Fiercy no lo Acepta

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Ruby corrió a vomitar su almuerzo, demasiado mareado por el sube y baja del bote del señor Arenque.

—¡Jajajaja!— rió a carcajadas el anciano— ¿Estás bien, chico?

—Sí, sí— contestó, aunque no lo parecía.

Sus pokemon se reunieron en torno a él, preocupados.

—No te ves precisamente sano— le espetó Smoky— ¿No habrás comido algo que te sentó mal?

—No, es solo que me mareo en los botes— sacó la cabeza por la borda para vomitar de nuevo— Me sentiré mejor cuando se me acabe la comida del estómago.

De alguna forma eso no les sonó bien a los pokemon, pero no había de otra. Llegarían cerca de las seis de la tarde a Pueblo Azuliza, por lo que tenían un par de horas más de Ruby mareado.

—Oye, Ruby ¿Qué es eso de Pokemon Gijinka?— le preguntó Brainy, una vez él pareció sentirse mejor.

—Ah, se me ocurrió cuando peleábamos contra Roxanne— admitió él— ¿Les gusta el nombre de nuestra organización? Disculpen que no se los hubiera contado antes.

—¿Y qué significa?— inquirió Fiercy— No es algo cursi ¿O sí?

—No. Gijinka significa algo así como... a ver... "de aspecto humano" o algo por el estilo. Mi idea es que, como somos los liberadores pokemon, tenemos que forjar en la mente de las personas que los pokemon y los humanos son iguales ¿Entienden? ¿Aspecto humano? ¿Igualdad?

Los pokemon asintieron, haciéndose la idea.

—Claro, tiene sentido— lo apoyó Brainy.

—/—/—/—/—/—

Después de un par de vómitos más, llegaron al puerto de Pueblo Azuliza, un extraño pueblo construido sobre una playa. Aparte del gimnasio pokemon, que se veía tan imponente como cualquier otro gimnasio, no había muchas otras casas. Ruby se sorprendió de no encontrar mucha diferencia al compararlo con Villa Raíz.

—Así que aquí vive el líder del gimnasio— se dijo a sí mismo, contemplando el castillo a lo lejos.

—Ten cuidado— le advirtió el señor Arenque— El Tipo Lucha tiene muchas ventajas.

—Sí, ya sé— Ruby miró a su Poochyena— Fiercy, esta vez te quedarás dentro de tu pokebola.

—¿Qué? Espera ¡¿Qué?!

—Tipo Lucha es fuerte contra tipo Siniestro— recordó Brainy— Ruby tiene razón.

—Eso no significa que me vayan a derrotar de un golpe— se defendió ella.

—Pero sí significa que estarás en gran peligro, y no puedo dejar que te expongas a eso— le explicó Ruby— Ahora todos vuelvan a sus pokebolas, iremos al Centro pokemon y después yo iré a reunir información sobre el gimnasio.

Todos le obedecieron, aunque Fiercy no se molestó en ocultar su enfado. Ruby se puso en marcha hacia el pequeño pueblo.

Después de un par de cuadras, se dio cuenta de que los lugareños se lo quedaban mirando de reojo, y que algunos se reían. En eso recordó su fotografía en el periódico.

—¿Se habrán dado cuenta? Qué rápido viajan las noticias en Hoenn— pensó, algo tenso.

Pero al contrario de lo que creía, logró llegar al Centro pokemon sin contratiempos. Lo que no se esperó era que tuviese que hacer fila para recuperar a sus pokemon. Delante de él se encontraba un tipo de pelo azul, muy atlético, esperando que le entregaran a sus compañeros. Ruby nunca había hecho fila en un lugar como ese, pero no se molestó. Esperó a que el tipo atlético terminara de hacer lo que tuviera que hacer.

Esclavos de HoennDonde viven las historias. Descúbrelo ahora