Veintiuno

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—¿Ya te había dicho que tienes muy bonita letra?

Eun-ji dio un respingo al escuchar a Hoseok detrás de ella. Su voz, como de costumbre, sonó muy animada. La chica tomó eso como señal de que no la había visto llorar. Con disimulo se limpió las lágrimas que había soltado mientras escribía en el cuaderno y respiro hondo para tratar de controlar los espasmos que el llanto le provocaba. El cuaderno lo cubrió con otros libros que estaban esparcidos por la mesa de la biblioteca. Hoseok sonrió y se llenó de intriga ¿Por qué hizo aquello?

—Hola Hoseok ¿Qué haces aquí? Hoy no es tu día libre.

Dijo tratando de fingir que no le pasaba nada y que sus problemas no estaban comenzando a ahogarla. Ya debía estar mejorando su actuación de niña sin preocupaciones y con una vida normal, ya que Hoseok no parecía notar nada raro en ella.

—Es día feriado, así que no tengo que ir. —Había sido toda una sorpresa encontrarse con Eun-ji. Hoseok se sentó en la silla a su lado—. ¿Qué estabas escribiendo en ese cuaderno que ocultaste?

Eun-ji le respondió con un simple nada mientras alejaba todo el montón de libros y ese cuaderno lejos de Hoseok. Eso solo hacía crecer más y más la curiosidad del chico, quien se atrevió a estirar su brazo para intentar alcanzar el cuaderno. Eun-ji grito un fuerte no. Hoseok solamente insistió más, creyendo que todo se trataba de un juego como muchas otras veces, pero se detuvo cuándo Eun-ji se quejó muy fuerte del dolor y comenzó a hacer presión en su brazo.

—Te dije que te detuvieras —le reclamo molesta y con su rostro contraído de dolor.

—Pero sí no estábamos jugando rudo —se excusó el joven—. Vamos, no exageres, apenas y roce tus brazos.

—Pues me dolió mucho.

Le reclamo quitando su mano de la parte que le dolía. La expresión de Hoseok cambio de inmediato. Con las cejas ligeramente fruncidas se acercó un poco a Eun-ji, quien no dejaba de reclamarle a su acompañante.

—¿Eso es sangre?

La chica dejó de hablar y miro el mismo lugar que Hoseok. Había unas manchas en el sitio que él le había lastimado. Con razón había sentido tanto dolor, le había lastimado una de tantas cortadas que la señora Jeon le hizo el día anterior con la navaja de afeitar de su padre en puntos al azar de su cuerpo.

—Mierda —susurro para sí misma—. Mm… Sí es qué… Me hice una herida algo profunda hace poco. Debiste abrirla cuando…

—Lo siento Eun-ji. No tenía idea de que estabas lastimada.

Hoseok se veía apenado y arrepentido. Creyó que sería divertido jugar con ella de esa forma. Y se sintió todavía más culpable cuando las manchas de sangre se convirtieron en una sola y grande mancha de sangre.

—¿Qué tan profunda es tu herida?

—N-no es nada grave, es que…

—¿Cómo que no es grave? Mira como estas sangrando. Iré a preguntarle a la señora Choi si tiene un botiquín.

—¡No, no es necesario! —Hoseok no se detuvo a pesar de sus gritos.

Su respiración se volvió errática y jalo su cabello con frustración. Sí Hoseok intentaba curarla, ella tendría qué quitarse la sudadera y él vería las demás heridas que tenía en sus brazos y seguramente después le seguiría un largo interrogatorio para saber que era lo que pasaba.

Así que lo más rápido que pudo guardo todas sus cosas en su mochila y con el más mínimo cuidado salió de la biblioteca. Se sintió culpable por dejar a Hoseok preocupado por su herida, pero de inmediato los recuerdos de lo que le hizo la esposa de su padre aparecieron en su mente. El miedo se apoderó de ella y la hizo temblar. Estaba haciendo lo correcto, se estaba protegiendo y se calmó diciendo que cuando llegara a su casa le mandaría un mensaje de texto con la excusa de que había surgido una emergencia y que, por eso, tuvo que salir rápido.

Pero ese mensaje no sirvió para su propósito, pues Hoseok sospecho que algo malo pasaba. Y los días que le siguieron sus sospechas se intensificaron, porque aunque Eun-ji hizo de todo por seguir siendo la misma chica que Hoseok conoció en el autobús, no lo logro.

—Bien, creo que hemos estudiado lo suficiente ¿Qué te parece si pasamos a tomar un café en la cafetería que está aquí cercas?

—Sí, suena bien. —Sonrió, pero se notaba tan forzado.

Parecía que esa pequeña acción le costaba mucho esfuerzo, además de que sus respuestas comenzaban a ser más cortas y los silencios más largos. Parecía que Eun-ji estaba regresando a ser esa chica tímida de antes, pero esta vez con la tristeza añadida.

—De verdad estoy bien —su voz era débil—. Solo estoy muy cansada, fue un día largo.

—Lo dudo mucho ¿Estás segura de que no se trata de…? 

—Claro que no Hoseok —Eun-ji parecía cansada de que sacara ese tema—. Entiéndelo, esas chicas ya no me molestan.

—¿Entonces por qué…?

—Adiós.

Y con eso termino la llamada. Hoseok miro su celular por largos minutos, ahora ya no estaba preocupado, también se sentía desanimado. Eun-ji estaba dejando de ser esa adorable niña que sonreía por cualquier cosa y se estaba volviendo fría. Pero lo que más le dolía a Hoseok era la distancia que se estaba formando entre ambos.

—Hola, Eun-ji. 

Camino a paso lento para acercarse a la amante del color azul. Ella buscaba un libro en los estantes de la biblioteca. En ningún momento se tomó la molestia de mirarlo, y como Eun-ji llevaba la capucha de su chamarra puesta, él tampoco podía mirar el rostro de ella.

—Hola.

—¿Cómo has estado? Hace mucho que no nos tomamos el tiempo para hablar y…

—Estoy muy ocupada porque ya vienen los exámenes. De hecho ya tengo que irme, nos vemos luego.

Y se alejó dándole la espalda a Hoseok. Se quedó pasmado y parado en el mismo lugar, tratando de asimilar lo que acababa de pasar. Eso realmente lo hirió, lo molesto y también se sintió muy ofendido. Sé fue a sentar a la mesa más alejada y ahí, la escena de Eun-ji siendo cortante se repitió en más de una ocasión en su cabeza.

¿Qué era lo que pasaba? Ella insistía en que sus compañeras ya no la molestaban y que en su casa, a pesar de la mala convivencia, nadie se metía con ella. Si no era nada de lo anterior ¿Entonces que estaba pasando con ella? ¿Acaso él había hecho algo para que ella lo tratara de esa forma?

Repaso mentalmente todos sus encuentros tratando de encontrar la razón por la que ella hubiera comenzado a comportarse así con él. Pero no había manera de que él fuera culpable, pues desde que sucedió lo de su brazo él había hecho asta lo imposible por levantarle los ánimos. La había invitado a tomar un helado, a tomar un café, a comer, le compro dulces e incluso trataba de hablar regularmente con ella por mensaje. Además, no recordaba que en alguna ocasión le hubiera hablado mal, o que dijera algo que la ofendiera.

Recostó la cabeza en la mesa y utilizo sus brazos como almohada. Todo ese asunto lo estaba cansando. Él solo intentaba ser un buen amigo y ella parecía querer estar lejos de él a toda costa. Era como si sus encuentros en el autobús y la noche del hospital no hubieran tenido ninguna importancia para ella y todas esas veces en las que Hoseok le demostró que podía confiar en él no hubieran significado nada para ella ¿Acaso se trataba de eso? ¿Ya no quería tenerlo cerca?

Por supuesto que no. Eun-ji actuó de esa forma para ocultar su labio partido y los moretones en su mejilla y ojo derecho. La esposa de su padre ya no le importaba lastimar a Eun-ji en lugares que la gente pudiera ver.

Y esa vez de la llamada, ella cortó porque la madre de su medio hermano entro a su cuarto con el cinturón de su padre en las manos.

En cuanto a las sonrisas… Le gustaba estar con Hoseok y la ponía feliz cada detalle que él tenía hacia ella. Realmente lo valoraba y le tenía mucho cariño, pero era muy difícil estar feliz todo el tiempo cuando sabes que al llegar a tu casa alguien te estará esperando para hacerte daño.

AZUL || Jung Hoseok Donde viven las historias. Descúbrelo ahora