PersonajesxMale!Reader (Yaoi - Volumen II)

The Owl House: Hunter | Espejismo de trasnoche

(N/A: Dicen las malas lenguas que The Owl House fue cancelado por órdenes directas del ratón. Bueno, nada de valor se perdió. Entre shippings obvios de la primera temporada y shippings en el fandom con aspecto homofóbico nada iba a salir bien. Ya lo hemos visto antes).

Canción-OST: "We Will Always Love You" de The Avalanches ft. Blood Orange.

Tiempo estándar de lectura: 00:07:38

Palabras: 2711.

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Podías sentir el ritmo irregular de tu respiración galopante y los pasos intranquilos cayendo sobre el paso de tierra, hojarasca, evadiendo insectos y obstáculos esperando no ser seguido por nadie. La inerte soledad de tu ser te hacía sentir seguro mientras caminabas con rapidez esperando que se mantuviera buscando un alivio de tu exilio.

No pensabas en nada más que seguir adelante, mover los obstáculos rápidamente y no mirar hacia atrás sin importar lo que pasara. Mantenías la mirada fija hacia adelante, con las manos cerca de tu rostro para alejar lo que sea que se pusiera frente a ti.

Y comenzaste a sentirte cansado. Lastimado por el viaje, con los pies adoloridos, con la vista cansada, con mucha hambre y sed, con ganas de caer en un sueño profundo.

De lejos notaste el camino que daba la entrada a una aldea muy pequeña. Curiosamente, en la cercanía del camino, el primer edificio que estaba ubicado ahí era algo espacioso. Era un edificio viejo, corroído, quizá de los años antes del reinado de tu antiguo líder, y que tenía la pinta de ser uno de esos lugares donde se perdían los encantos de paso.

"De eso a nada", pensaste.

Lentamente te fuiste acercando a la entrada de aquel lugar. La puerta estaba abierta y solo permitía la libre entrada del cálido polvo de hadas nocturno que era el aire mojado y cálido que llegaba hacia aquella aldea.

La entrada daba fe de que era una posada.

Sorpresa, notaste que todas las llaves estaban en su lugar. Quizá había sido un mal día o quizá era el mal agüero de los días que se acercaban con tu escape.

—¿Le puedo ayudar en algo? —Preguntaba la dependiente esperando desde la recepción.

Antes de regresar la mirada hacia ella observas que el interior de la posada no tiene la misma pinta que la de afuera. Estaba medianamente cuidada, con poco polvo, un tanto de muebles finos y papel tapiz imitación de terciopelo dándole un toque de lujo.

—Ah... Sí.

—¿Está de paso?

—Sí, de hecho... ¿Tiene habitaciones disponibles?

De repente entraron dos comensales más y se sentaron en las sillas finas del otro lado. Bebían los últimos restos de sus botellas de sangre de manzana que habían comprado en las fiestas patronales.

La dependienta sonrió forzadamente por tu despistada pregunta.

—Estás de suerte... Setenta cobres la noche.

Moviste la máscara de tela que cubría tu rostro (c/p) y bajaste la mirada hacia lo que ayudaba a ocultar tu cuerpo. Llevabas una capucha encima que, al alejarla, dejaba ver unas tiras de cuero sobre tu pecho sosteniendo unas bolsas llenas de polvos, hierbas medicinales y otros insumos para tu viaje. Tomaste una de las bolsitas y dejaste salir tres objetos de cantos lúcidos sobre la mesa.

—¿Estas servirán?

Tres monedas de oro, brillantes y relucientes como las que rara vez se veían en aquel poblado. La encargada las tomó y las examinó lentamente.