Yeonbin One shots (Pedidos Abiertos)

Destinado

Soobin era un omega, pero a comparación de sus compañeros, él no era sumiso.

Tenía una opinión para todo, decía lo que pensaba sin importarle si alguien no estaba de acuerdo y no se rendía ante la simple sonrisa de un alfa torpe y bruto. Algunos dirían que era grosero y que su actitud conseguiría dejarlo soltero y virgen hasta la tumba, pero realmente no le importaba. Era feliz estando solo, su cuaderno de dibujo y sus carboncillos siendo su única compañía.

— Deberías conseguir una pareja, yo a tu edad ya estaba por casarme — le decía su tía Yoon-ah cada vez que su madre sacaba el tema en alguna cena familiar.

— Oh tienes razón, tía. — decía Soobin, su voz más aguda de lo normal y ofreciéndole una sonrisa — Por cierto ¿Mi tío sigue engañándote con una beta o ya te pidió el divorcio?

La mujer se quedaba sin palabras y con un sonrojo expandiéndose por su rostro, furiosa por el comentario. Su madre lo regañaba y le decía que tenía que ser más respetuoso con su tía, pero Soobin simplemente la ignoraba. Nadie iba a estar hablando sobre lo que hacía o lo que dejaba de hacer y mucho menos alguien con una vida llena de problemas y mentiras.

Aunque en realidad Soobin no se imaginaba una vida junto a un alfa, eso no significaba que su corazón estuviera vacío. En realidad, la razón por la que era tan frío con otros alfas era porque su corazón había sido robado por el hermano mayor de su mejor amigo, muchos años atrás.

Desde que un día al regresar de la escuela se encontraron con el chico sentado en la sala de estar viendo una película, Yeonjun había conseguido robarse todos los suspiros de Soobin. Era alto y delgado, con los músculos propios de un alfa resaltando incluso debajo de la ropa. Su rostro anguloso le daba un aspecto de escultura renacentista, sus proporciones tan perfectas que incluso en más de una ocasión Soobin las uso como referencia para sus trabajos de arte.

Era lindo con él y siempre lo había tratado con respeto. Incluso cuando tenía 15 y era la criatura más irritante del mundo, Yeonjun lo soportaba y hablaba con él para tranquilizarlo, o se quedaba quieto por horas mientras Soobin trataba de pintarlo. Esos pequeños detalles, más que su apariencia física era lo que había hechizado a Soobin. Pero, incluso cuando su lobo interior saltaba en su pecho cada vez que Yeonjun estaba cerca, jamás reunió la valentía necesaria para confesárselo.

Durante sus años en la secundaria y preparatoria, los tres fueron inseparables. A donde uno iba, los otros dos le seguían, Yeonjun cuidando de los dos omegas y los dos menores haciendo reír al mayor, recordándole que había más cosas en la vida que la escuela. Ahora que estaban en la universidad, rara vez podía reunirse con ellos. Claro que aun mantenían contacto, pero debido a sus ajetreados horarios no podían salir a un bar o ir al cine como solían.

Pero ese fin de semana, Beomgyu lo había llamado. Era muy raro que lo hiciera, pues Beomgyu prefería los mensajes de texto, así que intuyo que algo importante estaba pasando.

— Hola Beom — dijo al responder su celular — ¿Qué ocurre?

— Hola Soo — respondió con su usual voz cantarina. Su amigo se escuchaba feliz, lo que logró relajarlo — Solo quería preguntar si tienes tiempo libre esta semana. Quiero salir y contarles algo a ti y a Yeonjun.

— Claro, creo que estoy libre este viernes, ¿de que se trata esta vez? — preguntó Soobin curioso.

— Prefiero decirlo ese día. Te juro que no es nada malo, creo que en realidad es todo lo contrario. Entonces el viernes ¿cierto? Le avisare a Yeonjun. Nos vemos en el lugar de siempre.

— Ok Gyu. Nos vemos luego. — dijo antes de colgar.

Soobin espero pacientemente el viernes, la curiosidad carcomiendo su cerebro. Si Beomgyu no quiso contarlo por teléfono, era algo bastante serio. Tal vez era para decirles que había pasado la audición para ser músico residente en un club de la ciudad o quizá un chisme tan jugoso que necesitaba ser contado en persona para sentir la intensidad de las palabras.