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Ese día al igual que todos desde que fue separado de su felicidad, estaba desanimado. Echado en el suelo de la jaula, pegando la barbilla al suelo mientras sentía su corazón vacío y su cuerpo arder por los latigazos propinados durante todos esos días, pero ni ese dolor era más fuerte que el de su corazón.

La comunicación con los mayores era casi nula a causa de la distancia, y por más que hubiera pensado en un plan para poder escapar, no podía llevar nada a cabo debido a su falta de comunicación. No quería que por una alocada idea suya, todo saliera mal y acabara perdiendo a los únicos que le quedaban, por eso no podía darse el lujo de actuar precipitadamente, pero cada día que pasaba era una agobiante tortura.

El día se le iba en mirar a través de las rejas de su jaula, pensar en qué podría hacer y finalmente deprimiendose al punto de dejar de comer por no encontrarle salida a sus problemas. Incluso había cedido a los humanos, a pesar de sus torturas y a lo mucho que se había rehusado al inicio, acabó cediendo y convirtiéndose en el títere que ellos querían, aunque allá en el fondo de su alma, todavía existía alguien ansioso por ser libre.

— ¡Hey! —dieron tres golpes en las barras de metal— Levántate, es hora.

Al escuchar esa frase no la comprendió del todo, pero supuso que se trataba de la rutina de adiestramiento de siempre, y como ya había cedido al control de los humanos, obediéntemente se levantó y esperó a que alguien lo guiara hacia el lugar al que debía ir, tal como siempre. Pero no se esperó en absoluto que ese lugar al que fue llevado, fuera realmente un espectáculo.

Habían humanos ahí... ¡Muchos!
Y gritaban en algarabía al verlo, pero no sabía cómo sentirse con esa clase de atención.

¿Es por eso que lo golpeaban todos los días? ¿Sólo por hacer feliz a toda esa gente?

No se había dado cuenta en qué momento había dejado de estar prestando atención a su entorno, pero volvió a sus cinco sentidos a causa del latigazo que le propinó el humano que generalmente lo golpeaba al no obedecer, solo entonces fue que notó que se le había dado una orden y no la había cumplido.

De repente, aquel sentimiento que había estado dormido por muchos días, empezó a despertar nuevamente en él; el instinto de querer ser libre, e irse de ahí demostrando lo poderoso que era.

Ser testarudo era algo que se le había dado muy bien durante toda su vida y al recibir por segunda vez un fuerte latigazo en medio del sepulcral silencio de aquella enorme masa de gente, rugió desde lo profundo de su pecho en dirección al hombre del latigo.

Su fuerte rugido fue acompañado de algunos gritos de miedo, y el hombre que hasta ese momento fingía mantenerse firme, lo amenazaba con el látigo una y otra vez, pero ya no le importaba. Al menos no hasta que vio claramente como detrás de aquel hombre, en la zona donde toda la gente no podía ver, estaban tres tipos sosteniendo unas largas armas, dispuestos a abrir fuego contra él en cualquier momento.

De repente se sintió perdido. Quería ser valiente y mostrar su autoridad frente a aquella persona que lo había dañado tanto, pero todas sus acciones eran con la finalidad de irse, ser libre y buscar a Minhyuk, aún con la enorme probabilidad de que su búsqueda fuera en vano.

No quería morir ahí.

Resignado, doblegó su ego y su dignidad una vez más y finalmente se inclinó ante el hombre, haciendo un sonido bastante similar a un ronroneo, provocando que la reacción de la gente cambiara inmediatamente y volvieran los aplausos.

El hombre que hasta hace un momento había estado asustado, fingió que nada había pasado y lo acarició falsamente como si quisiera alardear ante el público lo bien que había entrenado al tigre y lo mucho que este lo quería por su supuesto buen trato.

Jooheon se sintió agobiado y furioso por la acción, pero esta vez decidió ser más precavido y simplemente obedecer. Ese era el camino más fácil, obviamente, pero sin duda era el más amargo para su herido corazón.

El hombre lo guió hacia los típicos trucos que debía hacer, lo asustaba con fuego cuando no hacía lo que le pedía y también mantenía el látigo muy de cerca, esperando a darle una paliza en cualquier momento. Pero lo peor eran las reacciones tan felices de la gente ante tal tontería.

En uno de sus recorridos por el lugar donde debía hacer los trucos, aprovechó a echar un vistazo a esa gente, y era simplemente desconcertante. La mayoría no parecía gente mala, incluso estaba casi seguro de que si lo vieran en su forma humana, sufriendo tal humillación, ellos optarían por irse, insultar y denunciar a estas personas, pero ¿por qué si estaba en su forma animal no podía tener el derecho de ser libre? ¿Y por qué se veían tan felices por ello?

Mientras más escuchaba los aplausos, y mientras más veía felices a los niños, menos entendía el por qué de las cosas. Y ahí, en medio del fuego, los aros y las sonrisas de los niños solo podía imaginarse a sí mismo corriendo por algún lugar, siendo perseguido por sus pequeños cachorros, pero bajando la velocidad sabiendo que los pasos de ellos serían torpes todavía, Minhyuk ayudándoles a cumplir su objetivo y las risas de los mayores en el fondo complementarían la escena a la perfección, pero no tenía nada de eso.

Y mientras se perdía en su imaginación, de repente se encontró con una mirada aturdida y húmeda que en un principio no pudo entender. El dueño de esa mirada era un chico que parecía joven, incluso más joven que Jooheon, pero había tanto dolor en esos ojos al verlo, que le hizo preguntarse qué ocurría.

No fue hasta ese momento que se dio cuenta que sus propios ojos estaban húmedos también. La única diferencia era que ese chico tenía alguien al lado quien lo abrazó y consoló, mientras que él solo podía tragarse su dolor, seguir con el espectáculo y evitarse más latigazos. Pero algo inesperado sucedió y al ver con más detenimiento en dirección a aquella persona mientras ignoraba los llamados de su domador, pudo ver claramente una fuerte aura alrededor del chico, y no cualquier aura, sino aquella aura que solo los de su misma especie eran capaces de percibir.

¡Un aura de color morado, tan brillante como el neón! Pudo percibir claramente que esa era un aura de los suyos.

El aura de un lobo negro.

Need Of Freedom  [Monsta X] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora