Una tarde que su padre se encontraba en casa, escuchó que hablaba con alguien en su despacho. Algunas cosas no las entendía muy bien, pero otras las había oído en esas reuniones importantes donde ella se quedaba hasta atrás en la oficina y fingía que no ponía atención.
- El ascenso que te dieron es muy importante. - decía el Capitán Salazar, en tono serio. - Debes tomar las responsabilidades del caso, Fernando. Aunque... para mí, siempre serás el niño que creció con mi hija, pero para ellos, eres el Oficial de Torres. Haz tu mejor esfuerzo y serás recompensado, ¿vale?
- Sí, señor. - respondió Fernando. - Agradezco su apoyo.
- Espero que algún día vengas conmigo en una misión al Caribe. Sería un honor tenerte ahí.
- Gracias, Señor.
- Bien, ve con Isis. - mandó el Capitán, poniéndose de pie. - Creo que te está esperando. Seguro querrá celebrar este ascenso.
- Con su permiso, Capitán.
Fernando salió del despacho y se topó con la pequeña Isis que lo envolvía en un abrazo.
- ¡Te ascendieron!
- ¡Señorita Salazar! - ahogó Fernando, sorprendido por el encuentro.
- ¿Señorita? - repitió Isis, soltando a su amigo y lo vio con extrañeza. - ¿Desde cuándo tanta formalidad, capullo? Ni que fuera la hija del rey o que no fuéramos amigos desde los primeros años de vida.
- Le pido me disculpe. Debido a nuestras edades y mi nuevo cargo, pensé que tendríamos que cambiar ya nuestro trato. Solo quiero recordarle que la respeto mucho y le guardo infinito aprecio. - continuó el joven, solemne.
- Déjate de estupideces. Ven para acá. - dijo Isis sospechosa y lo tomó de la mano, llevándolo a la biblioteca. Ella cerró la puerta tras él y lo vio acusadora. - Ya puedes dejar esa ridiculez. ¿Qué te dijo mi padre? ¿Acaso te dijo que ya me comprometió y por eso soy "señorita", de repente?
- No, no... ni Dios lo quiera. - murmuró Fernando.
- ¿Entonces?
- Pues sólo dijo que por mi ascenso debía comportarme como tal.
- ¿Y por eso te volverás frío y aburrido? Qué desperdicio. - lo vio con decepción. - ¡Con ellos! ¡No conmigo, tonto!
- Pero ya no somos unos niños, tampoco. Debes reconocerlo.
- Si así te sientes, lo comprendo. Tengo trece años, tú dieciocho... no veo por qué debemos cambiar de pronto nuestro trato.
- Son normas sociales. - se excusó con pena Fernando.
- Suerte que a mí las normas sociales me vienen valiendo...
- ¡Isis! - le interrumpió su amigo.
- Te prohíbo que me llames "señorita Salazar", de ahora en adelante. Dejaré de hablarte si lo haces.
- Está bien. - aceptó de mala gana.
- ¡Ay, estoy tan feliz por ti! - saltó de nuevo Isis al cuello del muchacho. - Tienes bien merecido ese puesto. Ya no puedo esperar a que pronto alcances a mi padre... ¡Qué emoción!
- Gracias, Isis. - abrazó fuerte a su amiga, nuevamente.
Fueron al jardín para platicar sobre la ceremonia y que Fernando le narrara sus nuevas responsabilidades como "oficial de navío", los sueños que tenía y lo que el Capitán Salazar le había ofrecido. Parecía como si de pronto, todas las oportunidades empezaban a abrirse para él. Mientras le contaba lo ocurrido en el evento, notó que la joven Isis también estaba dejando de ser una niña, su rostro empezaba a cambiar. Sería una joven muy hermosa con esos ojos celestes brillantes, tan parecidos al color del océano. Le daba ternura verla ahora y adoraba la manera en que era libre de todos los prejuicios que le correspondían por ser mujer. A ella no le importaba nada de eso. Era feliz, a diferencia de otras chicas que él había podido observar.
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La venganza de la diosa - PDC | Jack Sparrow
FanficCádiz, 1708. La pequeña Isis Salazar ha crecido navegando gracias a que su padre, el conocido Capitán Armando Salazar la lleva consigo a sus pequeñas expediciones. Años después, "El Matador del Mar", no regresa de una misión al Caribe, la intuición...