𝐀𝐂𝐀𝐃𝐄𝐌𝐈𝐀 𝐋𝐀𝐍𝐂𝐀𝐒𝐓𝐄𝐑 ✔️

45

MÚSICA
Still - Nuages

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Capítulo 45
Nos lo merecemos

—Concéntrate Margo... si no enfocas tu mente en ese vaso no vas a poder moverlo aunque lo soples —le decía la profesora Talia Witmore quien después de que el director Lancaster se pusiera al corriente con ella para explicarle la situación de Margo, y esta no dudó en ayudarla—. Mantén tus ojos cerrados y no pienses en derribarlo, solo ve el vaso caer en tu mente.

Margo a medida que más se esforzaba por lograrlo, más perdía la paciencia que ya de por si, poca le quedaba.

—Eso es lo que trato de hacer —murmuró mientras sus dientes rechinaban de la frustración—, solo que no pasa nada al respecto...

—El enojo no va a ayudar a que logres nada —era la tercera vez que se lo decía—. Margo, deja de esperar que tu mente haga todo el trabajo y dale una ayuda.

Margo abrió sus ojos e impaciente observó a la mujer frente a ella.

—¿Qué ayuda quiere que le de? —exclamó molesta—. No tengo idea de como funciona esto de la telequinesia, no sé como activarlo.

—¿Cómo activas la telepatía? —le preguntó la profesora Witmore con calma.

—Es... —Margo no tenía respuesta a esa pregunta—... no es algo que se activa, solo... fluye.

La mujer sonrió, los ojos verdes tras sus enormes gafas la observaron con interés, mucho más interés del que le había prestado anteriormente.

—Trata de ver a la telequinesia de esa forma —acomodó ese rizado y largo cabello que ahora se escondía tras sus orejas agujereadas—. Como un flujo de energía que corre por todo tu cuerpo, y una vez que lo sientas presente, que lo reconozcas como parte de ti, déjalo escapar al espacio físico a tu alrededor.

Margo suspiró, realmente estaba muy cansada. No tenía idea de cuánto tiempo llevaban en ese salón, cada clase con la profesora de Mentalidad se volvía eterna, pero también muy breve, era una extraña sensación de la que estaba segura que solo ella era capaz de percibir a diferencia de sus amigos.

Fue en ese momento en que la mujer pareció percatarse de lo que Margo pensaba e inmediatamente observó el reloj en su muñeca.

—¡Santo cielo! —exclamó abriendo sus ojos exageradamente. Si los lentes ya los volvían mucho más grandes de lo que en realidad eran, esa expresión volvió su rostro como el de una caricatura—. Margo se nos fue la hora... el tiempo vuela cuando estamos aquí dios mio.

La mujer amagó el acto de levantarse del cojín en el suelo, pero Margo se le adelantó antes de que estirase sus piernas. 

—Profesora, ¿puedo hacerle una pregunta?

Talia Witmore con su extravagante aura a su alrededor, con una sonrisa entusiasta se detuvo a escucharla.

—Por supuesto querida, lo que quieras —asintió.

Margo humedeció sus labios pensado exactamente como formular la pregunta que en realidad quería hacerle.

—¿Usted sabe acerca de los sueños? —la miró con interés.

Talia la observó por unos segundos sin borrar aquella sonrisa curiosa en sus labios.

—Bueno... el inconsciente es muy amplio Margo, ¿qué es exactamente lo que quieres saber? —le preguntó con amabilidad sabiendo lo sensible que la muchacha era a veces.