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MÚSICA
War of Hearts (Acoustic Version) — Ruelle

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Capítulo 20
Por fin

Margo se encontraba en el mismo lugar de siempre, el maldito agujero negro en el que Deylen y ella habían pasado aquellos últimos cinco días de entrenamiento. Abrió los ojos y sintió el frío del lugar pero que no afectaba a su cuerpo en sí. Deylen estaba parado frente a ella y también abría sus ojos azules viéndola nuevamente.

—Bueno, inténtalo —Deylen se acomodó en el suelo entre un suspiro y relajándose como si estuviese en la playa tomando sol, dejó libertad a Margo de hacer lo que quisiera.

—Voy —dijo Margo con determinación, esta vez estaba un poco más confiada y aunque no quisiera admitírselo a ella misma, tenía esa leve esperanza de que aquello iba a funcionar de una vez por todas.

Cerró sus ojos un tanto impaciente y nuevamente entro en la cabeza de Deylen aunque allí se encontrara. Ahí estaba el muro, el maldito muro que la había estado volviendo loca los últimos días anteriores. Pero ahora... ahora Margo intentaría algo nuevo.

Dejó la ira a un lado y volviendo a cerrar sus ojos, dejó que su cuerpo se relajara, dejó que sus músculos dejen de tensarse, que su mente como la de Deylen, estuviese en blanco, y que nada a su alrededor afectase lo que ella haría a continuación. No escuchó nada, no sintió nada, todo aquel lugar era silencio y soledad pura. Margo caminó hacia aquel muro que en su cabeza lo representaba como algo físico.

Confiada de sus acciones caminó recto hacia él esperando que aquello funcionara. Margo no podía estar más relajada, aquello era único y sabía que lo lograría esta vez. Alzó su mano hacia el frente y temiendo volver a tocar el muro, Margo sintió como si se tratara de agua... lo atravesaba, una cortina fresca y seca.

Margo abrió sus ojos y vio como todo el negro a su alrededor se volvía blanco brillante y como todo volvía a cambiar nuevamente. Lo estaba atravesando, aquel muro que ahora se transformaba en una cortina, en una liviana y suave cortina de agua que ni siquiera la mojaba.

La muchacha no pudo evitar sonreír, lo había logrado por fin y aquello la volvía completamente eufórica, una sensación que muy pocas veces podía disfrutar y aquella era una de esas situaciones. Margo quería saltar de la alegría, quería incluso hasta gritar de la emoción, pero estaba atravesando aquel limbo si es que así podía llamársele por lo que no tenía control de su cuerpo.

Entonces, Margo sintió que cayó, como si hubiese saltado y caído sentada en su cama, porque lo sintió debajo de ella, como un almohadón, un lugar bastante cómodo del cual no se esperaba.

Para cuando abrió sus ojos notó la oscuridad a su alrededor, pero no... no era ese mismo lugar negro del que venía, era un lugar muy diferente al anterior. En su lugar Margo se encontraba dentro de un auto, era un Cadillac del 53, solo que ella no lo sabía en realidad, pero si algo le era familiar ahí dentro, pudo ver el color anaranjado de la pintura del capó, conocía ese auto pero no recordaba de dónde ni de cuándo. El interior también le era familiar, aquel tapizado, el volante color crema...

Fue entonces cuando las luces automáticamente se encendieron y en el mismo callejón donde se hallaba aparcado, iluminaron a un muchacho, un joven alto y flacucho pero con notables músculos en sus brazos, un cabello negro como la noche y una espalda definida. Llevaba una vestimenta que Margo ya había visto antes, y cuando se dio la vuelta alzando la mano para que la luz no cegara su vista, Margo descubrió aquellos ojos intensamente azules y lo reconoció al instante aunque desde el momento en que las luces se encendieron supo de quién se trataba y nada hacía falta ver para asegurarse de que él era Deylen y aquel lugar se trataba de su sala de estar antes de entrar a su cabeza.

𝐀𝐂𝐀𝐃𝐄𝐌𝐈𝐀 𝐋𝐀𝐍𝐂𝐀𝐒𝐓𝐄𝐑 ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora