Capítulo 34: Nacimiento.

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Tras cerca de un mes de viaje llegamos hasta la capital, claro está, para las necesidades básicas solíamos viajar a mi mundo usando la puerta y un cuarto que alquilé al enterarme de lo que tardaría el viaje, con la excusa de que no tenían permitido abrir el carro en donde viajábamos las chicas podían disfrutar de un viaje más cómodo mientras que yo ocasionalmente salía para hablar con la compañía de soldados que nos escoltaba. 

Una vez llegados ahí, nos encontramos con una enorme ciudad amurallada, campos de trigo a sus costados y edificios de ladrillo y tejas de madera. El sitio se veía espectacular, aunque la gente era algo desconfiada. Tras abandonar el cuarto, todas volvieron al carruaje. El palacio tenía sus propios muros internos y se encontraba en el centro de la ciudad, allí, habían dos guardias y el capitán de la compañía se dirigió a hablar con uno de ellos, tras unos momentos volvió a informarme de la situación.

-Su audiencia con su majestad será mañana por la tarde, hasta entonces, siéntase libre de pasear por la ciudad. -Con eso dicho dejaron nuestro carruaje en una posada cercana, optamos por una posada de rango medio ya que sólo estaríamos un día y ya no teníamos el apartamento, aunque como planeábamos pasar el día paseando tampoco era mucha molestia. Mientras recorríamos el bazar de la capital Carla me miró preocupada.

-¿Estás nervioso con lo de la audiencia?

-No tanto, se supone que sólo es un tramite rápido.

-Aún así...

-Quizá debería escribir que voy a decir, sólo por si acaso. -Dije mientras veíamos un espectáculo callejero.

-No creo, eres mejor cuando no tienes un guion.

Al día siguiente presente mi audiencia con el rey, en una sala del trono vacía, desde un asiento sobre una pequeña plataforma el rey me observaba mientras varios guardias estaban a su costado, al entrar me arrodillé.

-Es un honor estar en su presencia su majestad. 

-Puedes levantarte. -Tras aquello me puse de pie.

-Eh venido aquí a solicitar el permiso para unirme a su corte como vasallo y regente del territorio antes gobernado por la familia Donovan.

-Desafortunadamente eso no será posible.

-¿Disculpe?

-Eres un plebeyo ¿Qué clase de rey sería tan descuidado como para darle un territorio a un plebeyo?

-Entonces sólo deme un título de nobleza y negociemos los impuestos. -En ese momento un anciano que estaba cerca del rey saltó furioso.

-Los nobles son aquellos apreciados por un dios dragón, por eso el rey, quien es querido por todos los dioses dragón es quien gobierna sobre los nobles favorecidos por un dios y los plebeyos ignorados por los mismos. -Otra vez con los corguis...

-Bueno... supuse que algo así pasaría... en ese caso, aquí y ahora declaró nuestra independencia y el nacimiento del reino de... de... -Carajo debí haberlo escrito.

-¿El reino D?

-No, pero...

-Así que el reino D ¡¿Crees que puedes oponerte a mi el rey querido por los dioses?!

-Tenemos nuestro propio dios, así que no me importan tus corguis.

-¡Sacrilegio! -Gritó el anciano.

-Tomando en cuenta que el dios del hierro "Eduardo" ya hasta fue reconocido como Dios Dragón, creo que esto significa que ahora pasará a ser su propia rama.

-¿Qué nombre tan absurdo para un dios es Eduardo? Todos saben que un Dragón necesita un nombre poderoso como el del Dragón de la luz "Pachoncito" o el dragón de la guerra "Croquetas". -Algo me dice que esta gente no sabe lo que significan esos nombres.

-Guardias, atrapen al rebelde. -Ordenó el rey, yo coloqué tapones en mis oídos rápidamente y cuando los guardias me rodearon, saqué una corneta, de un retumbar del sonido todos cayeron hacia atrás sin entender que había pasado, mientras que yo salí de la sala del trono, los soldados corrían hacia mí uno tras otro, pero yo aún tenía la puerta, por lo que salí hacia el pasillo, dejando a todos confundidos. Unas horas más tarde y aprovechando una moto que me prestó un amigo, salí de la capital. Tal como se los pedí, las chicas habían abandonado la capital de antemano en un carruaje y tras alcanzarlas me reuní con ellas.

-Parece que las cosas no fueron bien. -Dijo Selina.

-No, puede que intenten invadirnos. -Lo malo es que en mi país no puedes comprar armas de alto calibre si eres civil, pero si algo tengo, son opciones y ya pensé mi contramedida.

Mientras volvíamos en el carruaje marqué la puerta para que saliera en este mientras devolvía la moto y traía la camioneta, ahora cargada con lo que sería aquello que nos daría la ventaja contra cualquier cosa que nos lanzaran...

Mi gran mercado en otro mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora