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En ese momento Wonho deseaba poder estar en su forma humana, agarrar la muñeca de Hyungwon, esconderlo detrás suyo y enfrentarse al hombre que había llegado con un aura sombría y amenazante mientras miraba al chico.

—Esposo, no sabía que habías vuelto. —mencionó el delgado poniéndose de pie y siguiendo con su actuación de supervivencia. —Pero que bueno que ya estés en casa.

Sonrió tratando de parecer feliz de verlo, sin embargo el hombre no se tomó muy bien su bienvenida.

—¿Por qué no saliste a recibirme? —preguntó con enojo pero antes de que él pudiera responder, él sacó sus propias conclusiones. —¿Acaso no recuerdas el día que tu esposo vuelve a casa así que por eso invitas a otros hombres?

Hyungwon frunció el ceño.

—Esposo, creo que te confundiste. —intentó explicar. —El hombre que estuvo hoy aquí...

Antes de que pudiera terminar su explicación el primer golpe se detuvo en su rostro con una palma bien abierta, obligandolo a caer nuevamente.

—Ni siquiera lo niegas, ¿eh? —gruñó con molestia. —¿Cómo es posible que tengas que avergonzarme de esta manera aún cuando te doy todo? —preguntó con ira. —¡¿No te basta con todos tus privilegios?! —gritó arrastrándolo por el suelo, tirando de su cabello. —¡¿Acaso estás tan insatisfecho que necesitas a otro hombre para que te llene?!

Hyungwon trató de ser fuerte, pero el dolor estaba siendo insoportable a ese punto y aunque trataba de luchar por soltarse, su fuerza no era suficiente para detener el abuso.

—¡Yo no hice nada! —exclamó en medio de un doloroso lamento. —Por favor, déjame explicar... Te juro que no hice nada... —suplicó entre el llanto, mientras era arrastrado por el suelo solamente de su cabello.

El león estaba alterado dentro de la jaula, pero no podía hacer nada y la impotencia lo inundaba inevitablemente. Rugió y corrió en busca de desviar la atención del hombre, pero nada fue suficiente y ambos acabaron saliendo de su campo fe visión, aunque todavía a lo lejos podía escuchar el llanto de Hyungwon, y después más golpes y gritos todavía más desgarradores.

Wonho estaba desesperado. Se sentía igual que cuando se dio cuenta que no había podido defender a Minhyuk. La única diferencia es que esta vez todavía no era tarde, pero estando cautivo poco podía hacer.

Más tarde se dio cuenta por la misma boca de los sirvientes que ellos eran los que habían aprovechado a inventar una falsa escena en contra de Hyungwon aprovechando que el hombre estaba ebrio cuando volvió. Incluso escuchó decir que no habían anticipado que el hombre se pusiera tan violento, y que sólo habían querido darle una pequeña lección a Hyungwon para que reconociera que no era mejor que ellos, pero al final ninguno estaba genuinamente arrepentido de haber creado un infierno de la nada.

Cada vez que escuchaba que su nombre era mencionado con tanto desprecio, Wonho ya no podía sentir nada más que ira. Quería hacerlos añicos y principalmente al hombre que había dañado tanto a una persona tan dulce.

Tuvieron que pasar un par de horas de silencio antes de que Wonho volviera a saber algo de Hyungwon. En realidad el león no había tenido un sólo minuto de paz desde que el llanto del menor cesó, ya que en su mente apareció el peor escenario que se podría imaginar, y no sabía qué haría si ese fuera el caso.

Si Hyungwon muriera en manos de ese hombre...!  ¿Qué le quedaría en la vida?

De repente un ruido torpe lo sacó de su ensimismamiento, y aunque intentó ver, la falta de luz en el lugar y la gran distancia que había no le permitió divisar correctamente de qué se trataba, hasta que una esbelta figura tambaleante apareció frente a él, rasgandole el corazón.

Pese al frío nocturno, el delgado parecía estar totalmente desnudo, únicamente vistiendo una bata de satén rojo y odiaba lo que eso significaba. Su delgado cuerpo estaba cubierto de marcas rojas y violetas. Sus pies estaban descalzos y temblorosos, incluso su bonito rostro tenía las marcas de una guerra que no podía librar solo, pero lo que más le dolió fue ver aquella linda mirada inundada de lágrimas, profundamente vacía pero todavía intentando sonreír cuando lo vio.

Estaba claro que no era el Hyungwon que conocía. Este Hyungwon estaba ebrio y aunque intentara sonreirle, su sonrisa fue efímera y vacía, y rápidamente se reemplazó por un sollozo cansado.

Su andar era errático en gran manera, esa fue la primera vez que Wonho veía al elegante Hyungwon luciendo como si hubiera perdido la cordura, y le tomó mucho tiempo llegar a su jaula.

Cuando lo vio llegar, Wonho esperó que hablara con él, que le contara lo que había ocurrido si eso lo hacía sentir mejor aunque no pudiera responderle. No importaba lo que fuera, sólo quería ayudarlo de la forma en la que el menor quisiera que lo ayudara, pero no se esperó que él abriera la jaula torpemente e ingresara directo hacia él.

Esa acción fue terriblemente arriesgada, ya que si él fuera un león normal podría haberlo atacado sólo por el hecho de venir en mitad de la noche. Esa acción sólo la tendría alguien que...

Que no quisiera vivir.

—Hola bonito... —dijo con una sonrisa en medio del llanto, después de dar un gran sorbo a la botella que llevaba en la mano. —Sé un buen chico y hazme un favor... —pidió acercándose torpemente, enseñandole sin querer, el daño en su cuerpo a Wonho. —Estoy cansado... —dijo con un hilo de voz antes de caer de rodillas y soltar la botella. —Sólo haz que todo el dolor cese... —pidió con la voz rota debido a lo dañada que estaba su garganta por sus gritos. —Por favor, acaba con todo... No puedo más.

Tan pronto como dijo eso, rompió en llanto desconsolado frente al león quien no podía ni siquiera reaccionar al procesar lo que Hyungwon le había pedido.

No pasó mucho tiempo antes de que el delgado cuerpo cediera, quizá por la falta de comida, quizá por el alcohol o quizá por el dolor físico y emocional, pero fuera cual fuera la razón, Hyungwon quedó inconsciente frente a él, tirado boca abajo, descalzo y con una simple bata de satén.

Para Wonho no había ninguna otra imagen más dolorosa que esa.

Con toda la impotencia de su corazón trató de mover cuidadosamente al chico, lo llevó hacia el sitio que el mismo Hyungwon le había arreglado para dormir, y después de depositarlo ahí, usó su propio cuerpo y pelaje para proveerle un poco de calor al frío y adolorido cuerpo inconsciente que tuvo pesadillas y se quejó de dolor incluso mientras dormía.

El león se mantuvo en vela incluso cuando los primeros rayos de sol comenzaron a iluminar el cielo, todo para asegurarse de que su chico seguía estando ahí, que no había dejado de respirar, que no había cedido definitivamente al dolor.

Y mientras lo miraba dormir, abrazando inconscientemente su pelaje y suspirando debido al temor que no lo dejaba en paz ni siquiera en sus sueños, todavía resonaba en su cabeza la petición que él le hizo.

Decidió que iba a hacer que todo
el dolor de Hyungwon cesara.
Era una promesa.

Era una promesa

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Need Of Freedom  [Monsta X] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora