Cuarenta y cinco

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Jamás había tenido problema con elegir su ropa, pues ella creía que todo su armario estaba lleno de cosas lindas. Pero se trataba de su primera cita con un chico que le gustaba un montón. Quería lucir lo más preciosa que pudiera para impresionarlo.

¿Arreglarse para las citas siempre había sido así de complicado?

Hoseok tampoco se la estaba pasando nada bien en su departamento. Cinco conjuntos eran los que se probó y ninguno le terminaba de convencer. Además de que se había despertado muy torpe. Sus manos tenían un ligero temblor qué no sabía identificar como nervios o ansias para poder verse con Eun-ji.

Mientras eso pasaba con Hoseok, Eun-ji bajo las escaleras con un vestido blanco de hombros descubiertos y falda con holanes y un vestido-overol de mezclilla con una camisa blanca. Entro a la cocina donde Jungkook se encontraba cocinando y sin rodeos le pidió opinión a su hermano que estaba preparando el almuerzo.

—Ninguno. —Eun-ji hizo un puchero por su respuesta tan tajante—. Son muy cortos.

—No es cierto. —Eun-ji puso uno frente a ella—. No me llegan ni siquiera a la mitad del muslo.

—Sigue siendo un no. No llevarás un vestido a tu cita con Hoseok.

—Mejor no hubiera venido a preguntarte —murmuró entre dientes—. ¿Sabes? No me importa, me llevaré este vestido blanco.

—Dije qué no. No tienes mi permiso para usarlo.

—Voy a utilizar lo que yo quiera.

—No.

—Sí.

—No.

—Sí.

—No.

—No.

—Sí.

Jungkook se puso serio y se pegó en la cabeza ¿De verdad había caído en un juego tan tonto como ese? Su hermana le agradeció y con todo el descaro y claras intenciones de burlarse le lanzó un beso.

Rodó los ojos y siguió con lo suyo. No era un experto cocinero, pero hacia su mejor intento. Y ese día él se había ofrecido a prepararlo para que su hermana pudiera arreglarse para su cita. Se llevó un poco a la boca para degustar, no sabía tan mala, pero sin duda prefería mil veces la sazón de su hermana. Ella si qué cocinaba delicioso.

Subió cuando dejó todo listo en el comedor para comenzar a almorzar. Toco la puerta antes de entrar a la habitación de su hermana.

Ella se miraba en su espejo. Verificando su aspecto con ojos minuciosos, pero sonriendo. Una sonrisa radiante acompañada de un brillo muy especial en sus ojos y que no tenía indicios de desaparecer. Era bueno verla de esa forma y no preocupada por el próximo juicio de la madre de él. Ella merecía sonreír más seguido y ser feliz.

—Sigo en desacuerdo con el vestido, pero te ves muy hermosa —lo decía de corazón.

—Gracias —contesto con una sonrisa tímida—. Confieso qué me siento nerviosa. Es la primera vez que tengo una cita ¿Y si hago algo que lo arruine?

—Si piensas de esa forma ten por seguro que sucederá lo peor. Aunque peor de como a mí me fue lo dudo.

Eun-ji le miro con interés, y él se arrepintió por haber abierto la boca. Su hermana comenzó a insistir para qué le contará y él, débilmente, cedió ante los ojos de cachorro de su hermana. No sin antes llevarla al comedor para desayunar.

Fue cuando él tenía dieciséis. Igual que Eun-ji, era la primera vez que se sentía de esa manera. Y el sí era torpe con todas sus letras. Cada que se acercaba a esa chica, su cerebro se apagaba y actuaba como zombi. Pero un día y gracias a sus amigos se animó a confesarle lo que sentía, y resultó ser recíproco. Para su primera cita la había invitado al cine. Y aunque estaba nervioso y con el corazón latiendo a mil, se animó a acercarse en mitad de la película para besarla, y entonces le estornudó en la cara a la pobre chica.

Eun-ji no controlo la estruendosa carcajada, haciendo sentir avergonzado a Jungkook. Aunque él también sonreía.

—Sabía que no debía contarte nada.

