El estómago de Isis se hizo un nudo. La primera imagen que le vino a la mente fue la del temible Barbanegra. Se puso de pie y corrió, llena de curiosidad hacia el camino que llevaba al muelle, muy disimuladamente. Quería ver por primera vez en su vida a un verdadero pirata, no a esos de las historias que leía y estaban llenos de supersticiones. Quizás Fernando tenía razón y solo eran personas comunes y corrientes. Los oficiales estaban tan ocupados que no la notaron. Logró esconderse tras un cañón que abría las puertas al viejo muelle. Sólo veía al Libertad, empezando a zarpar, preparando sus cañones a babor.
- ¿Buscando aventuras, preciosa? - preguntó una voz grave a sus espaldas. Isis respingó y se levantó hacia la voz, en el instante.
Se topó con un muchacho moreno, cabello a los hombros dispuesto en algunas rastas, con un trapo azulado que le tapaba la frente y lo amarraba hacia atrás. Camisa percudida, chaleco, fajín y pantalones holgados. Estaba frente a un pirata. Un verdadero pirata.
- Te puedo ofrecer muchas de ellas. - siguió el joven, acercándose más ella, logrando tocar delicadamente su rostro. Isis sólo daba pasitos hacia atrás. - Mi nave está hacia allá. - señaló el Oeste. - Serías una excelente compañía.
- P... pirata. - balbuceó por fin la joven.
- No cualquier pirata, señorita. Jack, para servirle. - tomó la mano de Isis y la besó, acariciando especialmente el dedo donde tenía su nuevo anillo de compromiso. - Pongo a su disposición mi barco, mis hombres y un camarote, si así lo desea.
- ¡Asqueroso, pirata! - contestó Isis, enojada, arrebatando su mano.
Cuando iba a soltar una cachetada, dio un paso hacia atrás y resbaló, mas no cayó al agua porque el joven Jack la sujetó y la volteó, de espaldas hacia él, le aprisionó el cuerpo con un brazo y con la otra mano apuntaba una pistola hacia la sien de la joven. Isis no sabía muy bien qué había pasado, pero ahora veía a sus padres, a Fernando, Santos y varios oficiales en formación apuntando hacia ella y al pirata.
- ¡Isis! - gritó el Capitán.
- ¡Padre! No dispares... no disparen. - pudo decir, temblando.
- ¡Mira nada más a quién tenemos aquí! - dijo Jack, enérgico. - El matador del mar, en persona. - susurró, viendo hacia el Capitán.
- ¡Suéltala, inmundo pirata! - gritó enfurecido el padre de Isis.
- Oh, la soltaré... pero sus hombres deben dejar de apuntarme, de lo contrario... la hija del Matador del mar morirá conmigo. - amenazó. - Lo cual sería un honor para mí. - sonrió, victorioso.
Hubo unos segundos de silencio e indecisión, donde ninguno cedía y se convertía en agonía para Isis.
- ¡Bajen las malditas armas! - pidió la joven, por fin, hacia los soldados.
- Gracias. - susurró Jack, a su oído. - Tienes carácter, serías una buena pirata. - soltó a Isis con cuidado.
- Nunca. - tensó su barbilla.
Jack dio unos pasos hacia atrás, pero aún apuntaba hacia ella.
- Nadie dispare, o ella muere. - dijo mientras se iba caminado por el muelle, entre viendo hacia atrás y su camino por delante. - ¡Recuerden este día, como el día en que el Matador del mar casi mata al pirata Jack!
Isis volteó a ver cuando se escuchó el golpe del cuerpo de Jack contra el agua y los hombres del Capitán Salazar corrían hacia donde el pirata había saltado. Todo, en vano. La joven se tocó el cuello, temblorosa y agitada. Su padre corrió a abrazarla.
- ¿Estás bien?
- Sí. - contestó ella, con los ojos muy abiertos, pero sujetando de igual forma a su padre. - Perdóname por haber hablado así, estaba muy nerviosa.
- Descuida, es lo de menos. ¿Qué hacías acá?
- Yo... solo tomaba aire. Y de pronto este pirata, vino y...
- ¿Te hizo daño? - preguntó el capitán, tomándola por los hombros.
- No, no. - contestó Isis, algo contrariada.
- Gracias a Dios. Ven aquí. - volvió a abrazarla. - Ese pirata las pagará, te lo prometo.
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La venganza de la diosa - PDC | Jack Sparrow
FanfictionCádiz, 1708. La pequeña Isis Salazar ha crecido navegando gracias a que su padre, el conocido Capitán Armando Salazar la lleva consigo a sus pequeñas expediciones. Años después, "El Matador del Mar", no regresa de una misión al Caribe, la intuición...