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Louis gimió mientras terminaba de limpiar el desastre que había en la cocina.

Brooke y Jacob se habían echado a dormir y no le habían ayudado en nada, así que el castaño básicamente lo hizo todo.

Comenzó a hacer su desayuno, calentó algunos panquesillos que guardaba en la nevera, les puso fresas y un poco de mermelada.

Hizo un poco de té, ya no tenía leche por lo que no le puso; Quizás más tarde le pediría al alfa que salieran al supermercado y surtieran su despensa.

Aunque Harry rara vez le dejaba salir de casa gracias al maldito asesino que andaba suelto.

Bufó mientras caminaba hasta la mesa, colocó su plato en la tabla y antes de poder hacer algo más, escuchó el ruido de la madera rechinando detrás de él.

Volteó pero no observó nada.

—¡Louis! —dijeron a su derecha, volteó pero solo observó la ventana que colindaba con el exterior.

—¡Vete de aquí, Louis! —Esta vez a su izquierda.

—¡Eres el siguiente! —Detrás de él.

—¡Huye, Louis!

—¡Louis, corre!

El castaño solo volteaba en varias direcciones intentado descifrar de dónde venían las malditas voces, pero en cada ocasión que volteaba no lograba ver nada.

Los susurros se hicieron más fuertes y comenzaron a decir cosas que Louis no entendía en los absoluto, sentía como las voces comenzaba absorberlo de alguna manera.

Llevó las manos a sus oídos intentando callarlos, pero no funcionó.

—¡Louis! ¿Qué mierda está pasando contigo? —Brooke comenzó a sacudirlo fuertemente por los hombros haciéndolo reaccionar.

Las voces habían desaparecido.

—¿Qué dijiste? —Preguntó en un susurró aún observando el suelo.

—Mierda, ¿Estás drogado? —La rubia tiró de sus cabellos, desesperada.

—N-no, solo... No lo entenderías —Negó.

Brooke le observó con los ojos entrecerrados, después simplemente se encogió de hombros y se sentó en la mesa.

—¿Ya está listo el desayuno? —Relamió sus labios.

Louis suspiró.

—Si. —Rodó los ojos con cansancio.

Ambos asintieron y Louis comenzó a preparar más panqueques. Los puso en la mesa y después de eso se dirigió a la cocina, tomó sus pastillas y regresó a la mesa.

—¿Qué es eso? —Preguntó la alfa observando el bote.

—No te interesa. —Gruñó.

—Oh, vamos no tienes por qué ser hostil. ¿Qué es eso?

—Pastillas. —dijo simplemente tomando 4.

Sabía que era una dosis más alta que la que se le había recomendado, pero no importaba, él simplemente quería librarse de las voces.

Dejó el frasco en la mesa y la alfa lo tomó examinandolo con atención.

—Louis, yo también tuve un omega y nunca le ví tomar algo similar. —Frunció el ceño.

El castaño se encogió de hombros.

—¿Quién te dió esto? —La alfa en verdad sonaba preocupada.

Little Secret [l.s]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora