Pasaron tres semanas desde que abandoné el ducado D, gracias a mis ahorros pude mantenerme moviéndome, aunque les dejé la mitad a las chicas, me llevé un poco para mi mismo, gracias a la puerta eh podido alquilar un pequeño departamento en mi mundo con este dinero y comprar productos que vendo cada que visito un pueblo, camino por las rutas de este mundo mientras escondo mi cara con una capa negra con capucha mientras me pregunto que sentido tiene, en ese momento me detuve mientras caminaba por el sendero de una montaña.
-¿Por qué sigo volviendo? -Me preguntaba para mi mismo, con las habilidades de mercader que obtuve de la diosa podría hacerlo bien en mi mundo original... pero algo me hace volver. Mientras vago en mis pensamientos escucho galope que se detiene cerca y una voz.
-¿Un viajero solitario? Es una pena, estas tierras son muy peligrosas. -El hombre frente a mi es un bandido, aspecto desalineado y cuerpo con cicatrices, junto a él hay varios hombres, deslizo algo por mi manga y el sonido del disparo asusta a los caballos mientras el líder cae con una herida en su hombro.
-No estoy de humor y no tengo nada... fuera. -Los bandidos ven aterrados como su jefe cayó de la nada al suelo.
-¡B...brujo! -Gritaba uno mientras todos corrían.
-Solo soy un tendero... -Dije triste mientras comenzaba a caminar, el líder de los bandidos seguía retorciéndose en el piso, mientras cruzaba junto a él me detuve un momento, al final solté un suspiro y sacando un cuchillo que llevaba bajo el manto le saqué la bala y colocando un ungüento y una venda lo dejé. -De nada. -Dije mientras tomaba su caballo de las riendas y me iba del sitio. No sé cabalgar, por lo que no debería serme muy útil, pero al menos puedo sacar unas monedas por él en el siguiente pueblo.
Tras llegar al pueblo siguiente, conocido como "Pueblo Terra" vendí el animal, se trataba de un pueblo enano, situado a la falda de una montaña enfrente de una enorme grieta en la misma, casa de roca tallada y mujeres de todas las razas, normalmente no son los mejores pueblos para comerciar ya que ellos suelen ser recelosos con los mercaderes exteriores, aunque tras conseguir unas monedas por venderle el caballo a un granjero local simplemente decidí comprar algo de comer y sentarme a beber... podría hacerlo en casa, pero la verdad no quiero estar solo en aquel cuarto que tengo... mientras comía podía escuchar las charlas entre algunos de los autodenominados hombres de montaña.
-Parece que la cosa ha ido de mal en peor allá. -Mencionaba uno con cuerpo de orco.
-¿Hablas de lo del problema de los peregrinos? -Respondía su compañero con orejas de conejo.
-Sí... por lo visto el encargado se escapó y ahora la gente le reclama al tal Guzmán por ello.
-Los humanos siempre son así, no se comprometen con sus proyectos nunca. -Se quejaba el enano conejo... la verdad si siento pena por dejarle este predicamento a Guzmán, si lo vuelvo a ver le pediré disculpas. Tras terminar mi comida me dirigí hacia los barrios más altos, por lo visto, los enanos más pobres viven en casa que se construyen en las salientes de la montaña, supongo que por el riesgo de derrumbe los terrenos más caros son los de la periferia de la montaña... supongo que eso explica su ausencia de granjeros.
El suelo de estos barrios es duro, las piedras se amontonan y es un poco difícil caminar, además de que las casas están hechas con piedra más simple, pero al menos tiene una bonita vista, me siento sobre el acantilado y observo un rato el horizonte, por nada en específico, sólo quiero un momento de paz.
-Sé que estás ahí, sólo sal. -Digo con calma, en ese momento, el asesino a sueldo enviado a matarme apareció de entre las sombras, podría escapar usando mi puerta, pero en vez de eso lanzo un tiro de advertencia a sus pies. -Si esto fuera una pelea con espadas me habrías matado... pero esto no es una pelea y lo mío no es una espada. -Dije mientras apuntaba ahora a su cabeza.
-No vine aquí a matarte.
-¿Por qué otra razón enviarían a un asesino?
-Porque soy el único que puede encontrarte.
-¿Quien te envió?
-Mecha...