☀Capítulo 44: ¡Hoy pude golpear a Jin, sin ninguna razón!☀

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— ¡Aish...! ¡¿Qué te sucede, tonta?! — Me cuestiono molesta, haciendo una mueca y golpeando con las palmas de mi mano mi cabeza.

No tengo ni idea de que pasaba por mi mente anoche, quizás me deje llevar al ver su pecho tan bien marcado y... ¡Heesook, chica impura! Muevo mi cabeza de un lado a otro tratando de alejar todo tipo de pensamientos pervertidos, pero me resulta imposible no recordar lo de anoche. 

— Debería ir a confesarme a la iglesia y ver si me sacan todos estos espíritus chocarreros que cargo encima... — Musito para mí misma, sin importarme que las personas a mi alrededor me vean raro por hablar sola. Sin dudas en estos momentos tengo problemas más importantes.

Si esa enfermera no hubiese entrado a la habitación quien sabe hasta dónde hubiéramos llegado. Siento como un calor invade todo mi cuerpo y comienzo a abanicarme con mi mano... No sé ni cómo podré verle la cara hoy al idiota. 

Al recordar que el idiota me espera, comienzo a caminar con prisa en dirección al hospital. Le doy una mirada rápida a la bolsa que traigo en la mano y sonrió como toda una tonta. Hoy le llevo un regalo, ya que le encantan las sorpresas... Las cosas más simples podían hacerlo realmente feliz.

— Espero le guste. — Susurro, bajando por un momento la mirada al obsequio, pero esto solo ocasiona que termine chocando con alguien.

Levanto la mirada para disculparme y veo que es el médico de Jimin. Sé que puede sonar raro, pero dudo sobre los yesos de Park, no sé porque pero algo dentro de mí me dice que algo más sucede, tenía que quitarme esta duda ridícula y creo que es el momento.

— Disculpe — Musito haciendo una reverencia.

— No te preocupes. — Se apresura en responder, mostrándome una amable sonrisa y se dispone a seguir.

— Espere, quiero preguntarle algo — Sin pensarlo, lo detengo tomándolo del antebrazo — ¿Puede decirme realmente que tiene, Park Jimin? — Cuestiono mirándolo de manera seria.

— No sé a qué se refiere, señorita — Dice y me mira confundido.

— Lo del yeso... ¿De verdad el chico solo tuvo un accidente? O algo más ocurre — Me atrevo a cuestionar, alzando una ceja por lo último.

— Es solo el yeso. — Afirma — Si solo era eso, debo irme, tengo prisa... — Continua, sonriendo gentilmente para darse nuevamente la vuelta.

Le agradezco con una reverencia y veo cómo se va rápidamente, desapareciendo entre las personas. De cierta forma me siento más calmada y sin más sigo mi camino.

En cuestión de minutos me encontraba frente a la puerta de la habitación en la que se encuentra Jimin, antes de entrar suelto un suspiro y acomodo algunos mechones de cabello. Toco levemente, pero nadie responde, así que me atrevo en asomar la cabeza por la puerta, encantándolo con sus audífonos puestos y sus ojos cerrados. Me acerco con una sonrisa leve y me paro a su lado, contemplado su rostro tranquilo y delicado... Cualquiera al verlo así, podría creer que es un ángel.

Como si se tratara de una película vuelven a rodar por mi cabeza los recuerdos de anoche y mis mejillas no tardan en calentarse. ¡Mierda, Heesook! Seguramente debes estar roja como un tomate. En un impulso me giro para que no me vea en este estado, pero solo termino tropezando con una silla y cayendo al suelo de rodillas. Carajo, ¿Por qué no me sorprende? Un estruendo suena y escucho como la camilla rechina al idiota sentarse de golpe en la cama, seguramente asustado.

— Ash... — Musito cerrando los ojos y haciendo una mueca arrepentida.

— Hee... ¡¿Estas bien?! — Exclama en un tono de voz notoriamente preocupado.

💌Cartas para un idiota💌 » PJM ️© «Donde viven las historias. Descúbrelo ahora