Capítulo 22: Viajar se trata de experimentar

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Tras llegar a la ciudad me despedí del grupo de mercenarios, mientras ellos se dirigían a un enorme edificio similar a un pequeño castillo, yo me dirigí a la plaza del pueblo, extendiendo una tela sobre el suelo y cruzando al otro lado para traer varios productos, aunque no era tan glamoroso, al menos así podía seguir viviendo. Como era de esperarse, los colores brillantes de los envoltorios y aspecto extraño de los productos atrajo mucho la atención de la gente, quienes no tardaron demasiado en comenzar a comprar, de momento todo iba bien, pero de pronto un guardia se acercó y al verle venir todos corrieron, el hombre era un tipo grande, barba a medio afeitar, mirada triste y armadura de cuero.

-¿Tienes permiso para vender aquí? -Yo lo miré y arque una ceja, pero después saqué el medallón.

-Sí. -EL guardia lo miró y negó con la cabeza.

-Me refiero a permiso local, sin la aprobación de Brendtan, no puedes vender. -¿Desde cuando era eso cierto?

-¿Cómo consigo dicha aprobación. -EL guardia señaló el castillo al que se dirigieron los mercenarios.

-Pide hablar con la sub-gerente, ella te explicará los requisitos. -Tenía el arma en la mano, ya había podido sacar algunas monedas, aunque aún faltaba bastante.

-Iré. -Tras entrar en aquel sitio, me encontré con lo que parecía ser un supermercado gigante, varias estanterías con un vendedor en cada piso, armas y herramientas de hueso, armaduras, carne, verduras, cereales, pieles, ropa, medicamentos, cada piso parecía tener una temática en específico, algo así como "Piso 3, soldados y aventureros" al no ver una situación posible, me acerqué al mostrador.

-Bienvenido ¿En qué puedo ayudarle?

-Necesito hablar con el sub-gerente.

-¿Por qué razón?

-Soy comerciante ambulante y me dijeron que necesito su permiso. -La mujer, quien parecía no tener expresión alguna solo asintió.

-Muy bien, acompáñeme. -Tras esto nos dirigimos a una oficina en el último piso a través de un ascensor, allí, una mujer de cabello celeste y brillante, casi diría que su pelo parecía plástico y y su cara blanca por el maquillaje la parecía ver una muñeca.

-¿En que puedo servirle? -Cuando la recepcionista se fue me acerqué al escritorio de madera oscura y me senté en una silla cercana.

-Me dijeron que tenía que hablar con usted para conseguir permiso de venta.

-Exacto.

-¿Cómo lo hago?

-No puede.

-¿Cómo?

-La compañía Brendtan se enorgullece de buscar siempre la calidad para nuestros clientes, por eso no podemos permitir que venda directamente a la gente, sin embargo, estaremos encantados de expedirle una licencia de aventuras para que pueda vendernos a nosotros, claro, con nuestro propio valor de mercado. -Decía sonriente y casi sin parpadear, en ese momento saqué la pistola y la puse sobre la mesa.

-Puede que no sepa que es esto, pero en el momento en que lo apunte hacia usted morirá ¿Aún cree que es buena idea negar mi petición? -La mujer no perdió la sonrisa.

-Si me mata sólo pondrán a alguien en mi lugar, además ¿Puede realmente matar a todos en este sitio? Porque son muchos. -Claramente esto no llegaba a ningún lado.

-¿Cómo consigo la susodicha licencia? -La mujer asintió.

-En la parte trasera del edificio se encuentra la oficina de aventuras, puede sacarla allí.

Viendo que no había opciones decidí ir hacia la susodicha oficina, se trataba de un cuarto de espacio mediano, quizá unos 5mtx6mt donde había varias mesas y un mostrador al fondo, al entrar, los aventureros de esa mañana se me acercaron.

-Señor mago, que sorpresa verlo por aquí. -Sonreí como pude.

-Me dijeron que tenía que obtener una licencia de aventuras para poder vender. -Tras esto fui al mostrador, un recepcionista sin alma me miraba sonriente, cuando le dije mi motivo, este acercó una hoja de papel.

-Como sabe, la compañía Rembrandt no se hace responsable de daños sufridos en el campo. -Tras anotar mi nombre en la lista, este asintió y se me dio una placa de madera, tras esto Kyle se me acercó.

-Bueno, si es un aventurero hecho y derecho ¿No le gustaría unírsenos en una incursión? -Al final suspiré, supongo que me vendría bien la distracción.

-Claro.

-Perfecto, en ese caso, vamos primero a desbloquear su clase.

-¿Mi qué? -Dije mientras los aventureros me llevaban hacia una iglesia.

-Su clase, los dioses Dragón le dan una a cada persona, aunque hay que pagar una mensualidad para usarla. -Al llegar nos pusimos en una pequeña fila y tras un rato estuve frente a un huevo gigante.

-Toca aquí. -Dijo el sacerdote mientras señalaba el huevo y al hacerlo, podría decirse que me dio un mal viaje, hubo muchos colores y velocidad, cuando vi, estaba en un cuarto blanco y de pronto, se escuchó un ruido.

-¡Wof! -Al mirar, me encontré un corgui negro frente a mí.

-¿Qué? -Dije viendo al perro que apilaba cajas en cuatro esquinas...

Mi gran mercado en otro mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora