Tras entrar por aquella puerta fui llevado hacia la sala del trono, al entrar todos se arrodillaron mientras un hombre viejo y regordete se mantenía sentado en un trono a varios metros de todos.
-Pueden levantarse. -Ante la orden todos se levantaron, realmente este tipo me molesta.
-¿Para qué me trajeron aquí? -Dijo desganado, ante esto un guardia apuntó su lanza contra mí.
-¡Insolente!
-Lo permito. -Dijo el hombre, por lo que el guardia bajó la lanza.
-Sí mi señor. -Respondió el guardia mientras se retiraba unos pasos.
-¿Vas a responderme? -Dije algo desganado.
-Creo que no hace falta decirlo, la razón de tu llegada es simple señor invocado. -En ese momento mis ojos se abrieron de la sorpresa.
-¿Cómo...
-No soy estúpido, los estuve investigando, los enviados por los Dioses... pero tú hiciste algo poco común, trajiste cosas del otro mundo.
-Ve al grano para que me pueda ir de este sitio. -El rey sonrió.
-Quiero tecnología.
-Tengo por regla no interferir con los avances de este mundo, no puedes obligarme. -Entonces el hombre volvió a sonreír.
-No pido mucho, una pieza, un avance capaz de tornar las cosas a favor de Mecha es suficiente.
-¿Por qué debería hacerlo?
-Te recompensaré claro está, además, fallar no es una opción. -Fue en ese momento que sonreí.
-¿Sabes que puedo irme en cuanto quiera y jamás volver?
-Pero sé que si no lo has hecho es por algo. -Esa es un buen argumento, uno que no sabría que responder si fuera pregunta... quizás ellas... no lo sé.
-Entonces ¿Sólo tengo que darte el plano de algo que funcione y estará listo?
-Exacto.
-Con una condición.
-¿Dime?
-A cambio no molestes al ducado de D.
-¿Por qué proteger a aquellos que arruinaron tu vida?
-¿No dijiste que me investigaste? -Dije en tono desafiante, a lo que el rey respondió.
-Así que se trata de mujeres... está bien, lo respeto, pero hasta que esté listo, no puedes abandonar el palacio real. -Eso sería problemático.
-Está bien.
-Perfecto, deja te muestren tus aposentos, aunque será sólo por unos días, siéntete como en tu casa. -Tras eso una sirvienta me llevó hacia un cuarto con una cama ornamentada, un escritorio y un ambiente bastante lujoso.
-Si necesita algo toque la campana, más tarde se le traerá algo de comer. -Tras estas palabras la sirvienta se marchó.
-Que problema. -Dije para mi mismo, en el escritorio había papel y aunque podría pensar en algo, la verdad es que tenía que pensar algo fuerte para que me dejen ir, pero no lo suficiente como para que se les salga de las manos.
Estuve cerca de tres días ideando proyectos y descartándolos ¿Barreras eléctricas? Podrían usarse como herramienta de tortura ¿Globos de aire caliente? Sería demasiado poder para una nación ¿Pólvora? Ni en sueños...
Después de pensarlo mucho se me ocurrió algo, por lo que esa noche después de que todos se fueran a dormir crucé a mi mundo para descargar la información necesaria en mi celular y armé un plan para presentarlo. En la mañana del cuarto día me reuní con el rey.
-Su majestad, ya tengo lo que pedía. -Dije mientras presentaba un manuscrito en forma de librillo, un guardia de armadura dorada y probablemente noble tomó este y se lo entregó al rey.
-Esto...
-Le llamamos máquina de vapor, puede usar el agua para moverse por varios terrenos tan rápido como un caballo y capaz de cargar mucho más, podrían usarlo como transporte, para llevar suministros...
-O para crear una fortaleza andante... -Dijo el rey al ver los dibujos de la locomotora.
-Como sea, lo importante es nuestro trato.
-Tienes mi palabra como emperador del resto del mundo y también esto. -En ese momento un soldado me acercó una placa de hierro algo gruesa con un grabado y símbolo.
-¿Esto qué es?
-Es un reconocimiento real, puedes usarlo para entrar en ciudades o vender sin impuestos dentro del imperio, por lo que mientras más crezcamos, mejor será para ti ¿No crees? -Ante esto asentí.
-Le agradezco su majestad y le deseo lo mejor en su campaña.
-Puede que incluso pudiera tomar el ducado de D y tú recuperarías tu antigua vida invocado. -Dijo acompañado de una risotada, aunque a mi no me hizo mucha gracias.
Pasé en el castillo otro mes mientras los artesanos construían la susodicha fortaleza móvil, una locomotora al frente con ruedas clásicas y una parrilla hecha específicamente para despejar y aplanar el camino, seguido por un palacete de ladrillo pulido con varias ventanillas para los soldados y una sala en medio para el rey. Tras terminar aquello y comprobar que funcionaba finalmente fui libre de irme, no sé que harán con esa máquina y la verdad... no me importa...