Little Secret [l.s]

21

En cuanto aquellas palabras salieron de la boca del Omega, Harry se tensó, se apartó del abrazo y observó al castaño.

—¿Q-qué?

—Ya no quiero seguir peleando sin razón alguna, quiero ser libre, Harry.

—N-no... Louis, tu no p-puedes dejarme. —Negó tallando sus ojos para eliminar las lágrimas que amenazaban con salir.

—No quiero, pero debo hacerlo —Negó y dió un suspiro —. Tú no eres bueno para mí, Styles.

Harry bufó separandose, caminó hasta que estuvo frente al omega y le dió la espalda al castaño mientras negaba. Gruñó y se acercó al ojiazul, lo tomó por los hombros para jalarlo.

Los pechos de ambos se pegaron, el alfa gruñó de nuevo mientras tomaba el rostro de su esposo entre sus manos. Limpió las lágrimas del Omega con sus pulgares y volvió a negar juntando sus frentes.

—N-no... Omega por favor, no —Sollozó —. Lou, sé que podemos solucionar e-esto.

—Harry, no podemos seguir así. —Negó.

—Lou, te prometo que yo no quise levantarte la mano... Déjame arreglarlo...

—¿Y como lo harás? —Arrebató la manos del alfa de su rostro — ¿Acostándote conmigo? ¿Así solucionarás esto?

Tomó el collar de perlas de su alfa, seleccionó una al azar y comenzó a frotarla con dos de sus dedos y al final lo jaló hasta quitarlo de su cuello.

—¿O piensas solucionar esto regalandome un collar y un ramo de flores?

Louis caminó hasta el otro extremo de la habitación, se pegó en la ventana, abrió las cortinas y observó las sombras pasar.

Miles de sombras negras.

Omegas cargando cachorros.

Alfas picando piedra.

Niños jugando.

Omegas embarazadas.

Alfas bailando.

Parejas tomadas de las manos.

La vida perfecta.

La libertad.

Louis jadeó y cerró las cortinas asustado, logró recomponerse en cuestión de segundos y carraspeó.

—Por supuesto que no. —Gruñó —. Si tan solo me dejaras hablar...

—¿Y tú por qué no me dejaste hablar anoche? —Frunció el ceño —. ¿Por qué yo si debería dejarte hablar?

—Soy el alfa —Murmuró.

—¿Qué dijiste, cariño? Habla más fuerte que no te escucho.

Harry torció la boca y agachó la cabeza con vergüenza.

—Soy el alfa. —Repitió subiendo el tono de voz.

Louis alzó las cejas en señal de sorpresa. Se acercó al rizado y comenzó a reír.

—Por que eres el alfa —Murmuró asintiendo — ¿Y dónde quedo yo?

—Louis, podemos hablarlo...

—¿Sabes qué? Si lo hablaremos, pero nada, absolutamente nada me hará cambiar de opinión. —Se sentó en el sofá y cruzó sus piernas.

—¿Q-qué?

—¡Qué ya no quiero estar contigo! ¡Qué quiero que me des el divorcio! ¡Qué me dejes ser libre! ¿En qué idioma te lo tengo que decir.

—Lou... No por favor. —Se arrodilló frente al omega y posó su cabeza en el regazo del más joven. —Omega, si tú me dejas yo me m-muero...