Diez

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Una pequeña niña de alrededor de ocho años paso corriendo a un lado de él. Sostenía un globo morado y usaba un vestido azul. Hoseok sonrió en grande, esa niña le había recordado a Eun-ji. Ambas eran pequeñas y adorables, aunque claro, Eun-ji era mucho más linda y tierna que esa niña. Hoseok soltó una pequeña risita ante tales pensamientos.

Últimamente, esa chica tímida se la vivía en la cabeza de Hoseok. Solo bastaba ver cualquier cosa de color azul y automáticamente una imagen de una pequeña chica moviendo sus manos de forma nerviosa aparecía en su mente junto con una sonrisa. Incluso sus amigos se habían dado cuenta de ese detalle, burlándose de él diciéndole que estaba enamorado porque si bien, él era una persona escandalosa y sonriente a todas horas, había algo diferente en su rostro cuando recordaba a Eun-ji.

Sus amigos lo dejaron pensando un buen rato sobre eso ¿Acaso estaba comenzando a sentir algo más por ella? Él lo negaba, pero también aceptaba que esa chica tímida, a pesar de sus limitaciones para hablar y de lo insignificantes que para muchos podían resultar sus conversaciones, lo hacía vivir momentos muy, pero muy especiales y emocionantes. Ella era lo único interesante en su vida que lo ayudaba a olvidarse por varios minutos de sus problemas.

Conversar con ella era tan interesante y lo hacía sentir emocionado como hace mucho no sentía. Cuando empezó la universidad y se independizó de sus padres, sus obligaciones fueron aumentando. Tuvo que conseguir un empleo, tuvo que aprender a administrar el dinero y muchas otras cosas. Con tantas obligaciones no tenía tiempo ni para reflexionar, y eso cambió con la llegada de Eun-ji a su vida.

Ella era la que le daba color a su desastrosa vida. Quizás sus amigos sí tenían razón, tal vez Hoseok sí estaba comenzando a ver a Eun-ji de otra forma.

Continuo caminando hacia su destino de todas las mañanas, y como se lo esperaba, ella estaba ahí, sentada en la parada de todos los días esperando el mismo autobús de siempre. Sin reflexionarlo comenzó a trotar para acercarse a la chica, pero conforme se fue acercando se dio cuenta de un detalle que no le gustó para nada.

—Hola Eun-ji —saludó de manera suave y se sentó a un lado de ella.

—Hola. —Ella no levantó la mirada, al contrario, intento esconder su rostro con su cabello.

—¿Todo está bien?

—Sí, no te preocupes —dijo forzando una sonrisa. Después saco del bolsillo de su cárdigan azul una paleta y se la extendió al chico frente a ella—. ¿Quieres?

Esta vez su voz salió quebrada, aun así ella intentó seguir sonriendo. Hoseok se sentó a un lado de ella.

—Eun-ji, a estas alturas ya aprendí a diferenciar cuando estás bien y cuando estás mal, y hoy no estás bien. —La chica miró hacia la dirección contraria. Definitivamente, algo estaba pasando—. Por favor, mírame.

Eun-ji lo dudo mucho, pero al final terminó girando su rostro para mostrarle que era lo que la tenía tan afligida. Hoseok arrugó las cejas ante lo que estaba viendo. Como si se tratara de una frágil figura de porcelana, tomó con mucho cuidado el rostro de Eun-ji y lo movió para poder ver mejor los rasguños que había en su mejilla y unos moretones en su cuello. Parecían ser resientes.

—¿Quién te lo hizo? —La chica comenzó a soltar varias lágrimas, pero no dijo nada—. Eun-ji, si alguien te está lastimando debes decírmelo.

—No fue nadie.

Hoseok rodó los ojos, entonces una idea cruzo por su mente.

—Fue el chico que te hizo llorar por tus calificaciones ¿Verdad?

—¡Por favor deja de insistir con eso! Y no, no fue él.

—¿Entonces?

—No me lastimo nadie, fue un accidente ¿Sí? Un accidente. —Hoseok levantó una ceja ante tal comentario—. ¿De verdad no quieres un dulce?

—Eun-ji.

Su nombre salió con severidad de los labios del mayor. Eso no le gustó y terminó encogiéndose de hombros. El chico frente a ella siguió insistiendo, cada vez más molestó con la chica que estaba terca con la idea de darle un dulce.

—Por favor deja de evadir el tema, si no fue el quién te lastimo, entonces explícame que fue lo que paso —insistió, pero esta vez su voz se elevó más y ahora sonaba molesto—. Si no me dices que es lo que sucedió, no podré ayudarte.

—Bueno, quizás no quiero que me ayudes.

—Pues a mí no me importa lo que tú quieres —dijo exasperado.

—Hoy no estás siendo nada agradable.

Eun-ji también lo miraba de la misma forma, molesta, pero a Hoseok no podía importarle menos. A él tampoco le agradaba el modo en la que ella se estaba comportando. Prefería mil veces convivir con la chica tímida, alegre y tierna que solía ser, no está chica insípida y que trataba de ocultar una situación grave con un dulce de sabor uva.

—¿Sabes? No quiero hablar contigo, adiós.

—¿Es en serio? ¿Te irás así nada más?

Eun-ji se puso de pie y se alejó del chico ¿En serio se iría caminando a su casa que está a treinta minutos de distancia en autobús solo para evitarlo? Hoseok suspiro pesadamente y peino su cabello hacia atrás con frustración. Por un lado, se sentía molesto por la terquedad de la chica al no querer contar lo que le estaba pasando y, por otro lado, se sentía preocupado al pensar que quizás alguien en su casa o en la escuela la estaba agrediendo físicamente.

AZUL || Jung Hoseok Donde viven las historias. Descúbrelo ahora