25♧ -《Donde hubo muerte...》

137 19 0
                                    

Más hombres salieron de la escotilla para proteger el barco, pero en cuanto veían a lo que se enfrentaban, caían en el encanto, salvo por Santos, el Capitán Salazar, el teniente Lesaro y un par de oficiales más, que estaban evitando verlas y despertaban del hechizo a los que podían. El toque de la campana del Sigilosa María ponía más violentas a las sirenas y alertó a los tripulantes del Venganza, que desde el barco atacaban a algunas criaturas con sus armas de fuego. Pero se tornaba cada vez más difícil. Aumentaban, como una plaga atacando al barco del Capitán Salazar, cayendo sus hombres uno a uno al agua.

Isis trató de disparar contra ellas en varias ocasiones, mas no lograba apuntar, hasta que dio en una de ellas y lanzó un grito horrible y ensordecedor, hundiéndose. Se sintió triunfal, hasta que se quedó sin balas. Bajó por escotilla a recargar el arma y al regresar a cubierta vio cómo en un segundo, Santos estaba parado frente al timón, y al siguiente, era llevado al mar por una de esas algas de las sirenas, enrollada en el cuello.

- ¡Santos! ¡No! – gritó y corrió hacia donde la sirena se había ido.

- ¡No, Isis! – gritó el Capitán Salazar, cuando veía a su hija caer al agua, tras su amado. – ¡Lesaro, quédate al mando del barco! ¡Isis cayó!

- ¡Sí, señor!

El Capitán sin pensarlo se lanzó tras ella, buscándola. Isis luchaba por nadar hacia las profundidades, siguiendo a la sirena y a Santos, hasta que otra criatura la abrazó por el cuello y la asfixiaba. La sirena la superaba en fuerza y hacía que Isis tragara agua como instinto de recuperar el aire. Entre el forcejeo sacó su espada y logró cortarle parte de la cola. La sirena la soltó y ella pudo salir.

- ¡Papá! – lo llamó y el Capitán nadó hacia ella.

- Gracias a Dios. – la besó en la frente. – ¡Sube al Venganza!

- ¿Qué? ¡No! ¡Se llevaron a Santos, papá! ¡No lo voy a perder! No otra vez... – contestó, sujetándose de la chaqueta de su padre.

- ¡Sube al Venganza, ahora! – ordenó. – ¡Y no veas atrás!

Isis no tuvo más remedio que hacerle caso a su padre. Los hombres de Barbossa habían lanzado una cuerda para que los oficiales subieran a bordo, pero ninguno era capaz de resistir al encanto y la fuerza de las criaturas. El Capitán Salazar iba tras Isis, cuidándola de cualquier ataque. Él había visto que venían muchas más del fondo del mar. Las demás, ya no solo saltaban hacia el Sigilosa María si no con sus algas enredaban a su presa y la traían hacia el mar.

- ¡Pólvora al agua! – gritó Barbossa. – ¡Ya! ¡Ya!

Los hombres de Barbossa tiraban barriles al agua y eso las dispersaba un poco, pero regresaban más y furiosas dando gritos agudos y salvajes, mostrando unos afilados dientes, lejos del encanto bello del principio. Isis abordó el Venganza con ayuda de Mullroy. Vio por la orilla que su padre venía tras ella, lo más a prisa que podía, sin embargo, una sirena lo tomó por la espalda y lo regresó al agua.

- ¡No! ¡Papá! – iba a lanzarse nuevamente, cuando Barbossa la detuvo por la cintura. – ¡Déjeme ir!

- Te amo. – vio que decían los labios de su padre, antes de que fuera sumergido por la sirena.

- ¡Tengo que ir por él! ¡No puede morir así! ¡No! ¡Papá!

- ¡Señorita Salazar, le sugiero que se tranquilice! – dijo Barbossa, molesto. Llevándola casi al mástil central del barco. – Si la dejo ir tras su padre, usted ya no tendrá oportunidad de volver. Y si se debe pagar con sangre, no tiene que ser la suya... no esta vez. – dijo más calmado. – Donde hubo muerte, siempre habrá muerte. – Isis lloraba desconsolada. Vio hacia popa, que era donde venía el Sigilosa María y estaba infestado por sirenas. Los pocos hombres que quedaban gritaban por ayuda. – ¡Todo a babor! – ordenó el Capitán del Venganza.

Barbossa sacó la espada de Tritón, la levantó y se soltaron las velas, mientras que el barco se hacía un poco hacia la izquierda. Poco a poco retrocedieron, teniendo a la par el otro barco. Isis escuchó el grito del Barbossa: "¡Fuego!". Varios cañones lanzaron bolas de acero para destruir al Sigilosa María, y con un movimiento de la espada, en el suelo del barco de manera circular, varias lenguas de fuego salieron del Venganza e incendiaron el casco del otro barco. Isis vio cómo se hundía frente a sus ojos el antes imponente Sigilosa María, junto a sus sueños, su felicidad de haber encontrado a su padre y a su prometido. Sus lágrimas no se detenían. Nuevamente los perdía y ahora, para siempre. 

La venganza de la diosa - PDC | Jack SparrowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora