Nueve

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Había pasado la mayor parte de la tarde dentro de la biblioteca, pues no quería regresar a su casa. Los últimos días las cosas habían estado más tensas de lo normal. Su padre había comenzado a pelear mucho con su esposa y también con su hijo, volviendo muy incómodo el ambiente en toda la casa, sobre todo a la hora de comer todos juntos. La señora Jungnan también había comenzado a gritarle más a Eun-ji, quizás para descargar toda la frustración que sentía. Cada que eso pasaba el reclamo era el mismo “tú estás arruinado a mi familia.”

Por eso prefería mejor quedarse fuera de casa, para evitar que le gritasen y la hicieran sentir mal, pero si llegaba tarde también podía ser regañada por su padre, y eso tampoco era bueno. Así que cerró el cuaderno en la que había pasado las últimas horas escribiendo y haciendo garabatos y camino de regreso a su casa.

Abrió la puerta lo más silenciosamente que pudo. Primero asomo la cabeza al interior de su casa, no había nadie en la sala, todo el ruido que se escuchaba venía de la cocina. Debía tener mucho cuidado si no quería llamar la atención de nadie. Cada uno de sus movimientos eran lentos y cuidadosos para no hacer nada de ruido. Cuando por fin se quitó los zapatos, camino de puntillas hacia las escaleras para ir a su habitación.

—Eun-ji.

—Mierda —susurro.

Se dio media vuelta y camino a la cocina; encogida sobre sus hombros, con la mirada en el suelo y con sus manos jugando entre ellas. Cuando entró a la cocina hizo una reverencia para saludar a la esposa de su padre. La señora estaba cortando sobre la mesa unos vegetales, ni siquiera se molestó en mirar a Eun-ji.

—¿Por qué llegas tarde? —le preguntó de forma tranquila.

Eun-ji cerró los ojos y suspiro con fuerza.

—E-estaba en la biblioteca estudiando.

—Con que estudiando. —La señora comenzó a ejercer mucha fuerza a la hora de cortar los vegetales.

El fuerte ruido que el cuchillo causaba a la hora de cortar intimidaba a
Eun-ji haciendo encogerse cada vez más sobre sus hombros.

—Tu siempre tan estudiosa y aplicada, siempre haciendo todo al pie de la letra como mi esposo te ordena hacer. —Dejó de lado lo que estaba haciendo y por fin miro a Eun-ji—. Pero déjame decirte que eso no te servirá de nada.

Eun-ji frunció ligeramente las cejas, pues no quería llamar mucho la atención de la mujer. No entendía a que se refería con aquello.

—Tú no vas a quitarme a mi esposo.

La chica también alzó su mirada y vio consternada a la mujer.

—No me mires con esa cara de fingida inocencia. —Comenzó a acercarse a la chica—. Tú eres igual que tu madre, fingen ser las víctimas para robarse toda la atención de mi esposo y dejarme sin nada.

Eun-ji negó frenéticamente esas palabras. Ella no quería hacer eso, si por ella fuera hace mucho que se abría alejado de todo ese mal ambiente que se vivía en esa casa.

—No —contestó sin titubear—. Yo no quiero hacer tal cosa.

—¡Mientes! —Eun-ji brinco de miedo al escuchar el grito, y el miedo incrementó al ver como ella se acercaba a paso rápido—. Yo sé que es eso lo que tienes planeado, quieres que mi esposo se olvide de mí y de mi hijo para poder darte todo lo que te negó durante años, incluso el apellido.

—No, no quiero nada de eso —dijo comenzando a llorar.

La mujer mayor estaba muy cercas de ella, la miraba con un odio desmedido que asustaba mucho a Eun-ji. En un arrebato de ira, la señora la tomó del cuello y la estampó contra la pared. La pobre chica soltó un chillido asustado, pero no intento hacer nada.

—Eres una asquerosa mentirosa. Si eso fuera cierto, entonces no irías a llorarle a mi esposo que nosotros te tratamos mal y él no vendría a quejarse conmigo para que te tratara mejor.

Por un momento la confusión y la sorpresa se apoderaron de Eun-ji. Ella jamás le había dicho nada a su padre. Las únicas palabras que se decían eran saludos y muy poco sobre cómo le estaba yendo en la escuela. Y más importante aún, ¿por qué su padre pediría algo como eso si incluso él solía tratarla mal a veces?

—L-lo siento —hablo con dificultad, el agarre a su cuello se estaba haciendo más fuerte—. Si quiere puedo hablar con él y pedirle…

Un fuerte golpe en su mejilla la hizo callar. La señora la soltó.

—Que te quede claro una cosa, si tu madre no pudo quitarme a mi esposo, tú tampoco lo harás. Y esta vez estoy dispuesta a todo con tal de que eso no pase —la chica asintió frenéticamente—. Ahora vete de aquí, no quiero verte, me das asco.

Eun-ji salió casi corriendo de la cocina para correr directo a su habitación, cerrando la puerta con seguro. Eun-ji se dejó caer al suelo de rodillas. Jamás le habían golpeado, jamás la habían odiado tanto y jamás la habían amenazado. Sentía mucho miedo, las cosas se habían salido de control. Ella nunca imagina que su situación empeoraría a ese grado, llegando a los golpes. Ahora vivir en esa casa sería mucho más difícil. Tendría que moverse con más cuidado para no causar otra situación como esa.

AZUL || Jung Hoseok Donde viven las historias. Descúbrelo ahora