Isis fue a monasterios, asilos para ancianos, hospicios, refugios para mendigos, toda clase de lugar donde pudiesen necesitar las prendas. Estuvo ocupada en ello al menos dos semanas. En algunos lugares no la reconocían y lograba hacer la donación de manera anónima, pero en otros hacían una mención pública. A medida que quedaba menos ropa, se sentía más ligera.
En el último refugio al que fue, dejó a José, el cochero, esperando en el carruaje pues ya no era mucha la carga y podía ella sola. Entró sonriente y satisfecha, pero sintió que desde el primer momento que puso un pie en el lugar, una mirada la seguía en cada paso que daba, a medio camino encontró la mirada que no la dejaba: era un hombre de mediana edad, en una esquina del salón. La veía con curiosidad y cierto enojo, mas ella lo ignoró y continuó hasta la mesa de atención, donde se encontraba la encargada del lugar.
— Buenos días. – saludó Isis.
— ¡Señorita Salazar! – se alegró la joven mujer. – ¡Ha llegado usted, como agua de mayo! Rogaba a nuestro Señor porque se apareciera por acá. He escuchado que ha dejado ropa en otros asilos, la necesitábamos con urgencia.
— Me alegra saber que sea algo bueno lo que habla la gente de mí, por lo menos ya no soy "la loca".
— ¡Para nada! La gente habla más incoherencias. – restó importancia al chisme. – Lo que usted hace es un acto de amor y solidaridad.
— Enhorabuena, entonces. Traigo lo último de mis padres. – dejó la bolsa de tela sobre la mesa. – Espero la aprovechen.
— No tenga dudas de eso. Se lo agradezco grandemente. – tomó la bolsa y se dirigió a sus ayudantes.
— Que tenga buen día. – se despidió, dando media vuelta.
— ¡Señorita Salazar! ¡Espere! – la llamó de nuevo la joven de la mesa, cuando Isis ya iba de salida y volteó con gesto amable. – Quería decirle que... lamento lo ocurrido con sus padres. Sólo quería... darle mis condolencias personalmente.
— Te lo agradezco. – contestó Isis con una mirada dulce y se dispuso a salir por el corredor que daba a la salida, sintiéndose libre, por fin.
— ¡Salazar! – dijo alguien a su lado, tomándole la mano de sobresalto, Isis ahogó un grito y se quedó quieta.
— ¿Sí? – preguntó y reconoció al hombre que la había estado observando desde que llegó. Ahora, tenía la mirada fija en el rostro de la joven, como tratando de encontrar algo en ella.
— El matador del mar. – respondió el hombre, de forma misteriosa.
— ¿Conoció a mi padre?
— En el Triángulo del Diablo. – ahora el hombre tenía la mirada perdida en un punto atrás de Isis.
— ¿Perdón?
— Deja a uno vivo para que cuente el cuento...
— Disculpe, no estoy entendiendo nada. Quizás... se equivoca. – Isis intentó soltarse del agarre, pero cada vez era más fuerte. – ¡Suélteme!
— ¡Morán! – le llamó la chica del mostrador, acercándose y tratando de quitarlo de encima de Isis. – ¡Deja a la señorita! ¡Suelta! – le pegaba en la mano. – ¡Suelta, ya! Disculpe, señorita Salazar, Morán no está bien de su cabeza.
— Pero... dijo algo sobre mi padre.
— Es que... Morán era pirata. – comentó por lo bajo. – Recién vino con nosotros. Pero se dice que perdió la cabeza desde el último naufragio, por eso ya nadie lo quiere en su tripulación.
— ¡No estoy loco! – reclamó el hombre y se dirigió a Isis, gritando desesperado. – ¡Salazar es un muerto viviente! ¡Salazar mató a mi tripulación! ¡Él los mató!
— ¡Morán, alto! – le interrumpió la encargada. Entre otros mendigos y hombres que trabajaban en el lugar, contuvieron al pirata que seguía gritando.
— ¡Triángulo del Diablo! ¡No! ¡No me lleven! ¡Salazar está vivo!
— ¿Mi padre...? – Isis había quedado muy contrariada con lo que Morán había dicho, mientras veía cómo se llevaban al hombre que forcejeaba y continuaba gritando. – ¿Mi padre está vivo? – sonrió y rápidamente tapó su boca con una mano, fue inevitable soltar algunas lágrimas y corrió hacia el coche, con una nueva esperanza.
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La venganza de la diosa - PDC | Jack Sparrow
FanfictionCádiz, 1708. La pequeña Isis Salazar ha crecido navegando gracias a que su padre, el conocido Capitán Armando Salazar la lleva consigo a sus pequeñas expediciones. Años después, "El Matador del Mar", no regresa de una misión al Caribe, la intuición...