Diecisiete

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El primero en despertar fue Hoseok y, ¡qué sorpresa se llevó! Él y Eun-ji estaban abrazados y sus piernas estaban enredadas, el rostro de la chica se encontraba a pocos centímetros del suyo. Tal fue su impresión que se sintió caer de la cama, y es que no recordaba cómo habían terminado los dos de esa forma. Solo recordaba que después de la profunda conversación que habían tenido siguieron viendo la película sin hacer ningún ruido y en cualquier momento ambos acabaron siendo vencidos por el sueño.

Aunque, después de varios segundos ya no le parecía tan malo que estuvieran así de cercas, sobre todo porque podía observar mucho mejor los lindos detalles del rostro de Eun-ji que de lejos no lograba percibir. Además, que el calor de la piel de la chica le sentaba de maravilla, lo mismo que el aroma a fresas que la chica desprendía. Dulce, igual que ella.

Era una lástima que tuviera que alejarse, pero era algo necesario. Seguramente la chica terminaría sonrojándose asta el alma por tenerlo así de cerca. Se alejó tratando de no despertar a la menor, pero fue inútil. En cuanto él se levantó de la cama, ella despertó.

—Buenos días, Eun-ji.

—Buenos días —su voz salió en un susurro, aún tenía algo de sueño—. ¿Qué hora es?

El chico se fijó en la hora en la tableta. Eran las nueve, demasiado tarde como para que Hoseok tratar de ir a la universidad. Aunque a decir verdad él ni siquiera planeaba ir, no quería dejar sola a Eun-ji asta que su padre o alguien llegara por ella.

—Bueno, ¿qué te parece si almorzamos algo? Ya tengo hambre ¿Tú no?

—Eso suena bien.

—¿Qué te apetece almorzar? Ayer de camino a mi departamento, vi un restaurante cercas de aquí, puedo ir a comprar algo para los dos.

—No es necesario. Seguramente la enfermera no tardará en traerme…

—No —soltó Hoseok totalmente escandalizado—. Tú lo que necesitas es buena comida para que recuperes fuerzas y sanes rápido y la asquerosa comida de aquí no te ayudará en nada. Así que creo que compraré Japchae. Si te gusta, ¿verdad? Bueno, no importa, lo traeré de todas formas.

Eun-ji, río por la actitud de su amigo. Hoseok se fue con la promesa de esta vez no tardar tanto en regresar, pero como la chica ya lo conocía, no se sorprendió cuando su amigo comenzaba a tardarse. Suspiro y negó con desaprobación ¿Qué debía hacer para quitarle ese mal hábito de ser impuntual?

Estaba tan concentrada que no se dio cuanta cuando un chico con semblante enojado entró a la habitación, solo se giró a verlo cuando él cerró dando un fuerte portazo. Eun-ji dio un respingo y brinco por el susto que le causó. Era su medio hermano, quien se quedó parado en medio de la habitación sin apartar su mirada de la chica.

Asi que despues de todo, si habían logrado contactarlos.

—¿Así que te caíste de las escaleras?

Eun-ji no se sorprendió ante la mentira que dijo el joven. Era obvio que la señora Jungnan mentiría sobre por qué ella tenía los brazos y piernas golpeadas.

—Bueno, eso ya no importa. Vístete rápido para irnos, mi madre nos está esperando en el estacionamiento.

Se sorprendió por aquella declaración. Hubiera preferido que su padre fuera a recogerla, pero seguramente la señora Jungnan se lo habia ocultado. A ella no le convenía que él se diera cuenta de los golpes. Y por el eso el se apoderó por completo del cuerpo de Eun-ji, incluso aguanto la respiración.

No estaba preparada para verla de nuevo. Jungkook, al ver que ella no se movía, volvió a apurarla con la misma excusa de que él y su madre tenían otros asuntos que atender y que ella no debía hacerlos esperar, pero simplemente no quería levantarse de esa cama. La sola idea de volver a estar cercas de aquella señora que la había maltratado de forma tan cruel aquella noche le aterraba. Ella se había convertido en un monstruo que le provocaba un inmenso miedo a
Eun-ji.

—Deja de hacerte tonta y por favor date prisa.

—E-es que… —Eun-ji mordió su labio tratando de formular una mentira—. Es que me duele mucho el cuerpo, casi no puedo moverme. Quizás todavía tenga que quedarme un poco más de tiempo.

Jungkook rodó los ojos y susurro algo entre dientes. El chico le preguntó donde habían guardado su ropa, y aunque eso desconcertó a Eun-ji, le señaló la mesita de noche para no hacerlo enojar. Él se acercó al mueble y sacó la ropa, después pasó algo totalmente inesperado ¿Acaso estaba soñando? Supo que no era así cuando su medio hermano le dio un golpecito en el brazo. Jungkook de verdad le estaba ofreciendo su mano para ayudarla a levantarse de la cama, no solo eso, también la ayudó a caminar hacia el baño para qué se cambiará. Ella se quedó parada afuera poco tiempo sin saber si darle las gracias o simplemente ignorar aquel inesperado detalle de su medio hermano. Terminó entrando rápidamente cuando él le lanzó una mirada asesina.

Trató de ponerse su ropa lo más lento posible para hacer tiempo. Cuando por fin salió, Jungkook no dijo nada más, simplemente se dispuso a salir de la habitación creyendo que Eun-ji aria lo mismo, pero ella no se movió.

—¿Qué haces? —La chica retrocedió un pequeño paso—. Eun-ji ya te dije que tenemos prisa, camina si no quieres que te saque a jalones.

—Sí, nada más espérame un poco. Hay algo que debo hacer.

Con tal de evitar por un poco más lo que le esperaba, Eun-ji saco rápidamente de su mochila su cuaderno azul para dejarle una nota a Hoseok y decirle que ya había salido del hospital, que sus padres habían ido por ella. Se sintió triste, pues le habría gustado pasar más tiempo con él, sobre todo después de toda la diversión y rizas que compartieron la noche anterior. Por alguna razón, sintió que esas serían las últimas sonrisas que tendría.

Dejó la nota sobre la cama y trató de reunir el valor suficiente para lo que venía. Salió siguiendo a Jungkook unos pasos atrás de él. Su vista se mantenía en el suelo mientras intentaba darse ánimos mentalmente, pero mientras más se acercaba a la salida, más nerviosa se ponía, tanto que sentía como las lágrimas se acumulaba en sus ojos y le picaban.

Su respiración se aceleró cuando divisó a lo lejos el auto de la señora Jungnan y aunque intentará hacerse fuerte, no pudo. Jamás pensó que una persona pudiera infundirle más miedo que Jungkook cuando estaba molesto, pero ahí estaba ella reacia a moverse porque no quería toparse con la madre de su medio hermano.

Se detuvo de nuevo mientras apretaba sus ojos y boca. A quien quería engañar, ella no era valiente, era cobarde con todas sus letras. Por más animó que se diera, ella seguiría sintiéndose aterrada como una niña pequeña. Quería huir lejos de ahí, esa era la única verdad.

Jungkook refunfuño con molestia al ver que se había detenido otra vez. Se acercó a la chica para comenzar a jalar de su brazo, pero ella se soltó de su agarre de un tirón. Eso lo sorprendió y lo molesto mucho.

—Con un carajo, Eun-ji ¿Acaso te gusta hacerme enfadar?—. Esta vez la tomó con mayor fuerza, provocando que ella se quejara del dolor en su muñeca—. ¡Camina de una maldita vez!

Ella no se movió. Jungkook se giró para reprenderla, pero algo llamó su atención. Muchas veces en el pasado él había visto como los ojos de Eun-ji lo miraban a él y a su madre con miedo. Sobre todo a él y más cuando lo hacía enfadar; sin embargo, esta vez no había miedo, había terror y estaba llorando por lo mismo.

El chico la miro con incredulidad ¿Por qué de pronto se ponía de esta forma? A pesar de que no le cuadraba esa actitud de parte de la menor, no le presto atención. Intento volver a jalar de ella, solo consiguió que se moviera un pequeño e insignificante pasito.

—Por favor camina ya. —Ella negó con sus ojos inundados en lágrimas.

—No quiero.

—¿Qué?

—E-es que tengo mucho miedo.

Jungkook la observo confundido. No le gustó sentirse de esa manera, pero admitía sentirse levemente turbado por ese comportamiento de la chica ¿A qué se debía tanto miedo?

AZUL || Jung Hoseok Donde viven las historias. Descúbrelo ahora