Con la amenaza de una posible invasión frente a nosotros las cosas se veían complicadas, por alguna razón todos esperaban que yo tuviera un plan para solucionarlo y más sorprendente aún, es que yo efectivamente lo tenía.
-Rosa, necesito que busques a todos los comerciantes extranjeros que vinieron a comprarme a la aldea y les pidas que firmen este papel, diles que si lo hacen les daré un descuento. -Dije mientras pasaba un pergamino a la mujer lobo, quien sin dudarlo un segundo acató la orden.
-¿Qué planeas? -Preguntó el señor Donovan, yo por mi parte sonreí.
-Aunque les dijera donde conseguir tales materiales, sería prácticamente imposible para ellos llegar allí, por eso se me ocurrió un plan para hacer que decidan volver. -Respondí confiado.
-Espero que funcione.
Una hora más tarde la mujer lobo volvió con un total de 16 firmas.
-Vine lo más rápido que pude, como sólo hay una posada se hizo más fácil encontrarlos.
-Esto servirá, Señor Donovan, por favor lléveme con el general enemigo. -El hombre se mostraba inseguro de tal decisión pero terminó por soltar un suspiro y asentir.
-Solo espero que funcione. -Tras un rato, una escolta de ocho soldados estaban conmigo, estos me guiaron por el bosque hasta el campamento de los soldados, los cuales se mantenían vigilantes ante mi llegada.
-¡Identifíquese! -Gritó el soldado del frente.
-Somos del ducado de Donovan, venimos a negociar, el guardia se mostró algo escéptico, pero tras pasar el mensaje a su superior y que este le respondiera, volvió a hablar.
-El general los recibirá de inmediato. -Con esto pasamos de inmediato hacia una carpa lujosa donde un hombre de aspecto regordete pero cuerpo fornido y mirada seria estaba sentado viendo unos papeles.
-Me dijeron que vendrían. -Dijo con voz profunda el hombre.
-Entonces sabe que venimos para pedir que retiren sus tropas. -El general me miró con cierto enojo.
-Eso no va a pasar.
-¿Cuales son sus exigencias?
-Los artesanos que fabrican aquellos extraños productos.
-Lamentablemente no podemos dárselos, ellos no viven en el ducado ni en ningún sitio que pueda alcanzar un humano.
-No subestimes a nuestro ejercito emisario.
-No lo hago, aunque admito que sí dudo un poco de su previsión respecto a las consecuencias de la guerra. -El hombre se levantó con la mirada enojada.
-¿Nos subestimas? -Fue en ese momento que dejé el pergamino firmado sobre la mesa.
-Esos son algunos de los cientos de comerciantes que visitan el territorio por nuestros productos cada año, como podrá notar, hay nombres grandes eh incluso miembros importantes de la asociación de comercio. -Un nombre que aprendí hace tiempo, son básicamente el gremio de aventureros de este mundo. El hombre leyó cada firma con detenimiento y luego alzó la vista.
-¿Qué intentas decir emisario?
-Una guerra, incluso una fugaz, podría dificultar sino es que imposibilitar el comercio del que tanto se benefician estos hombre ¿Cómo cree que reaccionarán al saber que su reino es el culpable de que perdieran un activo tan importante? Probablemente termine en un conflicto directo con la asociación ¿Está su rey listo para sobrevivir teniendo a los comerciantes en su contra? -El general se quedó pensativo.
-¿Qué sugieres entonces emisario?
-Un tratado de comercio masivo, obtendrás los productos en gran cantidad y por un precio reducido.
-No intentes engañarme, si se oye demasiado bueno, seguramente lo sea.
-¿Tan obvio fui?
-¿Cuales son tus demandas?
-Es simple, en caso de una invasión extranjera, contar con su nombre para asustarlos, así puedes proteger tu inversión ¿Qué dices?
-Aún así seguirían vendiendo a otros mercaderes.
-Con un precio más alto y en menor cantidad, por lo que su reino tendría ventaja y sólo pedimos el derecho a decir que estamos bajo su ala.
-Debo consultarlo con su alteza.
-Creo que entonces deberían comenzar a levantar campamento. -Dije con una sonrisa...