PersonajesxMale!Reader (Yaoi - Volumen II)

Overwatch: Reinhardt Wilhelm | Cuestión de experiencia

Canción-OST: "Tu Nombre y El Mio" de Lisandro Aristimuño.

Tiempo estándar de lectura: 00:08:39

Palabras : 1827.

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Todos los días era lo mismo en Overwatch en cuanto se trataba de ti. Sonaba la alarma, te levantabas, te bañabas, explorabas tu (c/p) cuerpo, te lavabas los dientes y acudías a tomar los alimentos para comenzar el día. Y todo sería normal de no ser por un par de pensamientos.

El primero, no muy relevante, era el hecho de estar en Overwatch como un héroe multifuncional. Al principio inseguridad, al ser muy joven y casi niño ante los ojos de Mercy y Tracer quienes te acompañaron en tus primeros días.

Y segundo, cuando lo mirabas como siempre. Por fuera parecías normal, como si fueras un enemigo examinándolo para encontrar su punto débil. Pero no, era lo contrario. Y ese segundo pensamiento entraba con otros más.

Podría ser tu padre o tu abuelo, no te va a dar atención ningún día, y ni te atrevas a hablarle porque capaz y podría romperte la cara en cuanto le intuyeras algo.

Pero el corazón quiere lo que quiere, y tu corazón se fijaba en aquel hombre maduro que tomaba café y leía. El hombre vestía una camiseta azul oscura, pantalón negro y botas tácticas de color café. Dada su edad tenía el pelo blanco peinado hacia atrás, un bigote blanco y una barba de la que estaba bastante orgulloso. Su ojo derecho era azul y tan claro como un cristal, pero su ojo izquierdo se mantenía inerte, perdido, por una cicatriz de batalla que corría diagonalmente su rostro.

Su nombre era Reinhardt Wilhelm, y desde el primer día que lo viste fue cuando quedaste obsesionado con él. Sorprendido más, que se pudiera mover de ese modo y ser un héroe a pesar de la edad que mostraba.

—Buenos días, (t/n).

Su acento alemán y su voz madura te hacen estremecer y salir de tu fantasía.

—Ah... Buenos días, señor.

Respondías así de ese modo a todos. Él te miró intrigado en cuanto hablaste pero no pudiste devolverle la mirada, era obvio que te intimidaba.

—¿Por qué tan temprano?

—¿Por qué la pregunta, (t/n)?

—Bueno... Fue una semana difícil... Creí que... Bueno... Ya sabes... Estaría descansando como todos...

—¡Iba a decir lo mismo! Ustedes los niños de ahora son perezosos hasta en los fines de semana —añadió con una risa estruendosa.

—No soy perezoso —contestas—. Solo es... Una pregunta habitual. Yo siempre me levanto temprano.

Amabas todo de él. Su risa atronadora tan llena de energía que te hacía feliz, su sonrisa áspera y sexy que te hacía estremecer. Era demasiado perfecto como para ser real y más aún con su edad que aún no perdía esa chispa.

—Creí que tendrías problemas —dice.

—¿Por qué?

—De la última misión, (t/n). Tres horas creí que te habían hecho bastante daño.

—No es eso... —No pudiste terminar y te mordiste el labio.

—Reinhardt —añadió para intentar apaciguar tu silencio—. No es tan difícil que lo digas, niño.

—Sí... Bueno... No es que sea frágil es que... Yo... Bueno, sin ofender pero tú eres enorme.

Él se rio al escucharte.