Veinte

45 10 0
                                    

—Buenos días, Eun-ji.

La chica se removió en su cama y apretó fuerte sus ojos cuando la luz de su cuarto fue encendida. Sus ojos tardaron en acostumbrarse a la claridad, aún era muy temprano, ni siquiera había salido el sol todavía. Una vez los abrió observo como la esposa de su padre recorría con paso lento su habitación y la examinaba detalle por detalle. Eun-ji se movió por su cama asta que su espalda pego contra la pared, ahí se sentó y abraso sus piernas como si eso fuera un escudo que la protegiera.

—¿Cómo está tu quemadura? ¿Te sigue doliendo? —no respondió—. Contesta mocosa.

El tono de voz que estaba utilizando no era agresivo, ni siquiera parecía estar enojada. Estaba tranquila y hablaba a un bajo volumen, quizás para evitar que Jungkook y su esposo que seguramente seguían durmiendo no la escucharan. Pero su presencia seguía asustando a la pobre chica. Para Eun-ji, estar encerrada en su cuarto con ella era como estar encerrada con un enorme depredador.

—E-estoy bien —su voz salió más delgada de lo que era en realidad.

—Qué bueno, eso quiere decir que el ungüento que mi hijo te aplico funcionó bien —esta vez su voz pareció perturbarse un poco por la ira y la puso en alerta.

Eun-ji abrazo más fuerte sus piernas contra su pecho. Su respiración se descontroló y también sintió como un sudor frío recorría su frente.

—E-él no sabe nada. Él sigue creyendo que fui yo quien sé…

La mayor no esperó a que ella terminará de explicar cuando la golpeó en la cara. Tapo rápido su boca para callar el grito que estuvo a punto de escapársele. Las lágrimas comenzaron a salir y con ellas los sollozos, se mordió muy fuerte los labios para evitar que estos se volvieran muy ruidosos.

La señora entonces se sentó en la cama de Eun-ji, la tomó por el mentón y la obligó a mirarla a los ojos. Le estaba encajando las uñas en la piel.

—¿En verdad me crees tan idiota? Escuché la conversación que tuvieron ayer ustedes dos y también escuché claramente como le decías que te golpeaba.

La boca de Eun-ji y sus ojos se abrieron por la sorpresa. Debió negarse a aceptar la ayuda de su hermano.

—¿Recuerdas que te dije que te iría mucho peor si alguien se enteraba?

—L-la pueden oír.

Dijo como último recurso y con sus ojos suplicando que no le hiciera nada. Después de todo, su padre o su medio hermano podrían oír como la golpeaban. Pero la siniestra sonrisa que la mujer le mostró la hizo perder toda esperanza de salir librada de un terrible castigo.

—Hay otras formas de lastimarte.

Dijo con un fingido tono de voz meloso mientras sacaba algo del bolsillo del pantalón de su pijama.

* * *

Jungkook ya había terminado de arreglarse para ir a la escuela cuando alguien tocó a su puerta.

—Adelante.

Pensó que la persona que entraría sería su madre, con ella era la única con la que se mantenía cercana y con la que podía tener una conversación tranquila sin llegar a los gritos. No como con su padre, desde que tuvo aquella pelea con ese chico y terminó preso por alterar el orden, se había distanciado mucho más de su progenitor, así que él no podía ser.

Cuando se giró hacia la puerta con quien se encontró fue con su media hermana. Ella tenía las mejillas empapadas en lágrimas y sus ojos estaban rojos e hinchados por el llanto. Jungkook frunció las cejas y se puso de pie al verla en ese estado, pero lo que le asustó más fueron las manchas rojas que tenía esparcidas por toda su pijama de color azul pastel. Sintió que perdía el equilibrio y su respiración se cortó por varios segundos.

—Eun-ji… ¿Qué fue lo que…? —El shock que sentía por ver a su media hermana en ese estado no lo dejaba formular las palabras correctamente–. No...

Eun-ji asintió y soltó un sollozo.

—No, ella no sería capaz de hacer algo como eso.

—Pues tal parece que sí. Ella dijo que esto pasaría si alguien se enteraba y mira lo que me hizo.

Sacudía su cabeza negando la verdad de las cosas. Su madre era una mujer cariñosa y amable, no sería capaz de dañar a nadie. El problema es que las pruebas decían lo contrario y eso le destrozaba el corazón. Jungkook jalo su cabello con desesperación. Se sentía dolido y profundamente decepcionado.

Y además se sentía aterrado, porque él no escucho nada. Ni una sola queja de dolor, llanto o grito de parte de su hermana. Ella tuvo que aguantar ese dolor en silencio, sin contar el miedo de que si hubiera hecho más presión sobre su piel, ella hubiera probablemente habría muerto.

—¿Quieres que te ayude?

Se notaba la vergüenza y pena en la voz y rostro del chico. Se sentía con la responsabilidad de ayudarla y Eun-ji se sintió de cierta manera conmovida, pues su hermano no era tan malo como aparentaba ser. Sin embargo, se negó rápidamente.

—Jungkook, no me gusta que me lastimen. Ya no quiero que otra cosa así suceda, lo mejor es que te mantengas al margen.

—Pero…

—Y por favor, no vayas a hablar con tu madre. Solamente lo empeorarías.

Jungkook abrió la boca y la cerró de inmediato, ahora su conciencia le estaba reprendiendo. Tal vez, si hubiera actuado cuando vio como su madre la había golpeado muy fuerte en la cabeza, o cuando la encontró jalando del cabello a Eun-ji para meterla a la habitación para golpearla, esto no habría pasado y su media hermana no habría sufrido de esa forma.

Pero tampoco quería hablar. Era su madre, la quería mucho y, por lo tanto, no quería que terminara encerrada en la cárcel por sus acciones. Se lo merecía, pero Jungkook no estaba dispuesto a sacrificar a su madre por Eun-ji. Por más que se sintiera mal no quería hacerlo.

—Al menos deja que…

—Que no Jungkook —dijo alzando un poco la voz —. No quiero que me ayudes. 

Eun-ji salió de su cuarto azotando la puerta.

La señora Jungnan había conseguido su objetivo. Eun-ji ya no volvería a pensar ni por asomo en conseguir ayuda. Ya ni siquiera tenía esperanzas en que alguien pudiera salvarla.

AZUL || Jung Hoseok Donde viven las historias. Descúbrelo ahora