30♧ -《Reencuentro》

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Tras haber caminado por horas en la isla, encontró una tienda de ropa usada. Agregó a su atuendo un chaleco de cuerina clara y un abrigo negro gastado, algunas gomas para sujetar su cabello y un cinturón grueso negro. Se consideró lista y continuó su escape, hacia uno de los hostales que había visitado la primera vez que estuvo allí.

Cuando atravesaba el callejón, sintió que alguien la tomaba por la cintura a tiempo que le tapaban la boca con un pañuelo que apestaba y cubrían su cabeza con una bolsa de tela, quedando casi inmovilizada. Ella trató de golpear con sus codos, patear, pero fue imposible salir de su captura y sabía que nadie iba a rescatarla en esa isla. Sintió que la llevaban arrastrada, escuchó que se cerró una puerta y la lanzaron contra una silla. Amarraron sus manos hacia atrás, luego los pies y finalmente le quitaron la bolsa que cubría su rostro.

- ¡Qué les pasa! – intentó decir, notablemente alterada pero no vio a nadie frente a ella. Trataba de girar su cabeza para buscar a su captor.

- ¿Podrías quedarte quieta? – dijo alguien a sus espaldas y reconoció la voz. Hizo su cabeza hacia atrás y logró verlo. Él quitó el pañuelo de su boca.

- ¿Tú? ¿Tú me secuestraste?

- Es por una buena causa. – se disculpó, extendiendo sus manos presumiendo inocencia. – No voy a arriesgarme a que me mates sin antes escuchar lo que tengo que decirte.

- ¡Espera que pueda soltarme y verás, Jack! – forcejeó.

- Quizás debiste seguir con la boca tapada. – se dijo el Capitán. Con el mismo pañuelo amordazó a Isis, quien gritaba desesperada. Él se puso en cuclillas frente a ella, a pesar de que intentaba soltarse y patearlo, era en vano. – Necesito que me escuches. – Isis rodó los ojos y guardó silencio sin ver al rostro del pirata. – Sí, yo sabía todo desde el principio. Pero... fue inevitable. Si yo te decía lo que había ocurrido, me odiarías y... quizás habrías hecho una estupidez en el Perla. Además, yo no podía llevarte, tu padre me habría asesinado. – Isis lo vio con odio. – Ya sé lo que estás pensando, que lo merecía. – ella asintió con su cabeza. – Entiendo tus razones para odiarme: no fui sincero, provoqué mucho dolor en ti, arruiné tu vida, pero en ese momento tenía que salvar a los que quedaban. Bueno, no espero que entiendas eso. El punto es que, cuando te reencontré... me arrepentí de todo, a pesar de eso, sé que si no hubiese pasado el enfrentamiento con tu padre... tú no habrías llegado a mi vida de nuevo. No es justificante, pero...

- ¿Qué es lo que quieres? – respondió Isis desesperada y con dificultad. Sus lágrimas caían y se detenían en el pañuelo, Jack se lo quitó y limpió con sus dedos algunas lágrimas, pero ella arrebató su rostro. – ¡No me toques!

- Tu perdón. – quitó las manos.

- Tendría que perdonar mucho, Jack.

- Isis, te di lo más valioso que tenía, aun sabiendo que eso significaba mi perdición.

- Eres tan egoísta, como todos los hombres. No, ¡eres peor que eso! Te aprovechaste de mis sentimientos. – sollozó. – Le juré a mi padre que me vengaría de ti por todo el daño que causaste. ¿Cómo puedes regresar pidiéndome perdón, tal si no hubiese pasado nada? Como si hubiese sido un pequeño error. ¡No, Jack! Jamás podré perdonarte.

- Pero... eres mi tesoro, ¿recuerdas?

- Eres un idiota por perder así tu tesoro. 

- Está bien. – se rindió, tras un suspiro. La observó por unos segundos en silencio. – Escucha, alguien te está buscando.

- ¿Me vas a entregar a los ingleses? – dijo Isis, abriendo mucho sus ojos. – ¡Maldito pirata!

- No es a la East India Trading Company, en realidad... bueno, sí. – razonó. – Pero no a Beckett.

- ¿Entonces?

- Tu vida no está en el mar como tú crees, Isis. Mucho menos conmigo. – dijo con seriedad.

De pronto, alguien golpeaba la puerta intentando abrirla. Se escuchó que dieron una orden, pero no era inteligible lo que decían.

- ¿Qué hiciste? – preguntó Isis, verdaderamente asustada.

- Te devolveré un poco de la vida que te robé. – contestó Jack, haciéndose a un lado, mientras la puerta se abría de golpe. Entraron por ella dos hombres de casaca roja y uno de casaca verde oliva.

- ¡Isis! – dijo emocionado al verla, el de oliva.

- ¿Fernando? 

La venganza de la diosa - PDC | Jack SparrowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora