Cuando fue hora de volver a casa, Isis se encontraba pensativa; no podía encontrar una lógica para todo lo que había ocurrido en una sola noche. El cansancio la empezaba a inundar, como una neblina en su mente y solo guardaba silencio, alejada de su familia.
- Santos, ve con Isis en el carruaje. - ordenó el Capitán Salazar. - No quiero que vaya sola. Ese pirata puede andar por aquí, todavía.
- ¡No! - despertó Isis de su letargo.
- ¿No? ¿Por qué? - se extrañó el padre de la joven.
- Yo... no considero que sea correcto ahora que es mi prometido. Preferiría que Fernando me acompañase.
- Pero... ¿No es incluso peor, que...? - preguntó Fernando.
- Tú irás conmigo. - murmuró Isis, dándole un suave pellizco, disimulado por la manera en que lo tomaba del brazo.
- Está bien. - aceptó el Capitán. - Nos vemos en casa.
- Sí, señor. - sonrió el joven teniente, con un ligero cambio en su tono de voz.
Fernando ayudó a Isis a subir al carruaje y cerró la portezuela tras él. Hubo una pausa un tanto incómoda antes de que salieran de ahí. Isis veía por la ventanilla, como esperando que nadie los observara desde afuera. En cuanto arrancaron, corrió las cortinas y se pasó al lado de su amigo. Entrelazó su brazo con el de él, lo tomó de la mano y recostó su cabeza en el hombro del muchacho. Fernando se quedó estupefacto, no sabía qué decir o cómo reaccionar ante lo que Isis hacía, sólo sabía que ya no era correcto.
- Debió ser horrible. - carraspeó él.
- Ni te lo imaginas. Yo no quería que esto pasara. No así.
- Es que nadie esperaba eso.
- En el día menos pensado. ¿Por qué no pudo esperar?
- Así son los piratas, ¿no?
- Espera, ¿qué? - levantó su cabeza, viéndolo confundida.
- ¿Qué?
- ¿De qué estás hablando?
- Del pirata. De cómo te amenazó de muerte. Digo, no es algo agradable tener una pistola pegada a tu sien.
- He quedado como una imbécil. - rio a penas. - Yo te hablaba de Santos.
- Oh. - contestó cortante. - ¿Tan mal estuvo?
- ¿Tú lo sabías?
- No. - respondió, como recordando si se le había escapado algún detalle. - Nunca insinuó que sentía algo por ti. Últimamente, ya ni me avisaba que vendría a verte.
- A mí me decía que estabas ocupado, por eso ya no venías con él.
- Santos es un buen hombre para ti, Isis.
- ¿Por qué todos intentan convencerme con eso? Yo no quiero casarme porque "es un buen hombre", casarse es más que eso.
- ¿Y qué... qué habría pasado, si yo...?
- No, Fernando. Ni lo pienses. - volvió a recostar su cabeza en el hombro de él. - Quiero vivir más, viajar con mi padre, ver otros lugares. Y ahora con esto, ya no podré hacerlo.
- Sabes que estaré contigo en todo momento. - la consoló.
- ¿Por qué te saliste cuando Santos me proponía matrimonio, eh?
- Isis... yo... creí que no era el momento más adecuado para interrumpir.
- Entonces, ¿no fue porque estuvieras celoso?
- ¿Celoso? - estalló en una risita nerviosa. - No. Solo... bueno, sí me molestó que Santos siendo mi "amigo", no me comentara sus planes o lo que sentía por ti. Pero ¿qué más da? Luego regresé porque pensé que era muy estúpido enojarme por eso. Digo, es la felicidad de dos personas importantes para mí.
- Ay, Fernando. - se acurrucó más hacia él. - Eres muy bueno. Yo, en tu lugar quizás habría interrumpido ese momento tan ridículo.
- ¿Por?
- Era obvio que yo no estaba a gusto ahí. Y sigo sin estarlo. Pensé que mi padre se pondría de mi lado, pero no fue así. En fin, el anillo es precioso y eso no se desprecia. - extendió su mano para mostrarle la joya a Fernando, pero dicho anillo ya no estaba en su dedo. - ¡El anillo!
- ¿Se habrá caído? - Fernando buscó entre las cortinas y los sillones del carruaje.
- No. - lo detuvo Isis. - Fue el pirata. - casi no pudo ocultar una sonrisita.
- ¿Por qué esa reacción?
- Me parece irónico. Ese pirata me hizo un favor.
- Seguro Santos te comprará otro. Eso no rompe el compromiso.
- Sin anillo, no hay compromiso. - dijo con astucia. - Que haga lo que quiera. - se encogió de hombros y volvió a acomodarse al lado de su amigo. - Bendito pirata. - dijo viendo hacia la ventanilla, tratando de memorizar el rostro del delincuente.
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La venganza de la diosa - PDC | Jack Sparrow
FanfictionCádiz, 1708. La pequeña Isis Salazar ha crecido navegando gracias a que su padre, el conocido Capitán Armando Salazar la lleva consigo a sus pequeñas expediciones. Años después, "El Matador del Mar", no regresa de una misión al Caribe, la intuición...