groudon no le respondió. Con la portadora del orbe azul en una mano, saltó directamente hacia una de las paredes del volcán. Flannery vio la pared aproximándose a una velocidad mortal, pensó que se estrellarían en medio del vuelo, pero a pesar de los varios metros de roca sólida, Groudon rompió la pared y escapó hacia la superficie.

Se produjo un relativo silencio en la sala dentro del volcán. Los soldados Magma estaban muy consternados para reaccionar o continuar peleando.

Latias y Latios aterrizaron junto a Sunny, preocupados. Este miraba el agujero que había causado Groudon en el volcán, y se preguntó si él sería capaz de hacer algo así también.

—Quizás Ruby se refería a algo como esto cuando nos dijo que huyéramos del peligro inminente— recordó Latias.

—No sabemos qué tan fuerte puede ser ese pokemon, pero se ve endemoniado— concordó Latios— Deberíamos llamar a Ruby, para reportarle lo sucedido y preguntarle por sus siguientes órdenes.

Sunny entonces los miró con desconcierto. Claro que lo que ellos proponían era lógico, pero llamar a Ruby para decirle que había fallado en su primera misión después de tanto tiempo no se sentía del todo bien.

—No puedo creer que haya fallado— se quejó el Typhlosion.

—Sunny— Latias posó una mano sobre su hombro.

—¿Ah?

—Vamos, llama a Ruby. No tenemos tiempo qué perder.

El aludido suspiró, deprimido. De su bolsillo extrajo el pokenav que su entrenador le había dado. Marcó el único número disponible y esperó a que contestara. Las ansias le carcomían el pecho y el estómago, cada tono parecía un mazazo en su cabeza.

Esclavos de HoennDonde viven las historias. Descúbrelo ahora