11♤ - 《El retrato de Jack》

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Santos no llegó a visitar a Isis en dos semanas. Fernando tampoco, pues estaba de viaje en una misión por Málaga. La joven empezaba a extrañar la compañía de ambos muchachos. Estaba acostumbrada a que llegaba uno u otro, varios días a la semana. Sin embargo, había un vacío que iba más allá del silencio que estos dos jóvenes dejaban. Era algo nuevo y aún más profundo, algo que ella sabía, sería más difícil de conseguir: volver a ver al pirata.

"Jack", "Jack", buscaba entre sus apuntes y documentos privados para verificar si ese nombre coincidía con alguno de los que ella tenía ya escritos. Pero no parecía ser reconocido. Quizás era muy joven como para encontrarse documentado, o ser parte de los cuentos del mar. Nunca escuchó a su padre mencionar a ese Jack. Pero el pirata sí conocía a su padre, por lo que, si averiguaba su apellido, tal vez podría determinar de dónde venía y cuáles eran sus vínculos.

Si no había texto alguno, entonces ella lo crearía. Comenzó por dibujarlo, tal como hacía con los otros piratas, a diferencia de ellos, que lo hacía como producto de su imaginación o por retratos de otros artistas en carteles de "se busca", esta vez, tuvo a Jack frente a sus ojos, sintió su piel y definitivamente no era parecido al perfil de piratas horribles, llenos de cicatrices o con amputaciones que sus demás retratos tenían. Sería un dibujo de un joven, quizás veinte años, cabello suelto con algunas rastas, pañuelo amarrado en la cabeza, rostro lampiño, ojos cafés, seductor. Atractivo.

Isis apreció su retrato cuando acabó. Sabía que el dibujo no era ni un tercio de cómo realmente lucía Jack, pero era lo mejor que podía plasmar de su imagen mental. Abajo, escribió:

"Jack... ¿? Joven pirata de posible procedencia inglesa, por su pronunciación vaga del castellano. Posee navío y hombres a su servicio. Sedujo y amenazó de muerte a la hija del Capitán Armando Salazar, 'El matador del mar'. Vínculos desconocidos, así como su linaje".

- Dijo que sería buena pirata, por mi carácter. - siguió Isis para sí con una sonrisa, ante el recuerdo y reconoció un cosquilleo en el abdomen, como reacción de su pensamiento.

Trató de reprimir lo que a su mente venía, pues su padre la recluiría en el convento si supiera. Eso tan simpático que sentía en el abdomen cuando recordaba o veía el dibujo de Jack debía quedarse guardado en su baúl. No había posibilidad de encontrárselo nuevamente. A menos que el muchacho fuera astuto y se volviera capitán, que sobreviviera a los ataques constantes de las Armadas Reales o de sus propios compañeros piratas.

Se frustró. Tomó sus apuntes, los organizó por apellido y se topó con la hermosa e inteligente Ann Bonny, una pirata ahora retirada. Y se imaginó a sí misma vestida como ella: pantalones holgados, fajín y una camisa, abrigo de cuero negro y un sombrero tricornio. Era todo un sueño: navegar por los mares, conocer reinos nuevos o colonias del Nuevo Mundo, pelear con espada, sentir la brisa del mar todos los días, confirmar los mitos del mar y a sus personajes. Ser libre, tanto como lo deseaba y la vida hasta ese momento no se lo permitía.

De pronto, recordó que su padre le había comentado que, en cuanto Fernando regresara del viaje irían a conocer la casa de Fuerteventura. El Capitán Salazar había aceptado gustoso la idea de que Fernando los acompañara, pues sabía del riesgo que podía correr su hija, ahora que un pirata había conocido su identidad. Y era primera vez que la joven iría un poco más allá de las costas de Ceuta.

La venganza de la diosa - PDC | Jack SparrowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora