Recuperé el aliento y cerré un poco la ventana. No me había dado cuenta de la habitación en la que estaba. Era la recamara de Laurie.
Todo seguía intacto, su cuna y sus juguetes, todos en el mismo lugar. En la esquina de la habitación estaba la silla donde solía mecerla hasta que se quedaba dormida. Me senté sobre ella y sonreí recordando los momentos más lindos, cuando le cantaba a Laurie y la veía dormir tranquilamente sin saber lo que pasaba a su al rededor. Yo lloraba mientras cantaba y escuchaba los golpes en la puerta, tan fuertes como si fueran a tumbarla, los gritos de Chris exigiéndome salir sonaban como ecos y me hacían abrazar más fuerte a Laurie contra mi pecho mientras cerraba los ojos esperando a que todo pasara.
Abrí los ojos y me di cuenta de que no estaba ahí. Los gritos y los golpes ya no estaban y solo estaba yo, sola en la habitación. Limpié mis lágrimas y tomé mi celular para ver la hora. Tenía algunos mensajes de Simon, donde me enviaba fotografías de los niños para hacerme saber que estaban bien. Había otro mensaje, de un número desconocido, lo cual me extraño. Al leerlo volví a perder el aliento.
"Bienvenida a casa"
Aunque el número estaba privado sabía perfectamente de quien se trataba. Lo elimine y apague el celular furiosa. No iba a darle el gusto de llamarle para reclamarle, no voy a permitir que vuelva a provocarme. Llamé a mi asistente para pedirle cambiar mi número de teléfono lo más rápido posible.
Saqué mis maletas de mi vieja habitación y las metí en otra. Me cambié y dormí un par de horas hasta que el teléfono me despertó. El identificador decía número privado y no contesté. Sonó un par de veces más hasta que dejó de insistir. Minutos después escuché el timbre de la puerta principal y me levante asustada. Baje casi corriendo las escaleras y abrí la puerta.
-¡Amiga!- gritó Jennifer corriendo hacia a mi.
Yo, aun sorprendida solo pude recibir su abrazo, el cual correspondi unos segundos después.
-¿Por qué no me avisaste que vendrías?- dijo separándose.
-Yo... no lo sé, no sabía que vendrías hasta ayer- reí un poco.
A pesar de la distancia seguíamos en contacto, ella iba a visitarme en algunas ocasiones y nos escribíamos casi a diario.
Dejé que pasara a la casa y aproveche para preparar algo de comer.
-Por un momento pensé que ya habías vendido la casa y estaban llegando los nuevos inquilinos. Traté de llamarte pero no contestaste- dijo mientras me ayudaba a cocinar.
-Lo siento, estaba dormida y no escuché el teléfono- mentí para no preocuparla.
-Debió ser un viaje cansado. A todo esto... ¿con quien viniste? Es que es un milagro que hayas regresado-
-Vine con Rich- dije sonriendo. Ella se cubrió la boca y me vio sorprendida. -El y yo... estamos saliendo, ya sabes... como pareja- dije nerviosa.
-¡Lo sabía! Sabía que Rich tarde o temprano te conquistaría- me abrazó fuerte mientras sonreía-Ay Adele, estoy tan feliz por ti- dijo saltándome.
-Gracias- dije con los ojos acuosos.
-Pero no hay porque llorar. Esto merece un brindis- volteó y se dirigió al refrigerador y sacó un par de cervezas. Al darse la vuelta, se detuvo en seco y borro su sonrisa mientras veía al piso.
-¿Qué pasa?- dije extrañada.
-No es nada... yo solo...- dijo nerviosa. Me acerqué a donde estaba ella para ver lo que ella veía.
El piso tenía una gran mancha negra, justo en el lugar donde Chris me había golpeado hasta provocarme un aborto.
-¿Es...-