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Un nuevo día se dió a conocer cuando los rayos de sol acariciaron las cortinas

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Un nuevo día se dió a conocer cuando los rayos de sol acariciaron las cortinas. Una suave brisa entraba por una pequeña rendija, esa típica que es fría pero no lo suficientemente como para abrigarse.

MinWoo abrió sus ojos con cansancio. Sentía su garganta doler por lo gritado la noche pasada, sus brazos aún sentían los golpes que su madre le había dado.

No sabía si reír o llorar. Tal vez reír haría que borre los malos recuerdos..o podría llorar y liberar todo el estrés y dolor que sentía.

Su cuerpo se acomodó boca arriba, mirando el techo. Su cabeza estaba llena de pensamientos mezclados.

"¿Será que malinterpreté todo?"

"Tal vez esa no era su intención.."

"Debería volver y disculparme.."

"Pero..me hizo sentir incómoda, ¿Por qué debería disculparme?"

Su estómago rugió con fuerza, acomodó una mano arriba de su abdomen y jugueteó con sus dedos.

Miró la mesa de luz y tomó su celular. Lo encendió y miró la hora. Los números blancos marcaban las seis veintisiete.

Decidió ponerse de pié y cambiar su ropa. Una remera amarilla oversize y unos shorts negros de jean. Con los pies descalzos salió de la habitación sin hacer ruido.

La casa estaba silenciosa, los pájaros cantaban de vez en cuando. Bajando la escalera, vió que la luz entraba hermosamente por la ventana. La casa de Jaehyun era muy linda y sencilla, ideal para una familia pequeña o vivir solo.

Su cámara fue hecha pedazos cuando su madre tiró sus cosas a la calle. Eso le había dolido a su bolsillo, no eran muy económicas..bueno, deberá dejar el club de fotografía para otro momento. No sé amargaría desde tan temprano.

Ató su cabello y caminó a la cocina. Haría el desayuno para YoonOh y Haneul.

Durante la madrugada, cuando aún no podía dormir, buscó en internet que podrían comer los bebés de la edad de la peque.

Así fue como comenzó poniendo el agua a calentar y sacándole la cáscara a una manzana, la cortó en pedacitos pequeños y preparó una mamadera con la fórmula ya puesta, quedaría ponerle agua caliente y estaría lista. 

El agua hirvió y sirvió una taza de té para ella, después tapó la pava y se sentó en la mesa luego de ponerle azúcar.

Iba por mitad de esta cuando escuchó la puerta abrirse y suaves pasos bajar las escaleras. En cuestión de segundos, el dueño de casa estaba frente a ella mirándola con sorpresa.

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