La venganza de la diosa - PDC | Jack Sparrow

42♧ - 《La invitación de Beckett》

A pesar de que algunos del público todavía aborrecían la decisión de Beckett, los oficiales soltaron los grilletes que Isis tenía. Por fin pudo arreglarse el cabello y sentirse libre, nuevamente. Había recuperado parte de su tesoro. Fernando corrió hacia ella y la cargó, dándole una vuelta, lleno de alegría. Isis pensó que podía ser parte de la farsa que tenían que mantener frente a Beckett, pero ella lo notó bastante auténtico.

- De no haber sido por ti, el juez me habría mandado a la horca sin escucharme.

- No, eso lo lograste tú sola. El que dio la orden de liberarte fue Lord Cutler Beckett.

- Entonces, sí era él. – dijo pensativa.

- Estaba algo renuente. En cuanto escuchó que estabas relacionada con Sparrow, no quería ceder. Pero algo de lo que dijiste lo convenció.

- Bueno, ese era el punto, ¿no?

- No importa. Ahora, debemos ir con él, para que nos de la nave y así poder regresar a Cádiz.

- Sí. – contestó con menos alegría. – Ese fue el trato.

- Piénsalo, Isis. Mañana tu amigo morirá en la horca, ya no tienes nada qué hacer aquí en el Caribe.

Isis meditó por unos segundos. En realidad, sí tenía algo que hacer en el Caribe. Su lugar en el Queen Anne's revenge seguía disponible, así como la vacante que Jack le ofreció en el Perla Negra, aunque si Jack moría, esa vacante quizás estaría perdida. Quizás el único que le creería sería Gibbs. Pensándolo bien, le parecía raro que ninguno de los marineros del Perla se hubiera asomado a Port Royal, al menos no vio a nadie entre la multitud que la ajusticiaba. Pero su lugar como pirata, aún estaba ahí.

No respondió ante lo que Fernando había dicho, sólo salió acompañada de él.

- Señorita Salazar. – le interrumpió un oficial. Tanto Fernando como ella, voltearon. – Lord Beckett le envía este obsequio. – ofreció una caja grande que Isis destapó aún estando en los brazos del oficial.

- ¿Un vestido? – se sorprendió. Era hermoso, color beige con burdeos.

- Así es mi lady. También les extiende la invitación a una cena.

- Dígale que con gusto asistiremos. – se adelantó Fernando a responder. Isis lo vio confundida y fue él también quien aceptó la caja.

- Por supuesto, con permiso. – respondió el guardia y se fue.

- Oye, gracias por tomarme en cuenta, como siempre. – reclamó Isis, cuando se encontraban solos.

- No tenemos opción. Aunque siento como si Beckett quisiera conquistarte. – arrugó su ceño.

- Bueno, no importa. Soy una mujer libre.

- ¡Eres mi prometida! – le dijo con sus dientes prensados y mirada severa.

- Ese es el teatro que tú quieres mantener. Pero una vez fuera de aquí, tú y yo no somos nada.

- Como sea, lo que haya sido que encantó a Beckett, debes aprovecharlo. Debemos conseguir la nave. – suspiró. – Aún con la rudeza que demuestras, tu vestimenta de hombre y la suciedad, luces hermosa.

- ¿Hermosa? – preguntó Isis, indignada. – Claro, porque demostrar mi inteligencia y astucia en el banquillo, no valió nada. Sólo fue mi apariencia lo que funcionó. ¿Para ti, sólo soy un adorno hermoso que puedes lucir frente a tus amigos, cierto?

- Isis, ¿tú crees que todos esos asquerosos piratas te ayudaron sólo porque sí?

- El único que me insinuó algo fue Jack. Esos "asquerosos piratas" como los llamas, tienen más humanidad y honor que tú. No me veían como un trozo de carne o un premio estúpido que no se da cuenta de lo que pasa a su alrededor. – dijo molesta y avanzó hacia la salida.

- ¡No, Isis! ¡Espera!

- Necesito un lugar donde pueda asearme y ponerme ese estúpido vestido. Para seguir impresionando con mi belleza. – le interrumpió.

- Isis, yo no quise insinuar eso.

- Fernando, necesito un lugar donde pueda asearme. – repitió. – Gracias.

- Sólo recuerda que, ante esta gente, aún eres mi prometida. – amenazó.

- O quizás me hagas trueque con Beckett. Ya que acostumbras a traicionar.

- Lo de Sparrow es un asunto aparte. – se excusó el joven Capitán.

- ¿Debo preguntarle a algún guardia sobre mi habitación?

- Te llevaré. – dijo Fernando, cansado por la situación.