21♧ - 《Revelación》

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Los hombres de Barbossa colocaron dos planchas de madera lo suficientemente largas para hacer una pasarela entre el Venganza y el Sigilosa María. Todos estaban contentos de volver a la vida y ver su barco tal y como estaba cuando partieron de Cádiz.

— Dios sabe que soy el hombre más feliz al verte de nuevo, mi pequeña. – le dijo su padre, cuando ya se encontraban a solas en el camarote de Barbossa. Se encontraban sentados en un cómodo sofá, tomados de las manos.

— Algo me decía que no habías muerto. No hubo algo que diera certeza de tu naufragio. Un día, Fernando sólo llegó a decirnos que no hubo más noticias y todo se acabó para nosotras.

— ¿Y Fernando? ¿Por qué no está contigo? ¿Cómo está tu madre? ¿Por qué te dejó venir sola? – preguntó ansioso el Capitán, pero Isis no respondió ninguna de sus preguntas. La joven había imaginado ese momento muchas veces, pero nunca planeó cómo decirle a su padre que su esposa había muerto. Le temblaban los labios y comenzó a llorar. – ¿Qué sucede, Isis? ¿Inés está bien?

— Mi madre murió. Ella te esperaba, pero se puso muy triste y enfermó. No salía de su habitación, hasta que las fiebres y esa tos, la mataron.

— Dios mío. – respondió, con sus ojos muy abiertos y húmedos. – Puedo imaginar su dolor, y el tuyo. – le acarició el despeinado cabello. – Perder a tus padres no debió ser fácil. Te quedaste sola... ¿Qué ha sido de tu vida en estos tres años? ¿Te casaste?

— Iba a casarme con Fernando. – afirmó, mientras su padre le secaba las lágrimas gruesas que resbalaban por sus mejillas.

Isis puso al tanto a su padre de lo ocurrido en esos años. Sobre las decisiones que tomó antes de viajar, los rumores que llegaban a Cádiz sobre el Triángulo del diablo y la famosa frase de los hombres muertos no cuentan cuentos, sobre cómo reunió ánimos para emprender la búsqueda. El Capitán Salazar cambiaba su rostro cada poco, cuando Isis le comentaba cada suceso. Se asombraba del valor que había tenido de ir con el rey y su fuerza para enfrentar todo sola.

— Sé que ni tú, ni Fernando creían en los mitos del mar, pero eso pasó papá. Y Davy Jones mató al resto de la tripulación...

— Sí creía desde antes en esos mitos, hija. – respondió, viéndola con ternura. Y era como si se contuviera de decir algo. – Yo, estuve tanto tiempo en el mar antes de que tú nacieras, y...  Te creo. – suspiró. – Has perdido tanto, Isis. ¿Cómo terminaste con piratas? – concluyó.

— Fui rescatada por un grupo de piratas. – dijo, omitiendo nombres. – Me llevaron a la Isla de Tortuga, donde el Capitán Barbossa me esperaba porque también deseaba encontrarte.

— ¿Quién te llevó a Tortuga? – preguntó Salazar, sospechoso.

— El Capitán Jack Sparrow. – Isis tragó saliva.

— ¿Sparrow? – escupió, lleno de ira. – ¿Él te salvó?

— Sí... – contestó confundida. – ¿Qué sucede con él?

— Sparrow fue el que provocó mi desgracia. – contestó, poniéndose de pie y caminó por el camarote, notablemente molesto.

— No puede ser... ¿estás seguro?

— Claro que sí. Yo te dije que pagaría por lo que hizo en tu fiesta. Entre todos los piratas que asesiné, lo busqué incansablemente. No iba a detenerme, hasta encontrarlo y verlo muerto junto a sus compañeros. Faltaba poco para lograrlo... los últimos, se habían puesto de acuerdo para tratar de vencerme... pero sabes que nada podía detener al Sigilosa María. – sonrió orgulloso. – Algunos de ellos me pedían piedad, pero le di la orden a Lesaro de matarlos a todos. Esas naves estaban ardiendo frente a mis ojos, me sentí victorioso. – suspiró y volvió a sentarse junto a Isis, con la mirada perdida. – De pronto, lo escuché. Desde una nave que intentaba escapar entre el humo y en la canasta estaba este muchacho, diciendo: "¡Hey, Capitán! De la manera en que yo lo veo, sólo quedamos usted y yo. Ríndase ante mí y lo dejaré vivir, simple". – el Capitán, fue hacia el escritorio que se encontraba dentro del camarote, empuñó su mano tan fuerte que sus nudillos se resaltaban. – Era como... como una pequeña ave, ahí. Y desde entonces, tuvo el nombre que me ha perseguido todo este tiempo, el gorrión: Jack the Sparrow.

Vio hacia Isis, sentado en la orilla del escritorio. Isis comprendió más la profecía que Shansa le había rezado.

— Era él... ¡era el mismo que había puesto la pistola en tu cabeza! – golpeó la madera con sus nudillos. – Me enfurecí tanto. Era la segunda vez que me retaba. No podía soportar esa burla hacia mi poder. Quería resbalar el filo de mi espada en su cuello y acabar con toda la vida pirata tras él. Lo seguimos, pero fue más listo. – admitió. – Ató su barco al arrecife y giró, antes de entrar a la isla, intenté hacer lo mismo, pero ya era muy tarde para nosotros. Ahí lo vi... andando por cubierta con su mirada triunfal girando una brújula entre sus dedos, mientras nosotros encallábamos en los arrecifes del Triángulo del diablo. El Sigilosa María, se perforó y por ser una isla volcánica, el calor provocó una explosión con la pólvora del barco. Uno de los mástiles se derrumbó y me golpeó, caí al agua, muerto. De pronto, sentí un impulso y desperté nuevamente, lleno de ira y sed de venganza. Pero la isla nos tenía atrapados. Cuando abordamos nuevamente, nos dimos cuenta de que no éramos los mismos. Estábamos condenados... Jack Sparrow me lo arrebató todo.

Isis no podía contener sullanto. Estaba decepcionada, triste por la historia de su padre y dolida porqueJack sabía quién era ella y no tuvo el valor de confesarle la verdad. Ahoraentendía por qué él no podía llevarlo ante su padre. 

La venganza de la diosa - PDC | Jack SparrowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora