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Después de aquel día, todo parecía ir igual. Todo parecía ser lo mismo y los días daban la impresión de estar nublados todo el tiempo, independientemente de si hacía calor o frío. Es más, ni siquiera podía decir con exactitud cuantos días habían pasado desde que aquellas hirientes palabras ingresaron por sus oídos y se clavaron en su corazón.

Estando en una de las jaulas, viendo a la nada, se sobresaltó por culpa de un alboroto y como era de esperarse, lo había creado Wonho otra vez.

Desde que fueron raptados por esas malditas personas, habían estado todo el tiempo en su forma animal y en jaulas, separados, comiendo apenas lo justo, obligados a hacer trucos tontos con unos supuestos domadores que, en cuanto se rehusaban a hacer algo, los golpeaban con un látigo hasta el cansancio o directamente los sedaban y los devolvían a las jaulas.

Probablemente Wonho estaba destinado a ser su atracción principal debido a que era un león joven, hermoso y robusto, pero él no compartía el mismo pensamiento que ellos y se negaba a todo, sin importar lo que le hicieran. Ya habían intentado ponerlo junto al viejo león domado que a pesar de estar en un estado precario, realmente seguía sus órdenes, quizá por miedo o resignación, pero aún así, Wonho seguía rehusandose.

Los latigazos llovían de muchos sitios y aunque Shownu y él se agitaran queriendo hacer algo por Wonho, poco podían hacer más que gruñir dentro de sus jaulas y ganarse un par de latigazos también.

A veces, mientras miraba a los mayores en esa situación, pensaba que todo había sido su culpa, que si nunca hubiera simpatizado con Minhyuk, tal vez nada de eso estaría ocurriendo y ellos serían felices.

Y libres.

Pero, ¿Como podría sentirse arrepentido de amar a ese rayito de sol? ¿Cómo podría siquiera fingir en repudiar el sentimiento más bonito que tuvo en la vida?

Tal vez era demasiado egoísta, pero se negaba a soltar esos recuerdos de aquel tiempo en el que la calidez de Minhyuk todavía lo abrazaba y no hacía tanto frío...

— ¡Tu turno! —gritó una voz muy cerca de su jaula, entonces tiraban de las cadenas y lo obligaban a caminar, le asustaban con fuego o le mostraban palos y látigos en señal de que estaban preparados para castigarlo tan pronto como se negare a obedecerles.

Los mayores estaban agobiados, agitados y adoloridos para cuando llegó su turno, pues ellos ya habían pasado por el sufrimiento antes que él y aunque también quisieran impedirlo, ya no tenían fuerzas, y solo les quedaba la impotencia de desear regresar el tiempo o de llorar amargamente.

Cuando Jooheon fue arrastrado a otro sitio, habían cosas extrañas que él no conocía del todo a pesar de haber vivido un tiempo entre humanos. Era algo parecido a un taburete donde le estaban obligando a subir y delante de ello había un enorme aro extraño.

La gente comenzó a gritarle que lo hiciera, que saltara y diera su mejor espectáculo, seguían asustandole con fuego y al no ver ninguna reacción, le pegaban con palos.

En aquel momento deseaba tanto convertirse en su forma humana y gritarles que pararan de hacerles daño, que también eran como ellos, que sentían, que lloraban, que tenían el corazón destrozado por uno de los suyos.

No querían ser un espectáculo, querían ser libres.

Desafortunadamente no podía hacer eso, pues aunque la intención en su cabeza fuera buena, tenía más que comprobado que el peor ser sobre la tierra era el humano, y que, si cambiaba de forma, seguramente lo encerrarían profundamente, lo golpearían más fuerte o simplemente lo matarían en el acto para deshacerse de aquella extrañeza que no combinaba con el mundo humano, porque no tolerarían que existiera una especie superior, nunca.

Need Of Freedom  [Monsta X] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora