Treinta y tres

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Eun-ji despertó con un desagradable y muy amargo sabor en la boca que le provocó una arcada acompañada con mucho dolor. Había una enfermera cercas que rápidamente le dio de beber agua para calmar el malestar. Aunque había estado durmiendo toda la noche, no sentía que hubiera descansado en lo más mínimo.

Cuando el mal sabor desapareció de su boca y las arcadas se detuvieron, la asaltaron los sucesos del día anterior. Fue como ver una película a una alta velocidad, y a pesar de que la mayoría de las cosas que vio no eran nada buenas, también recordó que su único amigo había llegado de sorpresa al hospital. Se sintió más despierta al recordarlo y también sintió muchas ganas de verlo. Examino la habitación creyendo que tal vez se había quedado con ella dentro de la habitación, pero solo estaba la enfermera.

Intento hablar, pero su garganta le ardía mucho cuando intento hablar. Lo sintió como si un cerillo le estuviera quemando.

—No te esfuerces, ayer vomitaste bastante y tu garganta está lastimada —le explico la enfermera—. Lo mejor es que no hables para que tu garganta no se dañe más.

Ella asintió a lo que dijo la enfermera, pero debía preguntar por alguien urgentemente. Al principio balbuceo en intentos por hablar con la enfermera que solo le causaron dolor. Tardo un tiempo en encontrar la forma y el volumen adecuado para hablar sin lastimarse la garganta.

—¿Y Ho…? —Hizo una mueca por el dolor. La enfermera le volvió a decir que no hablara, pero la chica la ignoro—. ¿Hoseok? 

La enfermera frunció las cejas. Eun-ji susurro tan bajo que la mujer apenas y logró escucharla. Pasaron pocos segundos, asta que logró entender, y sonrió llevada por la ternura que ambos jóvenes les causaba. 

—¿Hablas de tu novio? Tuvo que irse. Dijo que tenía algo que hacer, pero aseguró que regresaría pronto.

Ahora Eun-ji era la confundida. Esa palabra se repitió en su mente, recordando que hace tiempo él había dicho la misma mentira ¿Acaso él volvió a decirlo? ¿Por qué? Y sobre todo, ¿por qué se sentía emocionada ante esa mentira?

—Se pondrá muy contento cuando le diga que ya despertaste —comentó la enfermera. Seguía sonriendo porque la joven pareja le daba mucha ternura—. Ayer en la noche le hizo mil preguntas al doctor sobre lo que tenías y sobre lo que haríamos para curar lo que tienes. Después vino aquí porque quería ver con sus propios ojos que estuvieras bien. Se quedó mucho tiempo observándote sin soltar tu mano, te miraba con tanto cariño y a la vez tan preocupado.

Cuando ya era muy entrada la noche, Seulgui trato de convencerlo de ir a casa a dormir. Él se negó rotundamente, ni siquiera quiso dormir en el sofá. Se quedó sentado en esa silla y con su cabeza recostada en un pedazo del colchón. Quería estar cercas de ti y cuidarte.

La enfermera no dejó de sonreír en ningún momento y Eun-ji también sonreía débilmente. Se sentía conmovida y muy emocionada ante tanta atención de parte de Hoseok. Él siempre haciendo lo posible por cuidarla y sacarle sonrisas. Y eso, aunque se sentía bien, también la llenaba de culpa.

—Tienes al mejor novio de todos. Jamás, en todos mis años trabajando como enfermera, vi a alguien tan dedicado al ser amado. –La enfermera seguía sonriendo–. Él te valora mucho, has lo mismo por él.

Téngalo por seguro, pensó.

Justo pensaba preguntarle por el paradero de Hoseok cuando el susodicho entró por la puerta. Saludo de forma alegre a la enfermera, como él suele hacer. Llevaba una bolsa de plástico negra y su mochila cargada en los hombros.

En cuanto la mirada de ambos se encontró, todo a su alrededor dejó de importar. Eun-ji le intento sonreír a pesar de su debilidad, y Hoseok reaccionó de igual forma. La bolsa de plástico que cargaba la dejó caer en el suelo y a paso rápido se acercó a   Eun-ji, ella trató de enderezarse sobre la cama, pero Hoseok fue más rápido.

Se acercó a ella y la levantó apenas unos centímetros de la cama para poder rodearla con sus brazos, quedando casi acostado sobre Eun-ji. Ella le correspondió minutos después. Ambos cerraron los ojos y disfrutaron de la cercanía del otro. El calor corporal que se transmitían se estaba volviendo la obsesión tanto de uno como de otro, y ninguno tenía problema con eso.

Quizás la enfermera les había dicho algo o tal vez no, ninguno de los dos le presto atención y ni siquiera se dieron cuenta de en que momento ella salió de la habitación.

—Eun-ji, me tenías tan asustado —Hoseok fue el primero en hablar—. Pase muchos días sin saber nada de ti. Fue un verdadero martirio. Y luego no contestaba mis llamadas. Y cuando me enteré de que la esposa de tu padre te golpeaba y te hacía otro tipo de cosas tan horribles, fue mucho peor.

Hoseok dijo lo último llevado por la desesperación. Por supuesto que para Eun-ji no pasó desapercibido.

—¿C-como fue que…?

Hoseok se avergonzó por unos segundos antes de confesarle, qué había leído su cuaderno azul. Pidió disculpas por eso, más no se arrepentía de hacerlo, por qué gracias a eso fue que ahora estaba ahí para ayudarla.

Pero Eun-ji no se sintió avergonzada ante la idea de que quizás había leído todo lo que había escrito sobre él. Sentía una tristeza muy profunda en el pecho, qué le impedía sentir algo más. Y también sentía culpa.

—Lo siento.

Pronunciar esas palabras le provocó un agudo dolor en su garganta, y eso que hablo con un hilo de voz. Un ligero y muy quedó susurro.

—¿Por qué lo sientes? No te estoy diciendo esto para regañarte. —Se alejó de ella, recargando su codo contra el colchón para no aplastarla—. Más bien, perdóname tú a mí, no hice lo suficiente para cuidarte.

—Pero yo… —Otra punzada de dolor—. Yo tampoco dije nada y asta te dije mentiras.

Y eso era mucho peor para ella. Por qué se pudo ahorrar muchos problemas, muchos golpes y heridas y sobre todo, pudo haber evitado que Hoseok sintiera tanta angustia y que pasara tantos malos ratos. Comenzó a disculparse millones de veces mientras las lágrimas comenzaban a resbalar por sus mejillas. Hoseok le siseo para que dejara de hacerlo mientras le limpiaba las lágrimas.

—Debí haber dicho que la esposa de mi padre era quien me golpeaba y defenderme de ella en lugar de aguantar lo que me hacía.

—Sí, tienes razón, tienes toda la razón. Tú desviste hacer eso y yo debí hacer aquello. Ambos debimos haber actuado diferente.

Eun-ji pudo percibir cierto enojo en las palabras del joven. Y es que, a pesar de que entendía y comprendía las razones por las que ella guardó silencio, también le molestaba su comportamiento. Siempre sintiendo miedo y escondiéndose, ¿y para qué? ¿Para evitar más problemas?

Eun-ji tenía muchas cosas que trabajar cuando saliera del hospital. Una de ellas sin duda sería aprender a enfrentar los problemas. Quizás ya no era tan tímida, pero debía aprender a dejar de despreciarse y también tenía que hacer a un lado esas ideas de que no merecía recibir ningún tipo de atención de nadie. Tenía que aprender a valorarse más. Pero por el momento, tenían que concentrarse en que esa señora no volviera a hacerle daño a la amante del color azul.

—Pero ahora puedes hablar y por fin terminar con este infierno que has vivido. Empezando por decirme que fue lo que esa mujer te hizo para terminar en el hospital.

AZUL || Jung Hoseok Donde viven las historias. Descúbrelo ahora