—No… Perdón… Es qué… —hablaba entrecortadamente por culpa de la risa—. Perdón, no debí reírme, ¿Y qué paso después?

—Ella solo se río y termino robándome el beso. Mi primer beso, y muy bueno, ¿eh? —mencionó coqueto—. El punto es que solo dejes fluir las cosas, y no pienses negativamente. Y disfrútalo, pero no tanto.

Advirtió. Su hermana río apenada y se removió en su asiento. Sabía a lo que se refería. Siguió comiendo de forma tranquila hasta que miro la hora en el reloj. Sus ojos se abrieron tanto que pareció que estos saldrían de sus cuencas.

—¡Se me hace tarde! —Se levantó de un salto y tomo su pequeña bolsa que colgaba del respaldo de la silla—. ¡Adiós!

—¡Te quiero aquí antes de las seis! ¡¿Entiendes?!

Eun-ji no respondió, pero escucho claramente la petición de su hermano.

* * *

Había dos sentimientos cruzando el pecho de Hoseok en ese momento. El primero, era de satisfacción consigo mismo, pues había llegado justo a la hora acordada. Una señal apocalíptica diría Seokjin para burlarse. Sin embargo, Eun-ji no llegaba. La chica que tanto le había regañado por ser impuntual era ahora quien llegaba tarde.

Aunque comenzaba a impacientarse, se regañaba y buscaba formas de distraerse. No creía normal sentirse de esa forma cuando solo habían pasado diez minutos. Además, él solía llegar incluso más tarde que eso. ¿Y si no llegaba? ¿Y si se arrepentía? Sacudió la cabeza, luchando contra esos intrusivos pensamientos. Sus amigos tenían mucha razón, estaba perdido por Eun-ji.

—¡Hoseok!

Miró hacia el frente y su boca se abrió ligeramente. Eun-ji por fin había llegado, con un bonito vestido que hacía lucir muy bien sus lindas piernas. Trago duro al ver sus hombros descubiertos donde colgaba una pequeña bolsa de color azul. Su piel bronceada parecía brillar bajo la luz del sol. No pudo evitar mirarla de arriba abajo, pues en su vida jamás había visto a una chica tan preciosa como ella.

Hoseok no se quedaba atrás, él también se veía muy apuesto. Lo que más capto la atención de Eun-ji fue su peinado, el cual dejaba al descubierto su frente. Le daba una apariencia más madura y varonil. La sensación de que el aire no entraba a su pecho se apoderó de ella. A comparación de Hoseok ella no lo barrió con la mirada, pues sentía pena. Aun así, sus ojos nunca dejaron de ver los de Hoseok.

—Quien lo diría. La gran matemática y puntual Eun-ji llegando tarde —se burló cuando ella estuvo más cerca—. Mal, muy mal pequeña.

Pero fue tomado por sorpresa cuando lo abrazo y planto un beso en su mejilla. Sus ojos se abrieron de par en par, ¿de cuándo acá Eun-ji era tan atrevida? Quien sabe, pero le encantó que ella tuviera la iniciativa y le acelero el corazón. Pero su ingenuidad seguía presente, pues aun con ese pequeño gesto su rostro se seguía poniendo colorado.

—Se me fue el tiempo conversando con mi hermano. Lo siento.

—Olvídalo, quince minutos son nada. —Le ofreció su brazo a Eun-ji—. ¿Comenzamos con nuestra cita señorita?

Ella no dudo en tomarlo.

—Por supuesto, ¿cuáles son los planes para hoy?

—¿Almorzaste? —Ella asintió —. Entonces, ¿te apetece un helado? Podemos comenzar con eso.

—¡Sí! Aunque el doctor dijo que ya podía comer más variedad, mi hermano me sigue obligando a comer sopas, verduras y caldo de poyo. Necesito azúcar —hablo dramática.

Hoseok carcajeo. Amaba a la chica tímida, pero también amaba esta nueva versión. Una más fuerte, alegre y sin miedo a hablar.

—Helado será.

AZUL || Jung Hoseok Donde viven las historias. Descúbrelo ahora